Muchos podrán decirme que volcar un automóvil mientras lo conducía 180 km/hr por una carretera del sur de Texas, amplía, bien diseñada y que invita a la velocidad, no me hace versado en asuntos automovilísticos. Sin embargo, les puedo asegurar que las lesiones y seis meses sin poder caminar sí me hacen experto en las consecuencias y los peligros de conducir un automóvil a exceso de velocidad.
No es ningún secreto, cómo la velocidad juega un papel importante en las lesiones relacionadas con hechos de tránsito y las muertes de quienes comparten la vía, peatón, ciclistas y automovilista.
Posiblemente creas que a ti no te pasará, pero debo decir que lo mismo pensaba yo. El siniestro se dio, no por falta de pericia al volante, sino por el exceso de velocidad. Una de las llantas del auto estalló y no hay conductor que pueda controlar un automóvil sin una llanta a esas velocidades.
Así que 6 meses de parálisis en las piernas, 10 meses de usar corsé ortopédico del cuello al coxis y dos prótesis de vértebras lumbares, después, esto es lo que aprendí sobre las consecuencias de conducir a exceso de velocidad.
El cuerpo humano no fue creado para la velocidad
Sí, la vulnerabilidad del cuerpo humano en impactos dentro o fuera de automóvil, es mucha, pues como humanos no estamos hechos para soportar impactos a velocidad.
Estudios han demostrado que, incluso el ser humano más fuerte, no es capaz de resistir el impacto sufrido por un automóvil. Incluso los daños que sufrimos en impactos a velocidades, tales como 25 a 35 km/h, son serios para la fisonomía humana.
Si corres con suerte, pocas veces esos daños no son visibles e incluso no dan molestias, pero internamente tus vísceras y tejido blando se impactan contra el esqueleto a la velocidad que viajabas o a la que fuiste impactado. Resulta imposible desacelerar gradualmente, lo que invariablemente deja secuelas que años más tarde nos pasan factura.
El automóvil cada vez se fabrica con el propósito de alcanzar mayores velocidades y el cuerpo humano no ha evolucionado conforme aumentan la velocidad en los autos. Las desventajas de conducir a altas velocidades son muchas, incluso, sin contar con las lesiones que te puedes ocasionar.
Nuestro tiempo de reacción no evolucionó para la velocidad
No solo nuestros cuerpos son frágiles, también nuestra capacidad de respuesta ante una eventualidad a altas velocidades es una desventaja.
Imaginemos que conducimos nuestro automóvil sin distraernos, con ambas manos al volante y los 5 sentidos enfocados a la conducción. Así que olvídate de ir cantando tu playlist favorita, y mucho menos se te ocurra ver tu celular. ¿Correcto?
Una vez que detectamos una situación de riesgo, como automovilista tenemos la necesidad de frenar a cero. Hay un tiempo que transcurre entre que tu cerebro percibe el riesgo y le da la orden al pie para que sueltes el acelerador y pises el freno.
Este tiempo conocido como “tiempo de reacción” es aproximadamente de un segundo en la mayoría de los conductores promedio. Durante ese tiempo, el auto sigue circulando a la velocidad que venía, entonces, pongamos como ejemplo que circulabas a 100 km/h. A esa velocidad un auto recorre 28 metros cada segundo, resulta que solo en lo que te diste cuenta de que tienes que aplicar el freno de tu auto, este ya avanzó 28 metros en ese instante.
Para que se detenga un automóvil totalmente, se necesita de mayor distancia. No quiero ni imaginar todo lo que ocurre durante ese recorrido, y en el que inevitablemente te pones en peligro o, peor aún, pones en peligro de lesión e incluso muerte a otros.
Ya con el freno aplicado, un automóvil que circula por ejemplo en pavimento seco y con condiciones mecánicas óptimas: a 50 km/h necesita, según este estudio, 26 metros para poder detener completamente el vehículo. A 90 km/h la distancia aumenta hasta los 59 metros, mientras que circulando a 120 km/h son necesarios 92 metros para detener el vehículo. Entonces ¿para qué circular a altas velocidades?
Tu auto no necesita altas velocidades
No hay ninguna necesidad. De entrada, si eres dueño de un automóvil o te gusta conducir a altas velocidades bajo el pretexto que tu coche funciona mejor, déjame decirte que eso es ficción. Estudios han desmentido este mito, que parece ser que fue creado por la industria del automóvil, para justificar sus motores más revolucionados.
El exceso de velocidad acorta tu visión
Pero volviendo a nuestro problema evolutivo y a la velocidad. Resulta que nuestra visión también es muy limitada ante la velocidad. Esto se debe a que a mayor velocidad, tu campo de visión disminuirá, reduciendo tu agudeza visual. Esto puede causar visión doble y errores de cálculo en las distancias.
Según un estudio publicado por la Dirección General de Tránsito en España, una distracción en la conducción a 90 km/h, de solo tres segundos, supone que la persona al volante conduce a ciegas durante 75 metros.
A medida que incrementas la velocidad, las imágenes se tornan todavía más confusas. A efectos reales, se reduce el ángulo de tu visión del que depende que percibimos objetos y personas. Por ejemplo, a 65 km/h el ángulo de tu visión se reduce hasta los 70 grados, mientras que a 100 km/h el ángulo de visión periférica baja hasta 42 grados. A 130 km/h, se reduce a tan solo 30°, apareciendo el llamado “efecto túnel”. Por esta razón, el campo visual depende directamente de la velocidad a la que circulemos.
Reducir la velocidad puede salvar vidas
A muchos automovilistas no les gusta que se les limite la velocidad que sus máquinas pueden generar. Se quejan de que los límites de velocidad establecidos, son medidas para molestarles en su anhelada carrera en busca de velocidad o que tienen un claro motivo recaudador. Nada más alejado de la realidad.
Las disposiciones para implantar límites de velocidad más bajos, tienen un sentido más profundo, que nada tiene que ver con un simple capricho, recaudación, cuotas de los policías o como ya mencione, con entorpecer el rugir de sus motores. No, su razón de ser, es salvaguardar la vida de las personas.
La teoría es bastante simple: reducir el límite de velocidad en las vialidades, además de reducir el consumo de combustible y la emisión de contaminantes, especialmente proporciona mayor seguridad en el camino.
Estudios han demostrado que, reducir los límites de velocidad es una herramienta muy eficaz para crear entornos más seguros para todas las personas, sin importar el medio que decidan usar para moverse. Dando como resultado, vialidades que son ideales para compartir entre todos los grupos de usuarios, incluidos los más vulnerables.
Este tipo de iniciativas, englobadas bajo el concepto de Visión Cero, es clara en sus preceptos: «No hay pérdida de vida aceptable». Y sí, efectivamente las vialidades necesitan mantenerse en movimiento, pero también deben diseñarse para protegernos en cada paso, pedalazo e, incluso en cada automóvil.
No es casualidad que las ciudades más progresistas e interesadas en salvaguardar a sus ciudadanos, estén reduciendo los límites de velocidad.
Un estudio publicado por Smart Growth America, identificó los resultados de colisiones a diferentes límites de velocidad y los efectos que producen en el siniestrado.
No hay una sola solución para hacer nuestras calles más seguras. Sin embargo, sí hay soluciones comprobadas que podemos seguir colectivamente.
Ciertamente, el implementar límites de velocidad más bajos no es el único factor en esta ecuación para conseguir mayor seguridad vial. Una aplicación más estricta de las leyes y reglamentos de tránsito, la instalación de mejor infraestructura para bicicletas y peatones, además de la implementación de «Calles completas» se están convirtiendo en herramientas más poderosas y populares entre las ciudades más progresistas para brindar mayor seguridad vial a sus ciudadanos.