Bikepacking en Amecameca, México

Tierra y fuego – vía escénica de CDMX a Amecameca en bicicleta

Una ruta de poco más de 75 km, solamente de ida, que combina carretera y caminos de tierra, y que te regalará espectaculares vistas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

Esta es una ruta nivel intermedio, en la que su principal dificultad es un ascenso al mirador La Loma, el punto más alto de toda la ruta. A partir de este punto, todo se convierte en disfrute, combinando segmentos de carretera poco transitados y caminos de tierra que serpentean entre parcelas de cultivo.

La ruta concluye a las afueras de Amecameca, bajo el cobijo del Iztaccihuatl. Sin duda, un lugar privilegiado para pasar una noche bajo las estrellas. Si suena como un buen plan, sigue leyendo y conoce todos los detalles de esta ruta.

Salida rumbo a La Loma

La excusa para organizar esta escapada de fin de semana fue el solsticio de verano. Qué mejor manera de conmemorarlo que hacer lo que más nos gusta, pedalear y disfrutar de la naturaleza. La planeación fue algo espontánea, elegimos un destino y armamos una ruta siguiendo algunas recomendaciones de un amigo.

La primera parte de la travesía va de la Estela de Luz al mirador de La Loma, una ruta habitual para quienes vivimos en la CDMX. Hay varías formas para salir de la ciudad, pero esta vez decidimos atravesar por el centro de Xochimilco y pedalear a lo largo del canal que corre por Av. Nuevo Leon hasta conectar con San Gregorio Atlapulco.

Vista desde el mirador La Loma

Dependiendo del día y la hora, puede que este camino no sea la mejor opción para dejar la gran urbe, ya que puede haber algo de tráfico. Sin embargo, nosotros salimos un sábado muy temprano, para intentar evitar las inclemencias del sol. Este trayecto es prácticamente plano y muy sencillo, lo que te permitirá conservar energías para iniciar la subida a La Loma.

El ascenso a La Loma es por la carretera Xochimilco – Oaxctepec. Como ya lo mencioné, esta es una ruta concurrida por ciclistas de la CDMX, por lo que no hay pierde. Este segmento se compone por un ascenso casi constante, con un par de columpios, y aunque no es fácil, ofrece unas hermosas panorámicas. Un buen punto de reunión y para recuperarte un poco es en el mirador La Loma, en donde encontrarás un famoso puesto de quesadillas, Don Mario.

Descenso a Juchitepec

Después de unas merecidas quesadillas y un breve descanso, continuamos nuestro camino rumbo a Juchitepec. Continuando por la carretera Xochimilco – Oaxtepec, descendiendo menos de 2 km desde el mirador, hay que tomar una pequeña carretera que entronca a mano izquierda. Aunque es tentador dejarse llevar por la gravedad, en el descenso te recomiendo que pongas atención al camino, ya que el entronque aparece de repente.

Camino de La Loma a Juchitepec

Esta carretera es bastante tranquila y es pura bajada. A donde quiera que voltees, solo se pueden ver campos de cultivo y las montañas al fondo. Dependiendo de la época en que realices esta ruta, la tonalidad de los campos varía del amarillo hasta el verde intenso. Nosotros realizamos esta ruta a finales de junio, con un paisaje que apenas comienza a unir los cultivos con el verde que llega con las primeras lluvias.

A partir de Juchitepec, el resto de esta ruta es nueva para mí. La ruta más habitual para llegar a Amecamenca desde La Loma, es continuar hacia Tenango del Aire por carretera, como en el caso de la Ruta de los Centinelas. Sin embargo, en esta ocasión atravesaremos Juchitepec para conectar con un segmento de tierra que lleva al poblado de Ayapango.

En busca de caminos de tierra

Una vez que se atraviesa Juchitepec, se desciende nuevamente por una angosta y solitaria carretera que lleva al Relleno Sanitario Regional Juchitepec. En todo este trayecto, no cruzamos camino más que con un camión de la basura que se dirigía al relleno. Sabíamos que íbamos por buen camino, ya que vimos varios ciclistas de montaña que regresaban rumbo a Juchitepec con las bicicletas polvorientas, señal de que venían de la tierrita, justo lo que estábamos buscando.

Desde que sales de la mancha urbana, no hay montaña más alta que los volcanes. A lo largo de todo nuestro descenso, y el resto de nuestro camino, seríamos escoltados por la mujer dormida y su eterno guardián, Don Goyo.

Gravel entre parcelas

Finalmente, justo al llegar al relleno sanitario, termina el pavimento de tajo y comienza la aventura gravel. A partir de aquí y durante los próximos 4 kilómetros, el camino discurre entre campos de siembra. El terreno se compone de arena volcánica, principalmente bien compactada. Y aunque en general tiene muy poca pendiente, de repente aparecen algunas trampas de arena para poner la destreza a prueba.

Los paisajes son amplios y te ofrecen vistas de 360º, por lo que es un buen momento para tomársela con calma y gozar de este solitario camino. Durante nuestro recorrido, el entorno estaba bastante seco, en algunas parcelas a penas comenzaban con la siembra y en algunos tramos nos tocaba comer un poco de polvo. Pero es parte del viaje. Como después nos comentó el propietario del rancho en el que acampamos, no habían visto gota de agua en por lo menos 8 meses.

La mitad de este segmento está marcada por la Hacienda San Andrés. Una antigua construcción en medio de la nada, que por allá del año 1535 fue utilizada para la explotación de madera y durante la Guerra de Independencia fungió como cuartel. Actualmente, es un Hotel Gastronómico en el que además se realizan diversas actividades artísticas y para la comunidad.

Al pasar por la hacienda, aprovechamos para tomar las fotos de rigor y escondernos un rato del sol, bajo la sombra de un árbol. Después de descansar unos minutos, proseguimos con la segunda parte de este corto, pero bonito segmento gravelero.

Recta final, de Ayapango a Amecameca

Al cabo de un par de kilómetros más, llegamos a Ayapango. Dejamos la terracería para conectar con las tranquilas calles de este poblado. A nuestra llegada todo era tranquilidad, y tal vez por el sol intenso, no vimos a nadie a nuestro paso. Parecía casi un pueblo fantasma, salvo por sus arcos decorados y coloridas fachadas que nos daban la bienvenida.

Rápidamente, atravesamos el poblado hasta llegar a las viejas vías del ferrocarril. Seguimos unos metros, con las vías a nuestra mano izquierda, hasta encontrar un pequeño túnel que cruza por debajo de ellas para conectar con una tranquila carretera que nos llevará directo hasta Amecameca, nuestro destino final.

La carretera es demasiado tranquila y, además de uno que otro vehículo, lo que más vimos fueron ovejas a nuestro paso. Este último tramo es bastante placentero y nos da un respiro para prepararnos para un segmento más de tierra justo antes de llegar a nuestro destino final, Ranchoalegre.

Camping en Ranchoalegre

Ranchoalegre

Con más de cuatro horas bajo el sol, ya estábamos ansiosos de llegar a nuestro destino final, montar el campamento y relajarnos. Días antes de haber realizado esta ruta, en México se vivió una onda de calor y durante el trayecto aún se sentían sus remanentes abrazadores. Así que después de otra parada técnica y una refrescante paleta de hielo, salimos de Amecameca siguiendo un camino de tierra rumbo a Ranchoalegre.

Se trata de una propiedad privada, de 10 hectáreas de bosque, en la que han destinado un pequeño valle como área de camping. La cutota ($250 MXN por persona en el momento de nuestra visita) incluye el espacio para camping y baños, nada más. Además, ofrecen servicio de leña si así lo prefieres. El gran lujo de este lugar es encontrarte en plena naturaleza, arropado por la majestuosidad del Iztaccíhuatl.

Al llegar, nos recibió Don Alejandro, dueño de la propiedad, quien como lo mencioné anteriormente, nos platicó que llevaban meses sin lluvia en la región. La buena noticia era que la predicción meteorológica indicaba probabilidad de lluvia.

Después de charlar unos minutos con Don Alejandro, montamos el campamento, regresamos al pueblo, comimos y compramos botana y unas merecidas cervezas para relajarnos de resto del día.

Disfrutando del camping

Al día siguiente despertamos, preparamos un cafecito y desmontamos las tiendas para ponerlas a secar. Durante la noche, calló una suave llovizna, la primera en mucho tiempo y que estoy seguro los habitantes de estos rumbos esperaban con ansias.

Por fortuna, los rayos del sol secaron las tiendas en poco tiempo. Como ya nos comenzaba a dar hambre, empacamos las bicicletas y antes de tomar camino rumbo a la ciudad, hicimos una parada en el mercado central.

El regreso lo hicimos por el mismo camino que llegamos y por suerte el día estivo nublado y con una suave brisa que hicieron de la subida a La Loma mucho más llevadera.

Preparativos para esta ruta

La bicicleta adecuada

La bicicleta adecuada para esta ruta

Mi recomendación sería una bicicleta de gravel, con un rodado mínimo de 38 o 40 mm. Como podrás darte cuenta, la ruta incluye bastante asfalto y un segmento de tierra con algunas partes arenosas, por lo que una bicicleta de este tipo te ofrecerá polivalencia y buena eficiencia a lo largo del trayecto.

Dicho esto, nuestro compañero Alhan se aventó en su bicicleta de ruta y llegó sin mayor problema. En este caso, el segmento gravel fue el más complicado para esta bicicleta, más que nada por las rocas y las secciones con arena. Lo bueno es que sacó la destreza a relucir.

Del otro lado del espectro, también se podría realizar en una bicicleta de montaña. Pero eso sí, tomando en cuenta que la salida de la ciudad y la subida a La Loma pueden costar un poco más de trabajo.

Agua y comida

A lo largo de toda la ruta encontrarás donde abastecerte. Por lo tanto, no es necesario llevar más que snacks y unos dos bidones de agua para mantener los niveles de energía e hidratación. El único tramo en el que no habrá opción es de Juchitepec a Ayapango.

En cuanto a la comida en el campamento, tendrás mucha flexibilidad. El pueblo no está demasiado lejos, por lo que puedes optar por comprar comida para preparar en el campamento o comer en alguno de los innumerables restaurantes y puestos que ofrece Amecameca.

Dónde dormir

Camping en Amecameca

En Amecameca hay muchas opciones de alojamiento, que van desde hoteles, cabañas, sitios de camping y hasta glamping. Así que por eso no habrá problema. En nuestro caso queríamos acampar en un lugar cercano al pueblo para así no tener que cargar más que la tienda de campaña, sleeping y colchoneta y lo básico para preparar un café.

Ropa adecuada

Dependiendo de la época del año en la que realices la ruta, deberás ir preparado para los elementos. Pero ten en cuenta que en Amecameca, especialmente entre más te adentres en el bosque, la temperatura puede disminuir considerablemente. Así que no es mala idea llevar una chamarra de plumas para el frío y un impermeable.

Cuándo hacer esta ruta

Esta ruta se puede hacer prácticamente durante todo el año. Considera que durante el verano las lluvias son comunes y durante el invierno las temperaturas en Amecameca pueden rondar los 0º C. El regreso a la ciudad desde La Loma es pura bajada, así que con lluvia extrema precauciones y no olvides un buen juego de luces.

Fotografía José Luis Ramírez

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