Valentina Mancera - Tour Divide 2025

De Canadá a México en bici: mi crónica del Tour Divide y el inicio del Triple Crown

Imagínate que estás metida en una casa de campaña a las 4 de la mañana, un miércoles cualquiera, atacada de la risa, boca arriba y con las piernas en V, extendidas hacia el techo. Estás de madrugada en una cuenca en Wyoming, Estados Unidos, cuando comienzan unos vientos huracanados en direcciones opuestas. Escuchas cómo el viento acelera y, en cuestión de segundos, estás a punto de salir volando con todo y la casa de campaña. Los tubos de la tienda están tan doblados por el viento que casi tocan el piso.

Instantes después, se escucha otra ráfaga, pero esta vez viene del lado contrario. Lo único que se te ocurre es levantar las piernas en V para tratar de mantener la casa firme, pero el viento te gana y acabas con las piernas tumbadas, primero hacia un lado y, segundos después, hacia el otro.

Todo esto sucede mientras te atacas de la risa. No te puedes salir (de nada serviría), tienes ganas de hacer pipí, no tendría sentido empezar a pedalear con ese viento, y son las 4 a. m., una hora menos de sueño de la que querías.

Ahí, entre ráfagas y carcajadas, entendí que el Tour Divide no se corre: se sobrevive con sentido del humor.

Qué es el Tour Divide

Qué es la Tour Divide

De Banff, en Canadá, hasta la frontera con México, el Tour Divide es una carrera de 4,350 kilómetros de montaña completamente autosuficiente. Eso quiere decir que debes recorrer toda la ruta sin ningún tipo de apoyo externo; solo puedes acceder a lo mismo que los demás corredores. Esto implica cargar con lo necesario para arreglar tu bici, acampar y cuidarte en zonas remotas. Inspirada por las ganas de ver todos esos paisajes desde la bici, de retarme y comprobar si realmente podía hacerlo, el Tour Divide me llamaba desde hace tiempo… así que decidí lanzarme.

Preparativos: equipo, dudas y decisiones

Puedo confirmar que, para mí, la preparación fue de lo más difícil. Sin embargo, fue justo eso lo que me permitió disfrutar casi cada kilómetro del recorrido y alcanzar el resultado que quería.

Lo más complicado fue preparar el equipo. Para empezar, hay muchas decisiones que tomar con la bicicleta: el tipo de llantas, manubrio, asiento, detalles como el líquido para el tubeless y el aceite para lubricar. Nadie te advierte que en el bikepacking estás combinando otra disciplina totalmente distinta y aún más técnica: el camping. Ahí se abren otras mil decisiones y, sobre todo, entras al mundo de los productos ultraligeros.

Bicicleta lista para la Tour Divide 2025

Cargar suficiente agua, saber qué comer, qué alimentos aguantan y cuáles se te antojan a las 5 a. m. Higiene: cómo limpiarte, qué hacer si te baja, cómo lavar tu ropa, cómo cuidarte para evitar llagas. Es una lista casi infinita de prueba y error: compras cosas carísimas que al final no usas, y otras pequeñas que terminan salvándote la carrera, como fue mi filtro de agua.

Podrías pensar que, después de haber hecho otras carreras de bikepacking, ya tendría esta lista resuelta y que todo se haría más sencillo. Pero entre más carreras hago, más me doy cuenta de que cada una es distinta.

Mi mejor y peor día

Todos los días tuve momentos buenos y malos. Pero les voy a platicar el mejor y el peor día.

Mi día favorito empezó en Wyoming, cerca del Parque Nacional de Yellowstone. La noche anterior había conocido a varias personas mexicanas que trabajaban en un hotel cerca de donde acampé. Cenamos juntos y platicamos un buen rato. Me desperté muy feliz y llena de energía después de haber convivido con personas chidas de México. Ese día me tocaba pedalear por el Parque Nacional Grand Teton y dormir en las montañas. Las vistas me sacaron varias lágrimas y me impulsaron a seguir más kilómetros de los que tenía planeados.

Al caer la noche, vi en el mapa que varios corredores estaban dormidos en un hotel a 20 kilómetros de distancia, pero eran 20 kilómetros de pura subida. Ya traía 200 kilómetros encima y estaba agotada. Justo cuando intentaba decidir qué hacer, empezó a nevar y decidí seguir pedaleando para dormir en ese hotel, calientita. Los siguientes kilómetros fueron durísimos: el frío empezaba a pegarme y estaba preocupada de encontrarme osos grizzlies. Alternaba entre pedalear y empujar la bici, con dolor muscular y cantando fuerte para espantar a cualquier oso. Por fin, ya con la nieve cayendo más intensa, llegué al hotel.

Casa de campaña en la Tour Divide 2025

Tristemente, por la hora, la recepción estaba vacía. Con algo de esperanza, encontré un teléfono en el lobby y marqué, esperando que alguien pudiera recibirme. ¡Qué decepción! Además de decirme que ya no había servicio, me dijeron que no podía quedarme en el lobby (ingenuamente lo pregunté). No quedó de otra más que acampar en el estacionamiento y cenar unas barritas.

Desperté a las 3 a. m. con la tienda colapsada sobre mi cara por el peso de la nieve. Salí a quitarla y me volví a dormir hasta las 7. Cinco sólidas horas de sueño bajo la nieve, gracias a mi súper tienda y sleeping. Al día siguiente, desayuné en el hotel y salí a pedalear por un Grand Teton nevado. Fue uno de los paisajes más bonitos que he visto en mi vida. La nieve fue un imprevisto que convirtió esos dos días en unos de los más espectaculares de toda la ruta.

El final que casi me rompe

Me adelanto ahora al último día de la carrera, a solo 80 km de la meta. Para entender las emociones que tuve durante esos kilómetros, debo explicar que en los últimos cuatro días había recorrido 1,071 km. El día anterior rodé 300 km y había dormido una hora y media. Confiada en que la adrenalina me llevaría a la meta, me lancé feliz, pero poco descansada. Todo cambió cuando inicié los últimos 80 km y me enfrenté con la última sección de singletrack: una parte técnica, llena de cactus, y, a lo lejos, una tormenta, uno de mis peores miedos.

Urgida por llegar a la meta y ver a mi mamá y a mi novio, el agotamiento de los días anteriores no me permitió controlar el miedo a los rayos; ese miedo que fue el principal obstáculo en toda la carrera. Y aunque logre manejarlo las noches anteriores, en estos últimos kilómetros me rebasó.

Valentina Mancera en la meta de la Tour Divide 2025

Por el pánico, decidí no detenerme ni un segundo y cruzar el singletrack lo más rápido posible para llegar a la carretera. No comí ni tomé agua durante esas tres horas; lloré y grité todo el camino. Sin energía por el cansancio, acabé caminando la mayor parte del tramo. Al fin llegué a la carretera, solo para encontrar viento fuerte en contra. A solo 50 km de la meta, apenas podía avanzar a 18 km/h. Se acercaban tormentas eléctricas y no había dónde refugiarme. Fue frustrante hasta el último momento.

Afortunadamente, unas horas después llegué a la meta. Completé el Tour Divide en 20 días, 14 horas y 12 minutos; en séptimo lugar de las mujeres y número 47 en la clasificación general. Así logre la primera de las tres carreras del Triple Crown Challenge.

Más allá de la meta: el Triple Crown

El Triple Crown Challenge del bikepacking implica completar el Tour Divide, el Colorado Trail Race y el Arizona Trail Race en un mismo año. Con casi un mes de distancia entre cada una de las carreras, el reto suma cerca de 6,500 km. Pero este desafío va mucho más allá de los números. Cada ruta tiene una esencia propia y exige algo distinto a quienes las recorremos.

Hasta ahora, el Tour Divide desafió mi paciencia; me enseñó a vivir cada día como una aventura única, y a pedalear kilómetro a kilómetro sin pensar en los miles que quedaban por delante.

Rumbo a México - Tour Divide 2025

Aprendí que la soledad de estos retos tiene dos caras. Por un lado, la de los momentos difíciles: aprender a sobrellevar el tiempo sola, ser justa contigo misma y empujarte siempre hacia adelante. Por el otro, una cara aún más especial y completamente única para quienes nos aventuramos en este tipo de carreras: la de aquellos momentos de felicidad profunda, tan personales que cuesta trabajo explicarlo a quien no lo ha vivido.

Como cuando estás sola frente a una montaña nevada, con un lago enfrente, el bosque detrás y la nariz sangrando por el frío, pero sonríes porque sabes que llegaste ahí por ti misma. Es en estos momentos cuando la mezcla de orgullo y calma se convierte en una alegría muy íntima.

Sobre todo porque, en esos días, todo se reduce a comer, dormir y pedalear, dejando espacio para que la cabeza realmente pueda disfrutar.

Valentina Mancera y su bici Tour Divide 2025

A quienes les dé curiosidad este tipo de retos, los invito a explorarlos, a preguntar y, si sienten las ganas de hacerlo, a no dejar que los miedos los detengan. Hay muchas formas de vivir estas carreras; puedes correrlas o recorrerlas a tu propio paso y manera.

Por último, aunque siempre repita que es un reto autosuficiente, debo decir que no habría podido partir del inicio del Tour Divide en Banff, Canadá, ni alcanzar la meta sobre la frontera de Estados Unidos con México sin el apoyo de mi comunidad, de mis patrocinadores, de mis seres queridos y, en especial, de mi mamá.

Fotografía por Valentina Mancera

PEDALIA
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