La bicicleta nació como consecuencia de un desastre natural. Y desde entonces, ha desempeñado un papel estratégico en la resiliencia de las ciudades, sus habitantes y la forma de transportarnos para sobrevivir en los tiempos de crisis.
Desde regalar bicicletas, fabricar equipos esenciales para personal médico, hasta la reinvención de la ciudad y su movilidad, la industria de la bicicleta ha dado un paso firme para luchar contra las crisis.
No son juguetes, son transporte, y pueden ser de gran ayuda en momentos de crisis. Conoce 5 iniciativas en la que la bicicleta ha transformado una crisis.
1. Bicicletas para los héroes
Reino Unido
No todos los héroes usan capa, a algunos les basta con un cubre bocas y una bicicleta.
Expertos en epidemiología han alertado sobre los riesgos de viajar en el saturado transporte público. Han recomendado utilizar la bicicleta o caminar cuando sea posible para evitar el transporte público y así no contagiarse con covid-19. Por tal razón, médicos y empleados del sector salud (NHS) en Londres, han comenzado a utilizar la bicicleta como una alternativa real para frenar el número de contagios y parar la pandemia.
Dada esta situación, el fabricante de bicicletas Brompton, está prestando su flota de alquiler existente a los trabajadores del NHS. Además, ha lanzado una campaña de fondeo (Wheel for Heroes) para construir 1,000 bicicletas plegables y destinarlas al personal del hospital St Barts de Londres, prometiendo aportar £ 100,000 de costos de fabricación.
Del mismo modo, el minorista de bicicletas eléctricas Fully Charged y la marca de bicicletas eléctricas GoCycle se han unido para proporcionar a los trabajadores del NHS préstamos gratuitos de sus bicicletas durante tres meses. Uber también ofrece al personal del hospital el uso gratuito de su flota de bicicletas eléctricas Jump por hasta 50 viajes por Londres.
2. La solidaridad se transporta en bicicleta
Ciudad de México
Esta no es la primera vez que las ciudades utilizan el ciclismo como una solución de transporte de emergencia. La primera Guerra Mundial vio cómo las bicicletas comenzaron a transportar heridos desde la inaccesibilidad de las trincheras, y la historia no se detienen ahí. La utilidad de las bicicletas en la atención ante desastres se demostró nuevamente después del terremoto en la Ciudad de México en 2017.
Bastó una sacudida de 7.1 en escala de Richter, con duración de unos pocos segundos, para que una desbandada de aterrorizados automovilistas colapsaran la movilidad en las calles de la Ciudad de México. Esto imposibilitó que la ayuda médica y de insumos pudieran atender las necesidades de la población. La única manera de movilizarse era a pie o en bicicleta.
Una vez que hubo cierta paz, los trabajos de rescate tendrían que comenzar. Ante la imposibilidad de llevar la ayuda a quienes más lo necesitaban, la sociedad civil, entre ellos cientos de jóvenes armados de mochilas y montados en sus bicicletas, encontraron la mejor manera de hacer llegar rápida y oportunamente la ayuda desde los centros de acopio a los albergues o zonas donde se requerían medicamentos, víveres y herramientas para ayudar a las víctimas que dejaba la tremenda sacudida de la corteza terrestre.
3. Reinversión de la movilidad en las ciudades
De Berlín a Bogotá
Ante la emergencia de salud a nivel mundial causada por el COVID-19, algunas ciudades de diversos países como: Alemania; Austria; Canadá; Australia; Nueva Zelanda; Colombia y Estados Unidos, han adoptado estrategias de movilidad para mitigar los efectos de la epidemia.
Una de ellas es la implementación de ciclovías temporales para exhortar a las personas a utilizar la bicicleta de manera segura para su transporte, y así, evitar las grandes aglomeraciones en el transporte público que llegan a ser un foco de contagio.
Los carriles bici temporales han dado certeza y seguridad a las personas que han comenzado a utilizar la bicicleta para transportarse por urbes confinadas en cuarentena por el temor a la propagación del virus. De no haber sido por la medida, estas personas no estarían utilizando la bicicleta como su medio de transporte. Seguirían utilizando el transporte público, arriesgándose al contagio por el virus.
La necesidad de desplazamiento de muchas personas aún en tiempo de contingencia es grande. Es por ello que usar la bicicleta puede ser un factor muy importante para la mitigación de la propagación del virus. De tal forma que ciudades como Minneapolis; Vancouver; Budapest; Viena; Auckland, entre otras, han planeado una red de ciclovías y carriles bici en sus calles principales. Han reasignado el espacio del automóvil a la bicicleta, dando una forma salubre de transportarse sin el temor a contagiarse.
4. Industria resiliente
Italia, Estados Unidos de Norte América.
Las crisis son una oportunidad para la reinvención, y la industria del ciclismo lo sabe muy bien. Es por eso que distintas marcas que se dedican a la fabricación y diseño de bicicletas, artículos y ropa para ciclistas, están comenzando a reinventarse.
Santini, fabricante de ropa para ciclismo que se ubica en Bérgamo, una de las áreas más afectadas por la pandemia de coronavirus. Han comenzado a trabajar con médicos locales de la Agencia de Protección de la Salud y uno de sus proveedores de telas, Sitip, para diseñar y producir una mascarilla o cubrebocas lavable y que se puede esterilizar. La producción acaba de comenzar, pero Santini tiene como objetivo fabricar hasta 10,000 cubre bocas por día para su distribución a hospitales y otras agencias en la región de Bérgamo.
Otro ejemplo es Santa Cruz Bicycles está trabajando con médicos del Dominican Hospital, California, para diseñar y producir miles de protectores faciales médicos reutilizables. Toda la fabricación se realizará internamente utilizando la impresora 3D y la mesa de corte en el laboratorio de carbono de la empresa. Los empleados de Santa Cruz también han estado diseñando y fabricando máscaras faciales con correas para la cabeza más cómodas y duraderas para ser utilizadas por el personal del hospital.
De igual manera, la marca italiana Scicon Sports ha cambiado toda su producción de bolsos, ropa y gafas deportivas a la fabricación de máscaras faciales filtrantes y protección ocular transparente.
Esta reinvención de la industria, además de ayudar a producir los insumos que resultan de primera necesidad, ayuda a que las empresas no despidan a su personal en momentos en que muchos Gobiernos calculan que la crisis económica será tanta o más fuerte que la crisis sanitaria producida por el virus.
5. Reconstruyendo la ciudad para la bicicleta
Christchurch, Nueva Zelanda
En 2011 un terremoto de 6.3 en escala de Richter destruyó la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda. Con la urbe en ruinas, la reconstrucción comenzaría, pero antes de ello, el consejo de la ciudad les preguntó a sus residentes ¿qué era lo que querían como ciudad? Los pobladores contestaron que querían una ciudad más verde y más centrada en las personas.
Lo que querían, era regresar a los orígenes, a “Cyclopolis”, como fue alguna vez conocida la ahora ciudad de Christchurch. La naturaleza, aunque en forma de desastre, le dio una oportunidad más a la ciudad para el cambio. La manera más obvia para lograr el cambio que querían sus ciudadanos fue invertir en infraestructura para bicicletas.
Por varios meses los trabajos de reconstrucción continuaron, y seguía siendo casi imposible desplazarse por la ciudad en automóvil sin tener que desviarse. La única forma de llegar a su destino era en bicicleta, convirtiéndose en el medio de transporte más eficaz. Poco a poco, Christchurch se vio recuperada: los caminos fueron reparados, los edificios reconstruidos y la infraestructura para la movilidad había sido rediseñada para la bicicleta y el transporte público.
Christchurch, se encaminó al cambio y regresó a sus orígenes, transformándose en “Cyclopolis”, como se la llamaba en 1924 o la “Copenhague del sur”, por aquella época un censo revelaría que en la ciudad había 400 mil ciclistas –la mitad de la población total en ese momento se movía en bicicleta-. Hoy la bicicleta ha renacido y 7 por ciento del total de viajes se hacen en bicicleta por lo que la ciudad es la capital no oficial de ciclismo de Nueva Zelanda.