Despreciados por muchos, temidos por unos cuantos, la profesión de ser policía -en bicicleta- en una de las ciudades más pobladas y peligrosas del orbe posiblemente sea una de las ocupaciones más vapuleadas entre los mexicanos.
La bicicleta nos sensibiliza, de eso no creo que haya duda, pero ¿será posible que cambie conductas reprobables de las que todos en algún momento participamos?
A los policías en mi ciudad o se les teme o se les desacredita, ¿qué se lo han ganado dices? Posiblemente, pero de ese policía de barrio que, antes de la mitad del siglo XX era el héroe de la colonia, sólo ha quedado en el recuerdo, pues la corrupción, los cambios de conducta en nuestra sociedad y una larga lista de “peros” han acabado con el respeto que los ciudadanos teníamos por los policías.
¿Será posible que la bicicleta ayude a cambiar la percepción que tenemos de estos servidores públicos tan desvirtuados hoy en día?
Con vocación de servir
“Me han llamado de todo: puerco, ratero, polizonte, policleto, bueno hasta una vez me gritaron jodido súbete a un carro”.
“El cómo me llamen no me interesa, porque yo veo mi trabajo como una verdadera vocación, siempre quise ser “el bueno de la película”, sí, aunque suene ya gastado, desde jovencillo veía las películas de acción, que son las que más me gustan, y de policías que ayudaban y salvan a la gente de los malos. Bueno, yo siempre quise ser ese policía que los salvaba”, narra el oficial Pérez.
Con un sueldo que no llega a los $8,500 pesos mensuales, una bicicleta de más de 20 kilos de peso y sin equipo de seguridad para desempeñar su trabajo sobre una bicicleta, es como Juan Luis Pérez Ramírez placa 52054 adscrito al sector 52 en la delegación Cuauhtémoc, realiza el trabajo de vigilancia y prevención del delito en el cuadrante Condesa de la ciudad de México.
Juan Luis Pérez tiene 43 años de edad de los cuales, 23 ha sido “bicipatrullero” como asegura los ha denominado la corporación, “yo empecé en el sector de Benito Juárez en 1995 cuando se instituyó lo de los bicipatrulleros, andábamos en las bicis blancas que eran mejores que esta, pero nos las cambiaron años después por las que llamamos de “abonero”.

Bicicletas peligrosas
Esas bicicletas eran muy peligrosas porque fallaban mucho, sobre todo los frenos, y tiro por viaje, se les rompían de adelante”. El conocimiento sobre la mecánica o piezas de bicicletas del oficial Pérez no es muy exacto, porque cuando le pedí que me describiera la pieza en donde dice se rompía con frecuencia, me tuvo que señalar dicha parte en su bicicleta. ¡Ah, la tijera! respondí. A eso se refería oficial, “sí esa pieza”, me respondió Pérez.
“Pues como le digo, eran muy malas, se rompían y varios compañeros sufrieron caídas por esa descompostura. Yo por suerte, nunca me he caído, pero también siempre voy con prudencia. No por ser policía voy a andar como loco manejando la bici. Al contrario, soy policía e intento poner el ejemplo.
Tampoco le voy a decir que no he andado en sentidos contrarios, porque luego el rondín así me lo exige, pero siempre con prudencia”.
8 horas pedaleando
El horario de trabajo de un policía con las características del oficial Pérez es de 12 horas de trabajo por 24 horas de descanso, de esas 12 horas, admite al menos pasar 8 sobre la bicicleta pedaleando.
“Pues me paso mucho tiempo en la bici y lo disfruto, pero disfruto más la forma en que la mayoría de los ciudadanos nos perciben a los bicipatrulleros. Con esto de que la bici se puso de moda se identifican con nosotros. Nos han empezado a ver como un igual y lo más importante, no nos ven como a los patrulleros de carro, que piensan que si se les acercan es para extorsionarlos.
Me he dado cuenta, de verdad joven, que las cosas con nosotros son diferentes, los ciudadanos nos dan un trato más cordial, no nos ven como una amenaza, y pues tratamos de dar el apoyo y servir a la comunidad.
Sé que por algunos compañeros se ha pensado que todos somos iguales, pero yo le aseguro que hay de todo y muchos son buenos elementos, más de lo que la gente quiere ver”.
Sin disparar el arma
El orgullo invadió al oficial Pérez mientras relataba que nunca ha tenido la necesidad de disparar su arma de cargo. “afortunadamente siempre he logrado disuadir al presunto sin sacar el arma”
Al preguntarle ¿qué hacen con la bicicleta cuando tiene que detener a alguien? relató. “No pues la dejas por ahí, muchas veces no hay tiempo de acomodarla para hacer la detención, pero además, contamos con una patrulla que nos da el apoyo, y si es posible, sólo marcamos el alto y la patrulla procede a la detención o remitir si lo amerita. Pero si he tenido que dejarla ahí en la calle tirada para hacer la detención de más de uno”.
Actualmente la Ciudad de México se divide en dieciséis alcaldías, cuyos aparatos de vigilancia están a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno de la Ciudad de México. Y han dividido dichas alcaldías en 72 sectores que, a su vez, están conformados en cuadrantes, pretendiendo contar con un mejor tiempo de respuesta a las emergencias de los ciudadanos.
Sin equipo de protección

Los recursos operativos de los policías en bicicleta son escasos, no todos llevan casco, mucho menos luces y chaleco reflejante -que si bien no son necesarios para el uso de la bicicleta como medio de transporte, si es necesario que este tipo de servidores públicos cuente con el equipo necesario para desempeñar su labor-, obtiene una remuneración baja y el riesgo es alto. Ellos mismos se hacen responsables de las fallas mecánicas que puedan presentar su bicicleta de “cargo” como narra Juan Luis Pérez
“Sí, nosotros le damos mantenimiento a las bicicletas y si algo se descompone pues sale de nuestra bolsa la refacción y la compostura, pero es mínimo, como en cualquier bici es sencillo, yo procuro limpiarla y lo hago una vez por semana, aquí en el módulo tenemos una bombita de aire y algunas herramientas: desarmador, pinzas y alguna que otra llave para que podamos a hacer la reparación”.
La bicicleta del Oficial Pérez es una Magistroni de una sola velocidad con un sistema de frenos elemental y de manufactura china, el asiento no es el adecuado para pasar 8 horas sobre él. Pero aun así, se dice contento, por lo que pregunté: ¿si pudiera pedirle algo al Jefe de la Policía Capitalina, qué le pediría?.
“No pues un buen uniforme, si se da cuenta éste no es el adecuado” exclamó mientras me señaló su uniforme de poliéster azul marino. ¿Y qué le pedirías entonces? “pues uno que no fuera caluroso, unos zapatos adecuados y otro tipo de chaleco, este no es muy bueno y pesa mucho para traerlo todo el día, pero a todo se acostumbra uno”, explicó mientras se sujeta lo que parece ser un chaleco antibalas.
Pedaleando por el puro gusto
Oficial Pérez, ¿y en sus días libres anda en bicicleta?
“Joven, no sólo en mis días libres, voy y vengo al trabajo en bicicleta, pero sí, en mi casa tengo una bici con velocidades que uso para salir a dar la vuelta algún domingo que me toca descansar, son pocas veces los domingos que no trabajo, pero cuando me toca, voy hasta al Ciclotón ese, el que va por Río Churubusco”. ¿Pues en dónde vive? pregunté. “En el oriente, por la Central”, refiriéndose a la Central de Abastos; entonces, haciendo cálculos rápidos, supongo que el oficial Pérez, al menos, pedalea para llegar de su casa a la colonia Condesa, lugar en donde se desempeña, no menos 24 kilómetros de ida y vuelta, más lo que pedalee en sus rondines.
En bici y sin corrupción
De acuerdo a los tiempos que vivimos y sobre todo a la corrupción que padecemos, tuve que a hacer la pregunta. ¿Oficial, qué piensa de la corrupción?
“No le voy a decir que no me han tentado en muchas ocasiones, sobre todo los jóvenes que se fuman un churrito o toman en la calle, son los primeros que me ofrecen una lanita, pero como ya le comente, quien hace la detención es la patrulla del sector, los compañeros en bicicleta, sólo marcamos el alto y contenemos hasta que llega la patrulla.
En lo personal creo que la clásica mordida es la que ha hecho que la gente no nos respete, pero de verdad, no todos estamos aquí por la mordida, aunque el sueldo es poco, habemos algunos que estamos en la corporación por vocación. Es difícil, pero no imposible”, recalca el oficial Pérez.
El deber llama
Tuve que apresurar la charla ya que como dicen “el deber llama”, un señor se acercó al módulo donde nos encontrábamos, mientras yo examinaba la pesada bicicleta, Pérez, inmediatamente se acercó al señor que preguntaba por una dirección para darle instrucciones, quiero pensar que lo hizo con tal disposición y premura no porque yo me encontrará ahí, sino porque realmente quiere ser el “bueno de la película” como él mismo dijo.
“Joven no me lo tome a mal, pero tengo que dar mi ronda, porque ya me dilate con usted”
No oficial, no se lo tomó a mal, ha sido de mucha ayuda su información, le dije. Ahora, ¿quiere agregar algo?
“Sí, claro”, dijo, mientras estaba tomando la bicicleta para subir a ella. “Yo entiendo que la gente está acostumbrada a que le saquen dinero y más que nada, a pensar mal de la policía, pero si se conducen dentro de la ley y nos respetan, verán que no hay nada de qué preocuparse y que estamos para servirles, siempre”.
2,400 bicipatrulleros en la Ciudad
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México, se cuenta con 2400 bicipatrulleros que operan en 490 módulos distribuidos a lo largo y ancho de los 847 cuadrantes que conforman los 72 sectores en que se divide la Ciudad. Dichos elementos luego de aprobar un curso con duración de seis meses, en el Instituto Técnico de Formación Policial son incorporados a las calles.
Según los altos mandos policiacos dichos oficiales son puestos a evaluación y controles de confianza periódicamente como un instrumento que garantice su honradez y buen desempeño de sus funcione, pero por sí mismas, no garantizan que los policías sean profesionales y tampoco confiables en el mediano y largo plazo.
Así mismo, los Jefes policiales prometen que los “buenos policías” saldrán de academias estatales que se complementan con un sistema integral en el que estén insertados los centros de control de confianza, que crearan una carrera de largo plazo que incluya un sistema de crecimiento profesional dentro de la corporación policiaca. Además de contar con el Sistema Integral de Desarrollo Policial que es contemplado en la legislación, pero en la práctica su implementación es casi nula en todas las entidades federativas.
Los ciudadanos aspiramos a tener policías confiables y profesionales, ¿pero en realidad estamos pagando por lo que obtenemos?