París – Niza 2020. Pedalear como si fuese la última vez. Una carrera que normalmente es de preparación se convirtió en un auténtico espectáculo ante la amenaza de tener que parar de forma indefinida.
Malas noticias desde hace semanas. Rumores procedentes de todas las redes sociales. Revuelo. Nadie sabía lo que iba a pasar tan sólo unas horas después. Ni qué decir del mañana. Todas las demás carreras se estaban suspendiendo y las autoridades llegan incluso a prohibir las típicas aglomeraciones de fans y curiosos en las salidas y llegadas de cada etapa. Muchos de los equipos más prestigiosos del panorama internacional (UAE, Movistar, Mitchelton, Jumbo, INEOS, CCC y Astana) se niegan a participar en la carrera por temor a que ciclistas y staff se contagien por el COVID-19. Para no quedarse con una participación tan exigua la organización invita a dos equipos más (para un total de 19) y aumenta la nómina de corredores por escuadra de siete a ocho. Pero lo que domina la escena es la incertidumbre, gestos de extrañeza y miradas perdidas en un pelotón agolpado en la localidad de Plaisir, a las afueras de París.
Y, por fin, después de las confirmaciones de bajas, de los rumores y de las noticias que llegan desde todos los rincones, llegó la carretera, y llegó el ciclismo. Podía ser la última vez que los ciclistas se viesen en competición hasta nueva orden, nadie sabe cuándo. Tocaba pedalear como si no hubiese un mañana porque efectivamente podía no existir ese mañana. Por fin llegó el ciclismo y llegó como sólo este deporte tan especial sabe llegar en épocas de crisis: a lo grande. Ritmo endiablado desde el primer kilómetro. No se sabía si la carrera acabaría esa misma tarde, parecía que el vacío engullía la carretera, como si por detrás del pelotón se cerniese una nube negra y tóxica, una horda de agentes patógenos, una enorme ola que amenazaba con llevarse todo por delante y que obligaba a pedalear cada vez más rápido.
Y para colmo la primavera se retrasa, como siempre, en Francia. Lluvia y viento que provocan caídas desde el primer día, destacando las sufridas en una rotonda por dos de los grandes nombres del ciclismo francés: Romain Bardet, eterno aspirante; y Warren Barguil, elemento libre estrenando equipo y buen estado de forma. Perjuicio de unos, beneficio de otros; tocaba volar y se voló, ayudados por el viento de costado, por lo que no tardaron en formarse abanicos que desgajaron el pelotón en grupetas a tumba abierta, una lucha sin cuartel; los de detrás por alcanzar la cabeza, la cabeza por no ser alcanzada. A falta de unos 30 km parece que llega la calma y lo que queda del pelotón se reagrupa. Pero ante la duda, ataca. El ídolo local lo es por algo, y sin estar en forma Alaphilippe decide marcharse en solitario bajo la lluvia y a una considerable distancia de meta porque la sangre le pide espectáculo, más aun estando tan cerca de su pueblo. Pero se lleva con él a un tozudo gladiador belga llamado Tiesj Benoot, que venía de tapado y que sabe bailar en medio de la guerra. La distancia y la forma física (no olvidemos que estamos a principios de temporada) hacen que sean superados en los últimos metros por un joven titán llamado Dylan Teuns y por Maximilian Schachmann, que fuera de su equipo no cuenta mucho en las casas de apuestas pero al que le encantan dos cosas: las primaveras frías y las emboscadas. Etapa y liderato para el alemán en una etapa con una media de 43 km/h bajo la lluvia.
Sale el sol el segundo día pero nadie calma la furia del viento. Etapa completamente llana, de esas en las que al aficionado europeo le gusta siestear hasta que queden diez kilómetros. Pero si alguien quería siesta se había equivocado de carrera. Abanicos y tirones que vuelven a desintegrar el pelotón y que se cobran como víctimas principales al mencionado Alaphilippe y al colombiano Nairo Quintana, que venía como uno de los grandes favoritos tras exhibirse en carreras anteriores y recuperar la sonrisa al abandonar el Movistar team por un equipo que le garantiza el liderazgo en solitario, el Arkea Samsic. Ambos quedan descartados para la victoria final. El corte definitivo se produjo a diez de meta, y en él se metió otro tapado, pequeñito pero muy vistoso porque estrenaba su maillot tricolor de campeón de Colombia, Sergio Higuita, que agarró el maillot de mejor joven hasta el final y que fue el gran beneficiado junto a Giacomo Nizzolo, que ganó la etapa al sprint venciendo a un poderoso y organizado Bora.
En resumen, hacía tiempo que no se veía tanto espectáculo, puro ciclismo de batalla, en las etapas llanas de las carreteras francesas, y cabía preguntarse si tenía algo que ver esa alargada sombra, el hecho de que la carrera pudiese suspenderse en cualquier momento, si, efectivamente, no habría un mañana.
Más tranquila, pero no sin tensión, fue la tercera etapa, sin mayores sobresaltos hasta que llegaron graves caídas en los últimos kilómetros. Dominaba el pelotón el equipo Deceuninck para lanzar a su sprinter Sam Benett pero éste se fue al suelo llevándose consigo a otro gran favorito para el día, Caleb Ewan. Reinó entonces el caos y en el sprint final apareció como una centella el español Iván García Cortina, el guaje, que adelantaba a todos desde atrás y conquistaba la victoria más importante de su carrera. Fue segundo el guaje en la siguiente etapa en línea, una etapa en la que el pelotón engullía, en uno de esos episodios de crueldad macabra que tiene este deporte, a tan sólo unos palmos de meta a su compañero de equipo Jan Tratnik, que venía de último superviviente de una escapada de 200 km. Mucho nervio y victoria para Niccolo Bonifazio.
Pero entre medias estuvo la contrarreloj individual en la que no hubo grandes sorpresas, era de poca distancia y por ello de pocas diferencias. Kragh Andersen remó contra todo y contra todos llevándose la victoria, Schachmann por detrás a unos pocos segundos y Nairo en su enésimo estrépito en la lucha contra el crono. En Colombia no sólo le ha aparecido al costado la figura de Egan Bernal, también la de Sergio Higuita, que hizo una contrarreloj excepcional y que confirmó que ya no era tan tapado.
Llegaba ya la primera de las etapas decisivas y con ella una lección de ciclismo del Team Sunweb. Etapa rompepiernas de media montaña que incluía dos cotas en los últimos diez kilómetros en los que se rodeaba la localidad de Apt. A falta de 40 km para el final ataca Kragh Andersen, segundo en la general en ese momento, y caza poco después a los supervivientes de la poderosa fuga del día, los peleones Nicholas Edet y Romain Bardet, que ya con la fatiga acumulada no pueden seguirle el ritmo. Pero lo de Kragh Andersen resulta ser pirotecnia de la más alta calidad. Su posición en la general obliga a que venga volando -cobrándose muchas víctimas– el pelotón del que salta el tiburón, Vincenzo Nibali, seguido por la traca final del Sunweb tapado, Tiesj Benoot, que suelta al italiano y agarra a su compañero, que en su último esfuerzo le ayuda y le lanza para llegar en solitario a la meta. Por detrás caos, ataques y más ataques, sobre todo de Higuita, Alaphilippe y Nibali confirmando que más allá de un perfil más o menos duro, es la calidad y la ambición de los corredores lo que crea espectáculo y hace afición. Y, por si no había suficientes emociones, en el descenso final el líder, M. Schachmann, toma mal una curva y se estampa contra una casa, sin consecuencias físicas pero dejando la general en un puño a falta de la etapa reina.
Y digo a falta porque cuando se abre la jornada todo el mundo sabe que será la última, el Estado francés ha prohibido cualquier competición deportiva. Ahora sí, ya más que nunca, toca pedalear como si no hubiese un mañana. Y además acabando en el alto de la Colmiane (1ª cat.) con 16 km de subida al 6,3 de pendiente media, eso sí, precedido por dos puertos de 2ª y uno de 1ª. Pues eso, a correr desde la salida. Se repiten de inicio los ataques de Alaphilippe, Nairo, Higuita, Nibali, Pinaut… guerra declarada desde el primer minuto. Pero el grupo que cuaja es el que cuenta con, entre otros, el vigente maillot de la montaña N. Edet, el incombustible Thomas de Gendt (al que no le gusta ir en grupos grandes y por ello cuenta con el record de etapas consecutivas escapado en el Tour de Francia, nada menos que 12) y el siempre valiente Alaphilippe, que a pesar del esfuerzo del Bora para tirar del pelotón se coloca líder virtual de la clasificación a no demasiada distancia de meta. Arranca la última ascensión y de Gendt recuerda que prefiere correr en solitario y se lanza para resistir hasta el último gramo que le quede de fuerza. El pelotón, ya muy exiguo, viene endiablado de la mano de otro eterno aspirante, Richie Porte, que tira para ayudar a su líder Nibali. Empiezan los ataques de la mano de Bardet pero el que saca el látigo y aplica un golpe seco es Nairo Quintana, que a casi 4 km de meta se marcha en solitario como una exhalación, supera a de Gendt y conquista la etapa en su enésima reivindicación como uno de los mejores escaladores del mundo.
Por detrás todos esperan el ataque de Benoot porque a Schachmann, que no es escalador, se le oye jadear a varios metros. Sin embargo serán Pinot, Higuita y Nibali los que inicien las hostilidades porque huelen el desvanecimiento del alemán, que resiste cabeceando, codeando, tirando de riñón y jadeando aún más. Se lanza por fin Benoot para darle la estocada definitiva, pero quizá demasiado tarde o demasiado al límite, porque llega segundo a meta completamente fundido, a 46 segundos de Nairo, 10 por delante de Pinot, Higuita y Nibali, y unos pocos más sobre Schachmann, que al llegar a meta se tira literalmente a la carretera, completamente exhausto, para recuperar la respiración y saborear su triunfo en una carrera que sirve siempre de preparación para otras más grandes pero que degustó el sabor de las mismas y que le dejan como el último ganador de una UCI World Tour antes de que el pelotón vuelva a pedalear, todavía en un tiempo indefinido. Toca ahora entrenar en casa y vencer al virus, pero el sabor de boca de la última carrera antes de parar ha sido el de las grandes ocasiones. Sí, con riesgo de contagio, pobres estados de forma, sin público en la carretera y con notables ausencias. Pero ciclismo en su máxima potencia, espectáculo puro y sin tregua. Pocos deportes como éste pueden resultar tan grandes en tiempos tan difíciles.
CLASIFICACIÓN GENERAL:
- M. Schachmann (Bora H)
- T. Benoot (Sunweb) + 18”
- S. A. Higuita (Education First) + 59”
- V. Nibali (Trek) + 1’16”
- T. Pinaut (Groupama) + 1’24”
- Nairo Quintana (Arkea) + 1’30”
- R. Molard (Groupama) +2’03”
- T. Kangert (Eduacation First) +2’16”
- F. Grossschartner (Bora H) + 3’39”
- S. Kragh Andersen (Sunweb) + 4’36”