Nomad Martin en ruta

Ruta por Serra de Tramuntana en bicicleta – rumbo a la luz

Las islas baleares son un archipiélago que emerge en aguas del mar Mediterráneo, situado frente la costa levantina española. Principalmente encontramos cuatro islas habitadas: Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera.

En esta ocasión nos adentramos en la mayor de ellas, Mallorca, también conocida en el pasado como la ‘isla de la calma’, para recorrer de oeste a este su tesoro más preciado: la Serra de Tramuntana.

Faro de Formentor

Mi primer contacto con las islas fue navegando, hace ya bastantes años. Recuerdo los bordos interminables y las duras ceñidas proa al viento recorriendo la costa norte mallorquina y preguntándome cómo debería ser estar del otro lado y mirar hacia el horizonte desde tierra.

Esta ruta completa es mi pequeño homenaje a aquellos tiempos de brisas saladas y atardeceres únicos. Desde el islote de Sa Dragonera al imponente Faro de Formentor. Rumbo a la luz a golpe de pedal, ¿te apuntas?

Ruta en bicicleta por Serra de Tramuntana, Mallorca

Piensa en todas aquellas cosas que te gustaría que tuviera tu isla ideal y proyéctalas en un trozo de tierra de unos 100 kilómetros de largo por 70 de ancho. Bienvenido a Mallorca.

Montañas y bosques en la costa norte, playas paradisiacas en el sur, pueblos de piedra como salidos de un cuento y una gastronomía para chuparse los dedos son solo algunas de las razones por las cuales esta singular isla es uno de los destinos más visitados del Mediterráneo. Así mismo esta gran roca es uno de los destinos ciclistas más populares de Europa, incluso para el ciclismo profesional.

Las 3 rutas detalladas a continuación son tramos conectados de la ruta completa que atraviesa de oeste a este toda la Serra de Tramuntana por su eje principal, la carretera Ma-10. La posibilidad de realizar cada tramo por separado o llegar a conectar la totalidad de la ruta es algo que aún me motivó más a la hora de adentrarme en esta increíble aventura en bicicleta.

Día 1 – Ruta de San Telmo a Valldemossa

Lugares favoritos

  • Punta Negra – zona de recreo con panorámicas a la isla de Sa Dragonera
  • Mirador de Ricard Roca – un café con vistas increíbles
  • Port des Canonge – un pintoresco puerto pescador
Vista de Sa Dragonera al anochecer

Sa Dragonera

Mi jornada empieza en San Telmo, un pintoresco pueblo costero situado en la costa poniente. A tan solo unos cientos de metros dirección norte, nos encontramos un camino de grava que nos conduce a uno de los lugares destacados de la ruta. Se trata de Punta Negra, un enorme pinar que alberga una zona de descanso ideal para presenciar al completo la isla de Sa Dragonera. Sus puestas de sol te dejarán sin palabras.

Desde la playa de San Telmo me preparo para partir hacia el interior, no sin antes haberme refrescado en sus aguas turquesas. Antes de adentrarme en el Paraje Natural de la Serra de Tramuntana paso por las poblaciones de S’arracó y Andratx.

Estas me vienen genial para poder hacer las últimas compras y desayunar el típico ‘Pa amb oli’ (Pan con tomate y aceite de oliva con charcutería y quesos locales) para tomar fuerzas. El primer puerto de montaña está a la vuelta de la esquina.

El Coll de Sa Gramola

La orografía mallorquina no parece muy exigente a través de los mapas, ya que la altura máxima que alcanzaremos en toda la travesía no supera los 1000 metros sobre el nivel del mar. Aun así, su caprichoso relieve hace que en muchas ocasiones la carretera te ponga a prueba.

Toda la ruta transcurre en un sinfín de subidas y bajadas. Puertos, repechos, pasos y curvas, algunas de ellas endemoniadas, que seguro te harán sudar la gota gorda.

Tras el cafecito viene el primer puerto de montaña, el ‘Coll de Sa Gramola’. Dejo atrás las playas de arena fina y la pequeña ‘cordillera’ insular me da la bienvenida mostrándome sus escarpados acantilados.

A partir de este punto las montañas se adueñan del paisaje. Cañones, bosques y torrentes componen una línea de costa salvaje y abrupta, como en la mayoría de las islas mediterráneas en su vertiente norte. Y es que no en vano el nombre de la sierra viene dado en honor al viento norte, uno de los más duros de la región: la Tramuntana.

La ruta no deja de sorprenderme, curva tras curva, una nueva panorámica que me hace imposible avanzar al ritmo que tenía pensado. No importa si pedaleas con tu cámara o simplemente con tu teléfono móvil, asegúrate de llevar la batería bien cargada.

Bicicleta de bikepacking en Mallorca

Te garantizo que ninguno de los tres tramos te va a defraudar. En muchas curvas encontrarás miradores, apeaderos e incluso cafecitos donde poder parar de manera segura a tomar tus mejores instantáneas.

Establiments y Banyalbufar

Así como sucede con el paisaje, las paradas en los pueblos que unen la ruta se hacen obligatorias. La lista de mercadillos, cafés con encanto y rincones llenos de magia se hace interminable. Aprovecha para empaparte del arte y la gracia de cada uno de ellos, así como de sus gentes.

Ese es precisamente el caso de Establiments y Banyalbufar, dos pueblitos con acceso al mar que son la excusa perfecta para una parada en boxes. Además ambos aparecerán en tu ruta a la hora del almuerzo, ¿qué más se puede pedir?

Port des Canonge

Si bien la carretera Ma-10 es la columna vertebral que recorre toda la Serra de Tramuntana por la cornisa de sus montañas, puedes encontrar innumerables desvíos y caminos que la conectan con las pequeñas playas y aldeas situadas al nivel del mar. Este es el caso de otro de los puntos destacados, marcados como un desvío de la ruta principal trackeada. Se trata de la carretera del ‘Port des Canonge’.

Alrededor de 5 kilómetros de locura total en forma de curvas que te conducen a una de las playas de guijarro más auténticas de toda la isla. De ambiente familiar y con toda la tradición marinera, serás capaz de bajar montado en tu bicicleta hasta las mismísimas casetas de los pescadores para disfrutar de un refrescante baño post-almuerzo o la más épica de las siestas a la sombra de sus cañizos.

Aunque en mi opinión la localización merece absolutamente el esfuerzo, recuerda que en tu regreso tendrás que subir todo lo bajado para volver a la ruta original. Así que en función de como vayas de tiempo quizás tengas que valorar el dejar este extra de la aventura para otro momento.

Valldemossa

A partir de aquí ya son pocos kilómetros los que me separan de mi destino final. Los continuos toboganes de asfalto y el incesante sol se empiezan a hacer notorios. Pese a ello, algo me dice que el final del día me va a sonreír.

Entre campos de olivos y fincas centenarias llego a uno de los pueblos estandarte de la isla, Valldemossa. ¿Quién me iba a decir que este refugio de artistas, escritores y músicos de la talla de Rubén Darío o Chopin me iba a dar cobijo por una noche?

En la siguiente ruta partimos de este encantador pueblo y trimamos nuestras velas rumbo hacia el corazón de la Tramuntana.

Día 2 – Ruta de Valldemossa a Lluc

Lugares favoritos

  • Sa Foradada – un mirador perfecto para disfrutar de vistas inigualables
  • Embalse de Cúber – perfecto para tomar una pausa, comer algo y refrescarse un poco
  • Carretera de Sa Calobra – 14 kilómetros endiablados repletos de curvas con vistas que te dejarán con la boca abierta
Carretera de Valldemossa a Lluc

Amanece en Valldemossa, desde primera hora de la mañana el pueblo va cobrando vida. Los locales y turistas más madrugadores se lanzan a las calles en busca del pan recién horneado. Aquí uno es capaz de encontrar las panaderías guiándose tan solo por el olfato. 

Ocho de la mañana, ya estoy listo para afrontar la intrigante etapa de hoy, aunque no sin antes dar un paseo por el casco antiguo saboreando un rico café. La Iglesia de San Bartolomé y la particular Cartuja sobresalen entre las casas de piedra. Decenas de rincones llenos de encanto que aún me dan más ganas de pedalear en busca de más kilómetros.

Sa Foradada

Nada más al salir y antes de llegar a Deià, por cierto, también parada obligatoria, nos encontramos con el mirador de Sa Foradada (uno de los puntos destacados de la ruta).

Se trata de una formación rocosa en forma de espigón que entra al mar con un curioso agujero en su punta. Su nombre en mallorquín significa ‘La agujereada’. El lugar está dotado de Bar y Restaurante desde donde podrás divisar increíbles puestas de sol tomando algo refrescante.

Mirador de Sa Foradada

Deià

En mi caso, decido hacer tan solo una pequeña parada en el camino para hacer unas fotos y continuar hasta el siguiente pueblo.

Deià, al igual que Valldemossa es otra de las joyas de la Tramuntana. Se trata de un pueblito alzado en una colina rodeado por lo que fue un sistema de terrazas diseñado para el riego, construido en su época de invasión musulmana.

Vista de Deià

En la actualidad es una de las poblaciones más codiciadas de la isla, donde numerosas personalidades de ámbito internacional disponen de segundas residencias. 

La carretera principal atraviesa el mítico pueblo por su mitad convirtiéndose en su avenida más transitada en horas punta. Es en esta misma, donde encontrarás un completo supermercado donde poder abastecerte para el siguiente tramo de la ruta.

Te aconsejo que pruebes la ‘coca de trampó’ de cualquiera de sus panaderías. Masa fina y aceitosa, bien crujiente y horneada con verduras locales asadas. A mí me vuelve loco.

A partir de este punto prepárate para el disfrute. Una carretera de curvas por las cornisas de los acantilados de la costa te conducirá de bajada hacia el siguiente núcleo urbano. Aquí aprovecho para recomendarte que no vayas demasiado rápido, en este tramo el tráfico suele ser bastante fluido.

Carretera saliendo de Deià

Sóller, hacia el corazón de la isla

Tras la bajada por la cornisa nos adentramos en un cañón que nos conduce al pueblo de Sóller.

Sóller es la localidad más grande que encontramos en la costa norte de Mallorca. En ella encontrarás todos los servicios que puedas necesitar, incluidos posibles repuestos para tu bicicleta.

Desde aquí te recomiendo tomar fuerzas y mentalizarte para lo que viene, estás a punto de enfrentarte al mayor puerto de todo el recorrido. Allí a lo alto puedes contemplar la pared a superar, 840 metros de desnivel en 17 kilómetros de ascenso. Pero antes, pasarás por el que es considerado como uno de los pueblos más bonitos de España, Fornalutx.

Fornalutx

Este pintoresco pueblo te ofrece la última oportunidad para abastecerte en cuanto a víveres y agua antes de ascender el puerto que te conducirá alrededor del punto más alto de la isla, el Puig Major. Te invito a hacer una pequeña parada para perderte por sus bucólicos callejones llenos de flores y plantas.

La carretera se hace algo pesada, aunque también te va recompensando con el panorama. A lo largo de la subida encuentras diversos miradores desde los cuales puedes divisar incluso el Puerto de Sóller.

El último tramo te lleva a cruzar un túnel que te conduce al otro lado del macizo. Enhorabuena, estás en el corazón de la isla.

Túnel saliendo de Fornalutx

Embalses de Cúber y Gorg Blau

Nada más al cruzar el túnel percibo una atmósfera distinta, el mar desaparece de mi vista y los accidentes montañosos ganan terreno. Unos kilómetros más tarde llego al primero de los embalses, el de Cúber. Aquí aprovecho para buscar alguna sombra donde reponerme tras la subida.

Embalses de Cúber y Gorg Blau

Tanto el embalse de Cúber como el de Gorg Blau disponen de zonas de picnic con mesas y bancos de madera perfectos para parar a almorzar. Por otra parte si lo tuyo es el gravel seguro que te encantará perderte por los caminos que rodean sus lagunas.  En ambos embalses está prohibido acampar y bañarse, ya que son las dos reservas de agua principales de la isla.

Sa Calobra

Dejando atrás la zona de los embalses ya todo es bajada hasta el final de la etapa, aunque antes decido explorar una de las carreteras más famosas de la isla.

Vista aerea de carretera de Sa Calobra

Se trata de la carretera de Sa Calobra (también marcada como destacada en la ruta). Estás ante un serpentín inverosímil de curvas que te conducirán a una de las localizaciones más increíbles de la isla, la playa de Sa Calobra y el Torrent de Pareis. 

Este desvío lo veo más bien como un pequeño plan alternativo dentro de la ruta. Para poderlo disfrutar con total tranquilidad lo suyo sería invertir un día completo. Aun así, te recomendaría hacer al menos los primeros kilómetros hasta el mirador del gran loop que se observa en las fotos, desde allí tienes una panorámica completa de sus endiabladas curvas.

Llegada a Lluc

Por si el día aún no te ha parecido lo suficientemente intenso y lleno de contrastes. ¿Qué te parece la idea de llegar a un santuario centenario y tener la posibilidad de acampar bajo uno de sus olivos?

Bien, eso es precisamente lo que me encontré en Lluc, en el municipio de Escorca. Un lugar de culto en un entorno sin igual con la que para mí fue la mejor zona de acampada que te ofrece la isla.

El camping pertenece al Consell de Mallorca y te ofrece zona de acampada, picnic, baños y ducha de agua caliente a precio popular. En las instalaciones del Santuario podrás encontrar una pequeña tienda de comestibles y un par de restaurantes, aun así te recomendaría que trajeras provisiones de antemano, ya que sus horarios dependen de la temporada y sus precios son más elevados.

Tras la ducha caliente caigo redondo en mi tienda de campaña, aún no me he dormido y ya sueño con la siguiente etapa. Por delante me espera una buena navegada en busca del faro, la calma tras la tempestad.

Día 3 – Ruta de Lluc al Faro de Formentor

Lugares favoritos

  • Cala Sant Vicenç – una hermosa playa de rocas con aguas turquesa
  • Playa de Puerto Pollensa – pintoresca playa en el puerto
  • Faro de Formentor – un lugar mágico que sin lugar a dudas merece todas y cada una de las gotas de sudor

Mi último día en la sierra arranca en Lluc, en la zona de acampada de ‘Sa Font Coberta’. Ha sido una noche tranquila sin la humedad de la costa y de silencio sepulcral, me encuentro con las pilas cargadas para la etapa reina de la ruta.

Recojo el campamento, alisto la bicicleta y antes de salir a rodar visito con calma las instalaciones del monasterio. Antes de iniciar mi camino, aprovecho para tomar mi café matutino observado por las estatuas del claustro.

Carretera entre pinares

Tan solo habiendo pedaleado las primeras curvas ya me doy cuenta de que lo que se viene por delante me va a gustar. Una lengua de asfalto que se abre paso entre bosques de pinares y formaciones rocosas me conduce de bajada hacia el final del Paraje Natural de la Sierra de Tramuntana y me da la despedida enviándome directo hacia mi próximo destino, la bahía de Pollensa.

Pollensa

La carretera de bajada es tranquila y no hay mucho tráfico hasta llegar al pueblo de Pollensa. En él aprovecho para hacer algunas compras y visitar su centro histórico de aire romano. Las plazas están engalanadas por las fiestas de la temporada y el calor empieza a acentuarse hora tras hora, las playas del norte me llaman.

Plaza en Pollensa

Cala Sant Vicenç

Salgo de Pollensa rumbo a la bahía y tomo un desvío marcado como uno de los puntos destacados de esta ruta. Es hora de pegarnos un baño en cala Sant Vicenç. 

Una carretera de apenas pocos kilómetros me conduce a una de esas playas increíbles situadas en el norte de la isla. Azules turquesas, veleros fondeados y peñas de roca maciza abocadas al mar formando rincones perfectos para disfrutar de un almuerzo con sabor a sal.

Un par de horas más tarde estoy listo para continuar la ruta. Vuelvo a la carretera principal deshaciendo el desvío tomado y sigo pedaleando hasta llegar al Puerto de Pollensa, situado en la misma bahía que le da nombre.

Los puertos en las islas suelen ser los lugares con más concentración de turismo. Grandes hoteles y edificios de apartamentos afloran en la línea costera aunque siempre encuentras lugares que siguen conservando su magia de siempre.

Puerto de Pollensa

La bahía acoge un gran puerto deportivo y multitud de barcos danzan a la par en sus boyas a merced del viento. Los pantalanes llenos de llauts impecables (barcos típicos de las islas) son mis favoritos.

Formentor, rumbo a la luz

Llegados a este punto de la aventura y dejando el Puerto de Pollensa a mi espalda siento un cosquilleo en el estómago. Cada vez estoy más cerca de mi destino final, y sé que el cabo de Formentor no me lo va a poner fácil.

Después de casi un mes recorriendo varios cientos de kilómetros en Mallorca me adentro en una carretera que no tiene nada que ver con todas las pedaleadas anteriormente.

Curva tras curva el camino me va salpicando con panorámicas cada vez mejores y por si eso fuera poco, la luz de la tarde lo va pintando cada vez más interesante. Mi objetivo es llegar al faro para presenciar el atardecer.

A lo largo de mi vida he pedaleado miles de kilómetros en terrenos muy diversos, en múltiples continentes. He completado rutas de todos los tipos y me he enfrentado a la geografía más variopinta. Sin embargo, a día de hoy me atrevería a decir que estos últimos 16 kilómetros que recorren el cabo de Formentor hasta llegar al faro ocupan un lugar en mi top 5 de tramos de asfalto.

Carretera a Formentor

Curvas de infarto, paisajes que entremezclan mar y montaña y sobre todo esa sensación de estar llegando al mismísimo fin del mundo. Sencillamente brutal.

El Faro

Los últimos giros de la carretera se hacen muy emocionantes, sé que el faro que vengo persiguiendo en los últimos días está por aparecer de un momento a otro. Por un instante me siento como aquel grumete expectante en lo más alto del palo mayor deseando divisar tierra.

La última curva de izquierdas y allí está, impasible sobre el último peñón de la isla. En las tardes de verano los coches hacen cola para presenciar el atardecer desde este singular punto. La luz se va acaramelando minuto a minuto, la hora de la magia acaba de empezar.

La última misión: encontrar la luz

Después de tres fantásticos días recorriendo el norte mallorquín en busca del faro al fin me encontraba ante él y había tenido la oportunidad de presenciar el atardecer en uno de los puntos más especiales de la isla. Ahora bien, esta decisión suponía el tener que asumir otras consecuencias.

Faro de Formentor al anochecer

Tras la puesta de sol apenas me quedaba una media hora de luz y obviamente no me daba tiempo de volver a la población más cercana. En ese punto decidí darle la vuelta a la situación e intentar sacarle provecho, así que me busqué un rinconcito entre unas piedras donde pasar la noche al más puro estilo vivac.

Además me aseguré de conseguir un lugar desde el cual pudiera hacer aquella fotografía que hacía días tenía en mente, el primer rayo de luz.

He de reconocer que no fue la mejor noche de mi vida al raso, al anochecer el fuerte viento norte se levantó y además pinché mi almohada con una de las piedras. De todas maneras el espectáculo de estrellas sumado al vaivén de los destellos del faro se encargaron de que ninguna inclemencia estropeara el momento.

La satisfacción de haber llegado a aquel lugar que te habías propuesto por tus propios medios no tiene precio. Un nuevo día se abre camino en la isla. La luz dorada de un nuevo amanecer vuelve a bañar el camino de vuelta.

Ciclistas en Mallorca

Saludo entre bostezos a los primeros ciclistas que se aventuran hacia el faro. Y es precisamente así, muerto de sueño, pero con una enorme sonrisa como alcanzo el fin de mi aventura en la isla. De bajada me meto en el túnel y no puedo evitar frenar y mirar hacia atrás. En ese momento pienso:

SÉ UN FARO. AÚN EN ESOS DÍAS DE TORMENTA MANTÉN ENCENDIDA LA LUZ DE TUS SUEÑOS.

Luz en el túnel

Preparativos y consejos para realizar la ruta

La bicicleta perfecta

Seguramente os estaréis preguntando por qué decidí hacer esta ruta con la bicicleta que aparece en muchas de las fotografías del artículo. Bien, la respuesta es sencilla: es mi única bicicleta, y eso es precisamente una de las cosas que más me gusta de esta aventura.

Esta es una ruta que se puede realizar con cualquier bicicleta de la cual dispongas. Toda la ruta principal transcurre por asfalto y puedes decidir aventurarte por todos los caminos de gravel que quieras.

La bicicleta lista para la aventura

En mi caso, pedalear con una bicicleta pensada para la montaña me restó velocidad y fluidez en las carreteras, pero por contra me ayudó a subir algunos de los puertos debido a su corto desarrollo.

Si pudiera escoger una bicicleta específica para esta travesía sería sin duda una de cicloturismo o gravel. Ligera pero a la vez robusta y con un neumático no demasiado delgado para ir más tranquilo entre tantas curvas.

Duración de la ruta

Según podéis ver en los tramos trackeados en Komoot yo decidí realizar cada una de las tres rutas en un día, aunque dada la concentración de lugares a destacar también me parece una muy buena idea el plantearse pedalear cada tramo en dos o incluso más días. Eso te permitiría ir mucho más relajado y con más tiempo para regalarte algún que otro bañito extra en alguna de las innumerables playas del norte de la isla.

Dónde dormir

En cuanto a dónde dormir lo primero que debéis saber es que la acampada libre no está permitida en las Islas Baleares, así que no os recomendaría plantar la tienda de campaña allí donde os plazca. Hay zonas de acampada específicas destinadas por el gobierno insular aunque en toda la ruta la única por la cual pasamos es la especificada en el Santuario de Lluc.

En mi caso particular, yo decidí pernoctar en la zona de descanso de Punta Negra, al principio de la aventura y en el cabo de Formentor dónde no tuve posibilidad de seguir pedaleando. En ambas ocasiones fue de manera muy discreta y a modo de vivac en lugares aislados y siempre dejando el lugar mejor de lo que lo encontré. 

Por otra parte os recomendaría combinar estos lugares con alojamientos en alguno de los pueblitos encantadores de la ruta. La experiencia merece totalmente la pena y además estaréis apoyando el desarrollo de la economía local.

Dónde comer

Al igual que en todas las otras comunidades de España, Baleares tiene mucho que contar acerca de la comida. En todo el trayecto encontraréis cientos de bares, restaurantes, cafés, tienditas, supermercados y ferias dónde podréis abasteceros y sentaros a disfrutar de magníficos productos y platos deliciosos. 

Postre en Mallorca

Si es vuestro primer acercamiento con la gastronomía balear os recomendaría probar su famosa sobrasada de cerdo negro, sus embutidos y quesos locales. La coca de trampó y la de patata de Valldemossa son un clásico y no deberíais dejar pasar la ensaimada o coca de albaricoques de temporada.

El clima. ¿Cuál es la temporada perfecta?

Los veranos en las islas pueden llegar a ser muy calurosos y por lo general es cuando se concentra la mayor cantidad de turismo. Por contra, en invierno hay muchos lugares cerrados, el clima es demasiado frío como para disfrutar de las playas y es muy probable encontrar precipitaciones. 

Para mí la temporada ideal para perderme por estas carreteras sería en la primavera tardía (mayo – principios de julio) o bien al comienzo del otoño (mediados de septiembre – octubre). En cualquiera de estos dos intervalos encontrarás temperaturas más bien moderadas, baja afluencia de turistas y playas tranquilas con todos sus servicios operativos.

Consejos y recomendaciones

Bicicleta y cabrita
  • En cuanto al equipamiento necesario para la ruta asegúrate de llevar lo esencial. Yo acabé cargando una cocina de camping que tan solo utilicé una vez y de igual manera me pasó con la tienda de campaña. Va a depender mucho de la época en la que decidas aventurarte aunque como ítems esenciales te recomendaría incluir: navaja multiusos, kit de herramientas para la bicicleta, una chaqueta ligera para la noche y por supuesto un bañador.
  • Asegúrate de llevar suficiente agua en cada momento. En los meses de verano las temperaturas son extremas y muchas de las fuentes de la isla están secas. Lo último que quieres es verte subiendo un puerto de montaña a pleno sol con tus botellines secos.
  • Conduce con precaución en la ruta, tiene cientos de curvas y el paisaje invita a la distracción. Es muy común encontrar animales salvajes o ganado cruzando las carreteras.
  • En muchas de las playas de la isla encontrarás duchas de agua dulce, así como servicios públicos donde poder lavar algo de ropa y asearte, a mí me fueron muy útiles sobre todo en los días de calor extremo. La excusa perfecta para pegarte un chapuzón tras sudar la camiseta.

Fotografía Nomad Martin

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