Este viaje comienza a la sombra de la Sierra de Gredos, con la bicicleta preparada para descubrir su extremo occidental. Forma parte del sistema central y divide en dos la gran meseta del país. Desde aquí, la sierra dibuja el horizonte con sus montes, un paisaje muy distinto a lo que me rodea: tierra de costumbres y cultivos. Pero no son solo montañas lo que tiene este lugar. El agua que en sus picos surge dibuja valles que no nos podemos perder.
Tras unos días chapoteando en las bravas aguas del río Tormes y dando la bienvenida a días tan largos como calurosos, me pongo a pedalear. Los paisajes de Gredos invitan a iniciar un viaje por sus muchas comarcas. Allá donde te lleven los pedales descubrirás historias detenidas en el tiempo y otras nuevas por contar, desde la exigente ruta de Transgredos o travesías más cortas como esta.
En esta ocasión recorreremos tres valles al oeste de sus picos nevados: el del Ambroz, el del Jerte y el de La Vera. Desde su cara norte a la vertiente sur de la misma sierra. Y ocupando su privilegiado lugar entre las provincias de Ávila, Salamanca y Cáceres.
El Valle del Ambroz
- Duración: Media jornada para pedalear y la otra media para descubrir los rincones de dos de los pueblos más bonitos de la sierra.
- Paradas obligadas: Recorrer Candelario y Hervás con la bicicleta puede ser duro. Si te cuesta mucho por el desnivel o los adoquines, lo mejor es que te bajes, empujes y te pierdas entre sus callejuelas. Sin duda merecerá la pena. No te pierdas el barrio judío y la vereda del Río Ambroz en Hervás.
- Lugares para comer: El hogar de la Tercera Edad de Candelario es un lugar auténtico para comer unas patatas revolconas y arrancar con fuerzas. Cuando llegues a Hervás tendrás muchas más opciones para tomar algo y descansar.
- Dónde dormir: La acampada libre está prohibida. Si es tu intención, monta la tienda de campaña para dormir y sal temprano. Sé consciente de los cuidados que has de tener: dejarlo tal y como lo encontraste (incluso mejor) y actúa con mucho respeto. Recomiendo llevar siempre una bolsa en la que puedas guardar los plásticos que vayas encontrando. ¡Qué menos, ya que has descansado disfrutando del lugar! Si quieres acampar, pero también darte una ducha, te recomiendo el camping El Pinajarro. Y si quieres disfrutar de una noche entre paredes medievales, todo tipo de opciones te esperan en Hervás.
Me encuentro descendiendo las calles de Candelario, con el freno trasero chillando y avisando a todo el pueblo de que ya he llegado. Por suerte hay días en los que estos pueblos parecen desiertos. Así que sigo descendiendo lento, intentando alargar en todo lo posible mi ruidosa visita. Más tarde le echo un ojo a ese freno.
Vengo desde otro valle, el del Tormes. He amanecido junto a un castillo en El Barco de Ávila y he pedaleado toda la mañana rumbo a la sierra de Béjar. En Navacarros me desvío hacia el sur y así llego a uno de los pueblos más bonitos de España.
Mi visita comienza desde el antiguo lavadero, a través de un puente medieval que cruza el río. Ya se respira tradición y no solo por el ahumado de sus famosos chorizos. La sierra está muy presente. Me acompaña el agua del deshielo que corre por las regueras de las calles.
Tras el descenso por las empinadas cuestas de Candelario llego a la Ermita del Humilladero, el centro. Es el punto de partida de esta ruta. De ahí en adelante continúo por un viejo asfalto en el que ya nadie circula, en un sube y sube muy ligero que se despide de Castilla y León para entrar en la provincia de Cáceres.
Dejando atrás el embalse de Navamuño, y en la cota más alta de la jornada, llega una de mis primeras paradas, al pie del Pozo de las Nieves, un antiguo almacén para servir a los pueblos del valle de hielo. Desde aquí se toma otra vieja carretera, conocida como “la de Garganta”, un pueblo con encanto, pero que en esta ocasión decido pasar de largo y dejarlo para otra visita.
Un atajo llama mi atención. Es un camino de montaña que le da al día un poco de acción. Desde ahí, en la ermita de San Gregorio, se abre el valle del Ambroz ante mis ojos.
Continúa el suave y largo descenso hasta Hervás. Aproximadamente 15 kilómetros entre castaños para llegar a la Vía Verde de la Ruta de la Plata y finalmente, nuestro destino. Si Candelario me había sorprendido, Hervás no se queda atrás. Prepárate para un viaje en el tiempo y visitar la joya del valle: su judería.
Antes de descubrir los rincones que promete, que son muchos, con sus subidas y bajadas, escaleras y visitas inesperadas, piensa si lo quieres hacer en bicicleta o a pie. Si prefieres liberarte de las dos ruedas, puedes dejarla sin ningún tipo de coste en la oficina de turismo.
El Valle del Jerte
- Duración: Una jornada, incluyendo un merecido baño en la Garganta de los Infiernos.
- Paradas obligadas: No dejes nada por ver en Hervás, la próxima parada será en el puerto de Honduras. Obligada porque acabarás de ascender 1000 metros y las vistas del Jerte te esperan.
- Lugares para comer: En la entrada de la Reserva Natural y a orillas del Río Jerte, hay varios merenderos en los que te servirán lo que necesites para recuperarte de la jornada. Y si vas en temporada, mayo o junio, te saldrán las cerezas por las orejas.
- Dónde dormir: Pregunta y llegarás. Así hice yo, pidiendo consejo a los guardaparques para pernoctar bajo techo. La recomendación fue el Refugio del Escribano, frente a los pilones. Una buena opción. Si lo prefieres, existen varias opciones de camping en torno al río.
Arranca la jornada con una sonrisa y la emoción de un reto por delante: superar el puerto de Honduras. ¡Y es que cuando se dice que es “una etapa de la vuelta ciclista” no es poca cosa! Así que ánimo y a los pedales.
Tras despedir mi paso por este valle, me espera el del Jerte al final de una subidita en sombra. Algo más de 15 kilómetros, la mayor parte de ellos bajo castaños. Una curva y otra hasta que estoy lo suficientemente alto como para poder disfrutar de la panorámica y decir: todo esto lo he subido. Y vuelvo a sonreír.
Todo cambia, el bosque caducifolio se convierte en páramo montañoso de verdes pastos. Tan solo hay alguna que otra vaquita y el agua clara que más tarde corre con fuerza comienza su viaje. Una vez aquí, nos dirigimos al mismo lugar, hacia abajo. Es momento del descenso al esperado Valle del Jerte.
Un millón y medio de cerezos lo decoran. A inicios de primavera, su floración es uno de los mayores espectáculos del año en la sierra. Y a estas alturas del año, tengo suerte de encontrar sus frutos maduros. Puedo ir haciendo paradas y llenando los bolsillos con ricas cerezas.
La curiosidad hace que me pare ante algunos trabajadores del campo. Entre risas, con la bicicleta apoyada en el árbol y comiendo más cerezas, me cuentan la leyenda de por qué y de dónde viene esta tradición. Resulta que un zar ruso encontró en el Valle del Jerte el lugar perfecto para su descanso e hizo plantar todos estos cerezos recordando así a su esposa la nieve de su tierra natal durante los diez días que dura su floración. Una bonita historia para seguir pedaleando.
Llego al río que da nombre al valle. Cruzo el puente que anuncia la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos, mi destino. Es un escondite entre tanto cerezo, un lugar mágico que alberga una secuencia de barrancos y piscinas naturales excavadas en la roca. Después de esta dura y bonita jornada… ¡Es momento de pausar la ruta en Komoot y darse un baño! ¡Un descanso muy merecido!
El Valle de La Vera
- Duración: Una jornada (Lo hice en dos porque la lluvia interrumpió mi travesía)
- Paradas obligadas: En el valle del Jerte vas a encontrar muchas piscinas naturales, gargantas y pozas. El agua va a estar fresquita, pero Garganta la Olla es imprescindible. Además de visitar el pueblo, podrás continuar la ruta y parar en el Monasterio de Yuste.
- Lugares para comer: ¡Pimentón de La Vera! En el bar más sencillo como en el mejor restaurante. Un lugar de referencia en la taberna Las Gemelas
- Dónde dormir: Encontrarás zonas en las que acampar. El camping del Piornal está cerrado la mayor parte del año. A mi paso encontré la puerta abierta e hice uso de sus instalaciones para protegerme de la lluvia, siempre con mucho respeto, dejándolo tal y como lo encontré. Una buena alternativa y económica es el Hostal Yuste, donde están acostumbrados al paso de ciclistas.
El único modo de cruzar de un valle a otro es subir y bajar el monte que los separa. En esta etapa me espera el puerto de Piornal, el pueblo más alto de Extremadura. Que no solo presume de ello, sino de la increíble tradición de sus fiestas locales, preservadas en los muros de sus casas con increíbles murales. Pinturas e historias que tan solo veo de pasada, pues cruzo sus calles pedaleando tan fuerte como puedo. La razón de mi fugaz visita es un aguacero que hace de mi ascensión un reto interminable.
Dan lluvias para el resto del día y a pesar de que me he puesto tibio a cerezas por el camino, empieza a hacer frío. No llevo ropa adecuada para tanta agua y descender 1000 metros en 20 kilómetros supone llegar a La Vera congelado. No olvido mi intención: disfrutar.
Me concedo el tiempo para improvisar un hogar donde secar la ropa y descansar. ¡Si te adelantas a las situaciones, cualquier problema se convierte en una taza de chocolate caliente!
La aventura tiene que continuar. Y no puede ser de mejor modo, vuelvo a darle al play a komoot para completar esta historia y recorrer en pocos minutos lo que tanto me ha costado subir. Por delante encuentro otra de esas carreteras olvidadas en las que me siento tan libre y feliz sobre la bicicleta. Y un bosque espectacular que termina junto al pueblo de Garganta la Olla.
La Vera siempre me recordará dos cosas: el pimentón, capaz de alzar cualquier plato a la competencia por quién cocina con sazón y quién no. Y rocas erosionadas por arroyos: pozas, gargantas y piscinas naturales. Sin duda, el más refrescante baño para un cicloturista como yo. Todos los pueblos tienen la suya y perdérselas sería como no haber pasado por aquí.
Después de una noche en seco y cubierto de la borrasca que amenaza el final de mi paseo, sigo por suave y solitario pavimento. Este camino lo hizo el emperador Carlos V al final de sus días, de entre todos los posibles lugares que abarcaba el Mundo en aquel entonces, eligió uno, el tranquilo Monasterio de Yuste.
Este viaje no solo es una lección de historia. El pueblo de Cuacos, como todos los del valle, se jacta de ser la capital mundial del pimentón. Y decora sus abalconadas calles y plazas para recuerdo de los turistas.
Yo busco llevarme otro, con sabor casero y acompañado de un suave licor de frutos rojos, también de la zona. Tengo que ir pensando cuál es el mejor de los finales para esta aventura. ¿Brindar por la siguiente? ¡Y por la de quién se suba a la bicicleta para seguir mis rutas en Komoot por estos tres valles!
Los preparativos para tu viaje en bici
Si ya tienes la ruta organizada, es necesario saber que en cualquier momento los planes pueden cambiar. Por ejemplo, ante el clima o un accidente va a ser necesario que encuentres una alternativa. En la app de Komoot podrás trazar otras rutas posibles, por caminos conocidos y más fáciles, lugares en los que rellenar el botellín de agua o el pronóstico del tiempo. Una serie de funciones muy útiles para tener en cuenta.
La bicicleta adecuada
Las tres rutas que propongo para descubrir este rincón de la Sierra de Gredos discurren por carreteras, rutas por las que se puede pedalear en libertad, sin vehículos a motor enturbiando al aire a su paso.
En mi caso, uso una btt preparada para cualquier terreno junto algunas bolsas de bikepacking. Pero ¡Cualquier bicicleta es buena! Mi intención era huir del asfalto. Sin embargo, desalentado por las fuertes ascensiones a puertos y el agua del deshielo comprometiendo el pedaleo por pistas y caminos, cambié los planes adaptándome a un viaje menos exigente.
El clima
En Gredos el verano es muy cálido, siempre podrás encontrar algún regato en el que refrescarte, pero sobre la bicicleta deberías evitar las horas centrales del día. Y en invierno sus montes se cubren de nieve, convirtiéndose en un paisaje alpino de cielos grises.
Ten en cuenta que los bosques de estos valles son caducifolios. Encontrarás un paisaje totalmente diferente en primavera. Tan solo imagina el Valle del Jerte cubierto por las flores blancas de los cerezos y sabrás que es la mejor época para conocerlo. También el otoño, con todas las tonalidades por las que pasan los castaños hasta perder su hoja. Es otra época espectacular para pensar en explorar esta zona en bicicleta.
La ropa
Ya debería haber aprendido la lección, no tengo excusa. Me olvidé el chuvasquero. Honestamente, estudié el pronóstico del clima y no había nubes a la vista. Sin embargo, en mitad de la travesía, cambió y ya era demasiado tarde. Es una prenda que puede ser muy ligera y no ocupar apenas espacio en las alforjas.
Mi recomendación es que no cargues demasiada ropa. Lleva una pastilla de jabón natural para que puedas lavarla en cualquier lado y que no te dé vergüenza llevar la ropa interior secando con unos imperdibles a las alforjas.
Agua y comida
No vas a encontrar problema sobre dónde comer, recargar tus botellines de agua o adquirir algunas provisiones para el camino. Aunque todos los pueblos de la región son muy tranquilos, siempre encontrarás un lugar en el que te sirvan algo rico con la mejor de las sonrisas.
En cuanto a la hidratación, es algo que hay que tener muy en cuenta cuando nos disponemos a subir un puerto o recorremos una distancia más larga entre poblaciones. En cualquiera de los tres valles encontrarás fuentes en mitad de la ruta, que traerán menos caudal en los días más calurosos. Asegura llevar al menos un par de litros contigo y si pasas la noche lejos de cualquier punto en el que puedas recargarlos, piensa también en que puedas amanecer con una sed terrible.
Acampada
Encontrar un lugar tranquilo y llano en el que descansar bajo las estrellas no será un problema. Podrás montar tu tienda en claros que se abren entre los bosques y sobre todo, a orillas de los arroyos, sorteando piedras de buen calibre. Si prefieres subir hacia la sierra, ten en cuenta que podrás optar por algún que otro refugio.
Personalmente, me gusta ubicar las ermitas cerca de los pueblos en los que planeo terminar mis rutas. También me gusta pasar por las que quedan en el camino. Normalmente, encontrarás un lugar muy tranquilo, con agua y algún pórtico o lugar techado, por lo que si el clima acompaña no será necesario que montes tu tienda de campaña.
Gratitud
Por allá donde pases estará todo dispuesto para que disfrutes de la mejor de las experiencias. Encontrarás naturaleza rebosante de vida, gente que estará dispuesta a conocerte y ayudarte dado el caso, agua y no te faltará el plato. Cuida estos valles por los que ruedas, sé amable y deja la mejor de las impresiones para el colectivo ciclista. Respeta la Tierra para que sigamos viviendo buenas aventuras en ella.
Fotografía Pablo García
Términos de uso: Si decides hacer cualquiera de las rutas publicadas en pedalia.cc, lo haces bajo tu propio riesgo. La información aquí encontrada es únicamente un recurso que te ayudará a planear y deberá ser usada como inspiración, en conjunto con tu buen juicio y debida diligencia. pedalia.cc, sus fundadores, autores y contribuidores no son responsables, en ningún caso, por lesiones, daño a pertenencias personal o cualquier otra situación que pudiera suceder a personas circulando o siguiendo cualquiera de estas rutas.