«Cuando los ánimos están bajos, cuando el día parece oscuro, cuando el trabajo se vuelve monótono, cuando la esperanza apenas parece merecer la pena, simplemente monta una bicicleta y sal a dar vueltas sin pensar en nada más que el viaje que estás tomando».– Arthur Conan Doyle
Estoy totalmente de acuerdo con el novelista creador de Sherlock Holmes, me parece casi mágico el poder que tiene la bici de arreglar un mal día, incluso en el trayecto más sencillo.
Si he tenido un día de mierda, de estos que todo en el trabajo se atasca o tengo mil “quehaceres” que parecen no tener fin y me saturan la cabeza, lo tengo claro.
Nada como apagar la pantalla del ordenador y dejar lo que tengo entre manos por un par de horas, montado en la bici, dando una pequeña vuelta tranquilamente.
Sentir el viento en la cara, oxigenar el cerebro y mover un poco el cuerpo mientras me deslizo sobre dos ruedas me parece el mejor de los psicólogos que existen.
Solo por este motivo ya merece la pena salir a rodar con nuestra bicicleta, pero en este caso, además, os propongo 3 rutas visitando lugares en plena naturaleza cargados de historia, como pretexto para lanzarnos a la carretera.
Qué son los Dólmenes
Formados por grandes bloques de piedra, estas construcciones con miles de años de antigüedad y usadas como cámaras funerarias se encuentran bastante extendidas en todo el tercio norte de España.
Y puede que para algunos puedan parecer un simple montón de piedras, pero si lo piensas bien, muchos llevan en pie 5000 o 6000 años. Resulta sumamente interesante imaginar cómo lograron construirlos, sin grúas ni otros medios mecánicos más que rampas de tierra, troncos rodantes y cuerdas.
Los gentiles
Aunque si os digo la verdad me parece mucho más bonita la explicación que nos ofrece la mitología vasca.
Los gentiles eran gigantes fornidos, bondadosos y buenos vecinos que habitaban en las montañas. Inagotables trabajadores, construyeron no solo dólmenes, sino además cromlechs y otras construcciones megalíticas. Se cuenta que fueron los encargados de construir puentes, iglesias y otros grandes edificios.
También se dice que acostumbraban jugar a los bolos lanzando gigantescas piedras de montaña a montaña. Dando explicación de esa manera a los menhires o grandes rocas aisladas en medio de un paraje.
Ruta ciclista a los dólmenes de Sorginetxe y Aizkomendi
- Tipo de ciclismo: La ruta combina asfalto y camino de grava en buen estado, con lo que una bici de trekking o tipo gravel son buena opción.
- Destacados: Además de los dólmenes la cueva de Lezao merece un desvío.
- Comer y dormir: En este caso todo el circuito se completa bien en un día y parte de Vitoria-Gasteiz donde obviamente encontramos todo tipo de servicios. Para reponer fuerzas una buena opción puede ser EtxeZuri, frente al pantano en Landa.
Nada más al salir de Vitoria se puede intuir el recorrido que tomaremos siguiendo la línea de las cordilleras en el horizonte. Primero rodando junto a las faldas de los montes de Vitoria para luego pegarnos a la cordillera del Aizkorri-Aratz, que se dejaba ver al fondo vestido de blanco y que nos debería acompañar en nuestro camino de regreso.
Vía verde del Vasco Navarro
Aprovechando una tregua del pasado invierno y con un sol resplandeciente me incorporo al trazado del Vasco Navarro. La antigua línea de ferrocarril Bergara-Estella, hoy en día recuperada como ciclovía.
Me empeño en ser fiel al recorrido, pero el avance es penoso y no merece la pena. La nieve forma una costra de hielo complicada y peligrosa de rodar especialmente con mis neumáticos 700 x 35c.
En Aberasturi decido abandonar la ciclovía, pero normalmente podrías continuar por la pista hasta el enlace de Jauregi, con poco desnivel, cero vehículos a motor y bonitas vistas.
Intentando buscar alternativas por el entramado de caminos, puedes ver en el track como en Eguileor debo darme la vuelta… más de lo mismo. La pequeña carretera local merece la pena y nos ahorra un rodeo algo más feo… pero aquel día estaba igualmente intransitable.
Lo bueno es que hoy por hoy con apps como komoot modificar y recalcular tu recorrido está chupado.
Sorginetxe
Cerca ya del primer Dolmen me topo con Jose Mari, quien sube hasta Arrizala, a llevar algo de comida preparada a un amigo. Por lo visto el hombre es bastante torpe entre fogones y con pocas intenciones de aprender.
Jose Mari me cuenta también que en este caso, el dolmen al que me dirijo primero, no es cosa de Gentiles. Que fue cosa de las Sorgiñas (brujas) que habitan la cercana y bonita cueva de Lezao (que por desgracia se encuentra inaccesible por la nieve). Con sus poderes mágicos, levantaron las pesadas losas que forman el Dolmen de Sorginetxe (casa de brujas) al que bajaban a peinarse.
El sol de atardecer bañando las losas de piedra, cálidos rayos de luz colándose entre los huecos del dolmen, el frío intenso, rodeado de montañas nevadas y musicón en los auriculares. Semejante lugar para mí solo, fue pura paz y felicidad.
Y pura cagada. En pleno “éxtasis” me hice consciente de que había salido tarde y que todo el tiempo perdido intentando mantenerme fiel al trazado original me iba a obligar a regresar de noche dándole duro. Una estupenda oportunidad para ponerse un poco a prueba, espabilar el cuerpo y la mente adormecidos de un invierno demasiado casero y cómodo.
Aizkomendi
Llamo a mi amiga Silbia, que vive en un pueblo cercano y me trae las luces necesarias para regresar de noche. Sin despedirnos del todo quedamos para compartir un té caliente que trae en un termo en la siguiente parada, el Dolmen de Aizkomendi.
Fue en una curva, con la temperatura cayendo en picado, que el agua de nieve derretida durante el día comenzaba a formar una dura placa de hielo. Un patinazo de la rueda delantera, casi me manda al suelo y bastó como advertencia para abandonar la idea de regresar a casa en bici.
A pesar de no haber terminado la ruta completa, te recomiendo terminarla por Ozaeta, dando la vuelta al pantano de Landa, cubriendo así una circular estupenda a la llanada Alavesa.
Ruta de los dólmenes en la Sierra de Aralar
- Tipo de ciclismo: Gran parte de la ruta es para pura bici de montaña y en determinados tramos incluso se agradece una bici doble.
- Destacados: Es difícil no quedarse con todo en la ruta, pero por mencionar un lugar, el desvío hasta el santuario de San Miguel merece la pena.
- Comer y dormir: La ruta transcurre en medio de la montaña así que deberás cargar tus víveres. No obstante, tanto en el parking de salida como en el santuario encontrarás bebidas y algo de comer. Para dormir el refugio de Igaratza es perfecto y cuenta con fuente por lo que el agua para pernoctar no es ningún problema.
Si algo tengo que agradecer a esta ruta es, sin duda, el maravilloso descubrimiento de Aralar. Y mira que me habían hablado decenas de veces de lo bonita que era, pero lo cierto es que me sorprendió. Bosques frondosos, pastos de altura, riachuelos y riscos. Un “tope de gama” montañero, que puedes encontrar entre Guipúzcoa y Navarra.
Estación megalítica de Aralar
El rimbombante nombre que se le ha dado al conjunto de dólmenes de la sierra de Aralar no es en vano, ya que se trata de la concentración más importante de la región, con la friolera de 80 megalitos catalogados.
Esto denota la importancia que han tenido los recursos de estas montañas desde hace miles de años hasta hoy en día. En Aralar todavía se pastorea y entre otros productos, se produce el famoso y rico queso con denominación de origen Idiazabal.
La cagada
Queríamos darnos un homenaje y dormir una noche en plena naturaleza, así que dividimos la ruta en dos días. Mi compañera de aventura y yo empacamos los sacos de dormir y un poco de comida extra. El objetivo de la tarde sencillo, alcanzar el refugio libre de Igaratza a poco más de 10 km y disfrutar del atardecer tranquilamente. Olvidaba lo propenso que soy a “complicarme la vida”.
Nada más abandonar el parking de Lizarrusti, tomamos un camino precioso que pronto se convierte en senda que va ganando altura de a poco, hasta alcanzar el embalse de Lareo. Desde allí y siguiendo el track planificado, tocaría cargar la bici durante 500 metros en un escabroso “camino” para llegar a una cómoda y ancha pista.
Al ver la dificultad, decidimos cambiar la dirección del track planificado y dejar el pequeño tramo complicado para el día siguiente de bajada.
Error, a los pocos kilómetros el trazado, que según los planes previos, deberíamos haber tomado de regreso el día siguiente, se convierte en senda que pica para arriba sin tregua, alcanzando pendientes por encima del 20% imposibles de rodar. El resto de la tarde más que pedalear nos dedicamos al pesado arte del “empujing”.
Refugio de Igaratza
– Mira, ¿ves? No se ve ni una luz. Dime, ¿Cuántos lugares conoces en Euskadi, que tengas un horizonte tan abierto y no se vea ni una población?-
La pared roja del pequeño edificio refulgía con los últimos rayos de sol. Las 4 personas que compartíamos techo escuchábamos a Asier, vecino de la cercana Tolosa. Enamorado de la zona, se escapa cada vez que puede hasta Aralar a la que conoce como la palma de su mano.
Orgulloso de la belleza que teníamos todos delante, iba dándonos los nombres de cada pico o borda o nos contaba de las historias relacionadas con la sierra.
Me resisto a hablaros más del refugio y su enclave. Me encantaría que se conservara como la gema escondida que parece ser todavía. Así que ya sabéis: “muy feo, no merece la pena” (guiño, guiño).
San Miguel de Aralar (Día 2)
Después de una noche bastante fresca, decidimos descender hasta la carretera asfaltada que nos llevará a visitar el santuario de San Miguel de Aralar. Que por supuesto, tiene una leyenda que cuenta con parricidios, dragones y un cameo de San Miguel Arcángel.
Y lo cierto es que desconozco si un dragón fue muerto en el lugar, pero la visita te va a merecer la pena por dos cosas. Primero por las vistas desde un balcón natural que se despeña hasta el valle de la Sakana con la mole imponente del monte San Donato al otro lado.
Segundo, por la energía especial dentro del santuario… de no ser porque tenía a Lorena esperándome fuera, me hubiese quedado un buen rato disfrutando de la paz que se respira en su pequeña y sencilla iglesia.
Dolmen de Jentilarri (piedra de los gentiles)
Divisaron en una ocasión los gentiles, una extraña luz en el cielo sobre la que preguntaron al más anciano y sabio de ellos.
-Esa luz anuncia la llegada de Kixmi (Cristo). Es el fin de nuestra raza.- vaticinó este.
Estos corriendo, subieron hasta la montaña y se escondieron bajo tierra sepultados bajo el Dolmen de Jentilarri.
Tras la visita del Santuario, regresamos por la misma carretera para tomar una pista que nos subirá de nuevo a los pastos de altura en las inmediaciones del refugio, para, desde allí, ir bajando de regreso hasta el embalse y de nuevo al parking.
En el camino más de lo mismo, paisajes preciosos, una sierra cargada de vida e historia y por si fuera poco, la mismísima tumba de aquellos maravillosos y bondadosos seres gigantones.
Ruta a la Cruz del Castillo + Cueva de San Kiliz
- Tipo de ciclismo: En este caso circularemos siempre por carreteras asfaltadas.
- Destacados: Atravesar la cueva San Kiliz. Una experiencia diferente y totalmente segura de realizar por nuestra cuenta.
- Comer y dormir: En Lagran hay un Bar restaurante donde preparan comida casera, por otro el área gratuita de camping y carvaning de San Bartolomé está equipada con agua potable.
Recuerdo que en mi primer viaje en bici, “El Camino de Santiago” lo tenía todo planificado, medido y calculado al milímetro. Que inocente, afortunadamente esa rigidez se ha ido transformando en una fluida flexibilidad y adaptación.
La cosa es que para la tercera propuesta que quería enseñaros (una ruta de dólmenes en La Rioja alavesa) debía acercarme en la furgo hasta la zona.
Pero a última hora y aprovechando las vacaciones de semana santa varias amigas y amigos se animaron a sumarse. Esto hacía imposible el desplazamiento de todas en un solo vehículo, así que decidimos modificar el plan, salir desde Vitoria y subir hasta el pico, Cruz del Castillo en la Sierra de Cantabria (que nada tiene que ver con la provincia homónima). Esta cordillera se asoma a La Rioja y desde donde “veríamos” los dólmenes al otro lado, eso sí… de lejos.
A cambio disfrutaremos de una pequeña aventura de dos días intercambiando puro cicloturismo y trekking.
Puerto de Zaldiaran
Dejamos la ciudad por el tranquilo puerto de Zaldiaran muy popular entre los ciclistas locales, para enfilar rumbo sur hacia la Montaña Alavesa. Pasando de los campos de cultivo a los bosques de pino, roble y haya.
En esta ocasión, toda la ruta en bicicleta la haremos por carretera, la buena noticia es que son vías con poco tráfico y que el respeto al ciclista es máximo.
Lagrán
Es en la ermita y zona de acampada de este pequeño pueblo que hacemos campo base el grupo más pintoresco y con “salsa” que podía haber imaginado.
Silbia, mi compañera de montaña y aventuras. Eguzki, compañera del mundo teatrero y su fantástica BH clásica. Cecile, colega parisina de visita, cicloentusiasta que conocí en Guatemala. Y para terminar Isa y Unai, que llegaron con una cazuela llena de espagueti en su vieja Pegaso J5.
Y es que de eso se trata la vida, ¿no? De haber seguido el plan original nos habríamos perdido una cena maravillosa, en plena naturaleza con vino rico y gente bonita.
Las carboneras
El día siguiente, Silbia y yo nos animamos a subir hasta el pico Cruz del Castillo por la senda de las carboneras. Un antiguo paso de montaña donde se fabricaba y se comerciaba con carbón vegetal.
Hoy recuperado como itinerario didáctico, si no quieres subir hasta la cumbre, al menos podrás disfrutar del hayedo y de las 3 carboneras construidas en diferentes estados, explicando el proceso tradicional de fabricación.
Cruz del Castillo
Las vistas desde el imponente cresterío de la sierra de Cantabria son simplemente brutales. Es desde cualquiera de sus picos que tenemos una panorámica de 360º donde destaca el valle del Ebro.
Desde lo alto, y mirando hacia el lado opuesto del que venimos, podemos observar los viñedos próximos a la base de la cordillera por donde transcurre la ruta al dolmen de la hechicera inicialmente planificada.
Cueva de San Kiliz
Siguiendo el track que os comparto, descendiendo ya de la cumbre, Se abre, una gran brecha en la roca que hace las veces de entrada hacia las entrañas de una cueva. Dentro destaca una gran sala central, de allí y siguiendo los hitos, nos dirigimos a la salida, a través de una gatera de medio metro de alto que nos hará arrastrarnos un par de metros por el suelo.
Probablemente para un espeleólogo, San Kiliz, no es gran cosa. Pero para el resto de los mortales, explorarla me parece una experiencia muy especial que además no entraña ningún riesgo particular. No olvides llevar una linterna.
Puerto de Vitoria
Una vez reunidos con el resto del equipo y las bicis regresamos a casa por el puerto de Vitoria. Personalmente me parece más bonito y agradable Zaldiaran, así que si no os importa repetir camino, regresaría por este otro paso.
Salgamos con nuestras bicis
Según estoy escribiendo estas líneas la primavera revienta en vida y luz al otro lado de la ventana. Espero que las tres rutas que os propongo os inspiren a tomar vuestra Máquina de Fabricar Sonrisas y disfrutar de esta maravillosa época del año. ¡Nos vemos ahí fuera!
Fotografía Álvaro Teixeira
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