Explicar que quieres recorrer el mundo sola y en bicicleta no es sencillo cuando tienes 20 años y eres mujer. Por eso mismo, después de un atípico curso en Londres, libre de exámenes y con una tímida primavera británica asomándose poco a poco, no me lo pensé dos veces. Al llegar junio cargué mis alforjas en una bicicleta de segunda mano y compré un billete de tren a Glasgow.
Puede que un pequeño empujón de impulsividad no me viniera mal para embarcarme en el que sería mi primer viaje sola. Sin embargo, si quería que la experiencia fuera buena y me quedaran ganas de repetir, era importante llevarlo todo bien preparado.
Ruta en bicicleta de Glasgow a Inverness
El destino no fue difícil de elegir. Después de 9 meses confinada en la capital inglesa, mi vena vasca afloró y no pude reprimir más el impulso de perderme en la naturaleza. Así pues, desplegué el mapa de Gran Bretaña y enseguida lo vi claro: Escocia era exactamente lo que estaba buscando, un paraíso lleno de lagos y castillos.
Como mi tren llegaba a Glasgow, decidí que los primeros días los dedicaría a atravesar el Parque Nacional de Loch Lomond, el lago más extenso de Escocia. De allí, cruzaría los picos más altos de la isla para llegar hasta Fort William, desde donde seguiría el recorrido del mítico tren de Hogwarts hasta Mallaig.
Los siguientes días los pasaría en el paraíso de la isla de Skye, tras la cual encararía los últimos kilómetros del viaje hasta Inverness para probar suerte buscando al tímido monstruo del lago Ness.
- Distancia total: 576 km
- Desnivel positivo: 4.620 metros
- Duración: 9 días
- Tipo de terreno: mayormente carretera
- Dónde dormir:
- Drymen
- Callander
- Tyndrum
- Fort William
- Mallaig
- Portree
- Dornie
- Drumnadrochit
- Inverness
- Paradas obligatorias:
- Día 2: Conic Hill
- Día 3: Loch Lubnaig y Dochart
- Día 4: Loch Tulla, Bidean Nam Bian y Loch Leven
- Día 5: Ben Nevis, Tren Jacobite y Acueducto de Glefinnan
- Día 6: The Prince´s Cairn, Loch Ainort y Sligachan Old Bridge
- Día 7: Caisteal Maol
- Día 8: Eilean Donan Castle, Invermorriston Falls y Urquhart Castle
- Día 9: Ness Islands e Inverness Castle
Bed & Breakfast
Tener claro el itinerario es importante cuando se quiere hacer un viaje en bicicleta, pero igual de primordial es tener un lugar en el que pasar las noches. Una tienda de campaña puede ser muy buena opción, sobre todo en un país como Escocia en el que la acampada libre está permitida, pero en esta ocasión decidí explotar una posibilidad más local: los Bed & Breakfast.
Este tipo de alojamiento consiste básicamente en alquilar una habitación con desayuno incluido. Hay de todo tipo dependiendo de la ubicación y el precio. En mi caso, en un intento de encontrar los lugares más baratos para ajustar el presupuesto del viaje, he tenido la suerte de acabar metida en remotos cottage escoceses en los que tuve oportunidad de convivir con auténticas familias locales.
Si las personas escocesas ya destacan por su amabilidad, esta se multiplicaba por cien cuando veían aparecer a una exhausta y delgaducha jovencita cargada con su pesada bicicleta en la puerta de su casa. Sorprendidos por mi voluntad y audacia de haberme embarcado en una aventura así, su mayor preocupación parecía ser que saliera de su hogar con el estómago lleno y así asegurarse de que iba a poder llegar al siguiente alojamiento.
Días 1, 2 y 3: cruzando el Parque Nacional de Loch Lomond
La primera lección que aprendí pedaleando por las carreteras escocesas fue que las cuestas me iban a acompañar durante toda la ruta. Ya para salir de la misma capital tuve que afrontar alguno que otro repecho que me hizo ir sudando y jadeando desde el primer kilómetro. Además, no tenía mucho tiempo para llegar hasta la casa en la que iba a pasar la primera noche, de forma que esta etapa se convirtió en una contrarreloj contra el sol que, a decir verdad, disfruté como una niña.
Afortunadamente, aunque el camino no para de ser un sube y baja constante, no hay pendientes demasiado pronunciadas y el paisaje es espectacular. Así, pedaleando por deshabitados caminos agrarios que serpentean entre colinas, pasando de granja en granja ante la curiosa mirada de las ovejas, llegué a la carretera principal que llevaba a Drymen, mi primer destino.
Ya estaba dentro del Parque Nacional de Loch Lomond, justo al lado de Ben Lomond, la icónica montaña que se impone a orillas del famoso lago. A pesar de la insistente recomendación de mi huésped de esta noche, precavidamente, decidí dejar la ascensión a este duro pico para otra ocasión y mejor subí a Conic Hill, una pequeña colina algo más accesible pero igualmente con unas vistas impresionantes del lago.
Desde aquí, continué mi camino por el parque hacia Callander, mi siguiente destino. En este tramo encontré algunos lagos, menos famosos que el de Loch Lomond, pero también con vistas singulares. A mi paso por estos lagos, tuve la oportunidad de ver en acción las pequeñas barcas que, día tras día, salen a faenar por sus tranquilas aguas.
A medida que me fui internado en el parque, fui encontrando estampas mucho más espectaculares. Así, la tercera y última etapa por esta zona me dejó sin palabras. Lagos rodeados de imponentes montañas, algún que otro castillo, y por supuesto, ovejas, muchas ovejas.
Día 4: Las montañas de Fort William
Si en algún momento sentí atisbo de pena por despedirme de Loch Lomond, este sentimiento enseguida desapareció cuando me topé con las imponentes montañas que me acompañaron hasta Fort William. Eso sí, para disfrutar de estos paisajes privilegiados, antes me tocó sufrir un poquito en el pequeño puerto que tuve que superar para llegar por fin a la panorámica del Loch Tulla.
En cualquier caso, enseguida se me olvidaron las penas y los dolores. Ante mí se desplegaba una cadena de enormes macizos que formaban un paisaje de ensueño.
Este tramo entre las cumbres más altas de Reino Unido fue probablemente una de las partes más espectaculares del viaje. Sin grandes pendientes, el camino te permite disfrutar del entorno en su totalidad, sorprendiéndote con las vistas que se esconden tras cada curva, con panorámicas cada cual más espectacular que la anterior.
Día 5: Persiguiendo el tren de Hogwarts
Dejando atrás a los gigantes de la isla, esta etapa transcurre en su mayoría en paralelo a las vías del tren que inspiró el mítico tren de Hogwarts de la famosísima saga de Harry Potter. En la realidad, el viejo tren Jacobite une los pueblos de Fort William y Mallaig en un recorrido que esconde estampas encantadoras.
Probablemente uno de los lugares más populares de la zona sea el acueducto de Glefinnan cuya fama se debe principalmente a que fue escenario de algunas escenas de las películas de Harry Potter. Sea por lo que sea, merece la pena desviarse unos pocos metros de la carretera principal para apreciar este curioso conducto entre montañas.
Al final del trayecto nos espera el pequeño pueblo pesquero de Mallaig. Una entrañable localidad perfecta para recargar un poco las pilas antes de tomar el ferry hacia uno de los paraísos naturales que alberga Escocia: la isla de Skye.
Día 6 y 7: El paraíso de Skye
Aunque esta pequeña isla triunfa especialmente entre los senderistas, sus escasas y poco transitadas carreteras también permiten descubrirla pedaleando. Los primeros kilómetros desde el embarcadero del ferry no son los más espectaculares, pero una vez pasada la localidad de Broadford, la isla nos va develando poco a poco sus maravillas.
Uno de los rincones más bonitos lo protagoniza el viejo puente de Sligachan, rodeado de montañas, y por supuesto, su respectivo lago. Además, hay un pequeño hotel que intenta aprovechar el pequeño tirón turístico que genera el monumento y que cuenta con una curiosa cafetería decorada como una vieja destilería que puede servirnos como un perfecto punto de avituallamiento.
Después de todo el día pedaleando entre los inhóspitos parajes de Skye, se agradece llegar a su principal población, Portree. Este pequeño pueblo tiene bastante vida por ser el punto de encuentro de todos los senderistas que pasan el día caminando por la isla. En cualquier caso, esta pequeña capital, además de ser un lugar de encuentro, también esconde algunos pintorescos rincones que no hay que perderse.
Dada la proximidad de este islote con la ínsula principal de Escocia, se puede salir de la misma a través de un puente que une Skye con la localidad de Kyle of Lochals. Pero antes de enfrentarnos a la descubierta pasarela, no podemos perdernos las ruinas de Casteal Maol. Esta derruida fortaleza celta ofrece unas vistas perfectas de lo que nos espera: los 500 metros del Skye bridge sin ninguna protección contra las corrientes marinas.
Día 8 y 9: En busca del monstruo del Lago Ness
La última parte del viaje transcurre desde la costa noroeste de Escocia hasta Inverness, capital de las highlands y localidad colindante al famoso Lago Ness. Este fragmento empieza en uno de los puntos más espectaculares del viaje: el castillo de Eilean Donan, una antigua fortaleza situada en una pequeña península del lago Alsh.
No muy lejos de allí empieza la última subida seria de la ruta: un pequeño puerto de 2,5 kilómetros al 4%. Por suerte, una vez pasado el alentador pub de The Cluanie, el camino se suaviza y prácticamente solo queda dejarse caer hasta el famoso Lago Ness.
Al llegar a este punto puede parecer que la meta está a la vuelta de la esquina, sin embargo todavía nos queda atravesar la extensa laguna para llegar hasta Inverness. En cualquier caso, se trata de 45 kilómetros bastante agradables pedaleando en paralelo a la orilla del lago que se pueden aprovechar para tratar de resolver el misterio del monstruo que supuestamente habita en estas aguas.
Enseguida nos encontraremos con las Ness Islands que marcan el final del lago y la puerta a la capital de las highlands. Con la meta final ya a la vista, poco a poco nos iremos adentrando en la localidad de Inverness.
A decir verdad, a pesar de ser una de las localidades más importantes de la región, el pueblo no es demasiado grande y además de su castillo y el antiguo Victorian Market, no hay mucho que ver. Eso sí, la ciudad cuenta con una buena cantidad de pubs perfectos para tomarse una pinta y un sabroso plato de haggis, la especialidad local, para recuperarnos de 9 intensos días de pedaleo.
Antes de hacer las alforjas
Bicicleta
Esta ruta fue diseñada con la intención de hacerla en una bicicleta de carretera por lo que la mayor parte del trayecto va por carreteras, dentro de lo posible, no muy transitadas. En mi caso no encontré demasiado tráfico y a pesar de no estar muy acostumbrada a este tipo de ciclismo, me sentí bastante segura.
Clima
No es un gran secreto que el clima escocés no es el más deseable para una aventura sobre dos ruedas. Tengo que reconocer que yo tuve mucha suerte, y sorprendentemente, no me tocó ningún día de lluvia. Ahora bien, esto no es lo normal. Si se quiere viajar a Escocia, hay que contar con que la lluvia va a ser un elemento que tener muy en cuenta. En cualquier caso, si hay alguna época en la que este aspecto puede darnos algo de tregua, es sin duda alguna el verano, en el que el calor tampoco va a ser un motivo de preocupación.
Comer
Es importante organizar bien dónde queremos comer con algo de antelación y asegurarnos de que habrá posibilidades de llevarlo a cabo. Puede haber largas secciones del camino en el que encontrar supermercados o restaurantes no sea sencillo así que hay que tener cuidado con no quedarnos sin provisiones.
Fotografía Alaitz Saez
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