Las Merindades, pertenecientes al norte de Burgos, llegaron a ser mi segunda casa hasta los quince años. Esta comarca confluye en un enclave situado entre la provincia de Cantabria, Bizkaia (País Vasco) y la meseta castellana. Desde los años de postguerra, con especial hincapié en los 60-70, los habitantes de esta zona emigraron a diferentes partes de Bizkaia y País Vasco en general en busca de mejores oportunidades y vida. De aquí que hoy en día sea un área donde muchos vascos poseen una segunda vivienda que usan para veranear.
Asimismo, existe también una clara conexión con Cantabria, en especial la Vega de Pas – donde hace poco estuvimos pedaleando la cara sur de sus puertos desde Espinosa de los Monteros. La conexión entre estos dos valles va un poco más allá de su cercanía. Los trueques durante la guerra, la trashumancia ganadera y las cabañas, muy propias de ambas zonas, servían como asentamientos nómadas en busca de mejores pastos debido a las condiciones climatológicas adversas del lugar.
Esta zona del oeste de las Merindades, visiblemente castigada también por la despoblación, se encuentra prácticamente vacía en los meses de invierno, mientras existe algo de vida con ambiente un poco más juvenil durante la época estival. Lo más destacable es que esta comarca fue un enclave estratégico de paso de gentes – en su mayoría comerciantes y transportadores de mercancías y ganado. También una zona muy castigada durante la Guerra Civil española, dejando familias destrozadas, mucha miseria y necesidad, pese a que muy poca gente tiende a evitar hablar de este tema. En las Merindades sobran espacios naturales que visitar, desfiladeros, caminos olvidados, ríos y cuevas que nos sorprenderán.
Y, me pregunto tras haber hecho las rutas con Igone y Tamu, un reencuentro esperado tras haber compartido los últimos cuatro días de la ‘ruta del corazón’ –marcada como 99 – por Suiza: “¿cómo es posible que Las Merindades casi ni se conocen fuera de su entorno teniendo el atractivo que tienen?” Pueblos singulares castellanos, portones preciosos, cascadas, montes muy poco explorados, muchas pistas de puro gravel y caminos naturales para disfrutar del downhill, barro y nieve. Descarga las rutas en Komoot que, ¡allá vamos!
3 rutas para descubrir el este de Las Merindades – Burgos
1. Los rincones del este – Las Merindades
- Visitas obligadas: Monumento Natural de Ojo Guareña, El Ventanón, Villamartín de Sotoscueva.
- Lugares para comer y dormir: esta zona es perfecta para la acampada libre –apenas hay vecinos y hay mucho terreno libre en la zona. Si sois de los que preferís un lugar, Cueva es el mejor sitio para ello. Casa Guareña, por ejemplo. Asimismo, para comer tenemos un rico y asequible menú del día en el Asador Cueva Kaite (10 euros).
El primer día tenía que ser asequible, una ruta de pocos kilómetros y con un desnivel proporcionado. Así es que elegimos descubrir los rincones que guarda esta zona, quizás los más conocidos, aunque a escala global sigan siendo desconocidos. De esta forma, tras un rico desayuno con productos de la zona –véase galletas italianas y hogaza local- arrancamos en una gélida mañana muy propia de esta zona. El pronóstico decía que la nieve llegaría en tres días exactamente, justo a tiempo para completar las tres rutas propuestas en Komoot y salir pitando de la zona de vuelta a casa antes de la tormenta.
Así es como empezamos rodando en llano, con varias capas térmicas y el rocío del amanecer que escondía el ganado y algunos de los montes de la sierra castellana. El plan de hoy sería un plan tranquilo, de rodar y sorprenderse por monumentos naturales y creados por el humano. De esta forma y después de pistear y subir durante un rato, llegamos al complejo natural de Ojo Guareña donde se puede visitar el interior –con cita previa a través de internet- y que sorprende a cualquiera pues nadie se imagina tal espectáculo: una ermita construida dentro de la propia piedra. Entre fotos y risas, y esperando al sol que se comiera la sombra, conocimos a una motera catalana que estaba por allí también de paso.
La magia del camino era increíble porque ¡teníamos conocidos en común! Hablamos sobre planes futuros, en la cabeza de las cuatro resonaban el nombre de Pakistán, Pamir y todas las joyas que esconde Asia Central. Estábamos hablando de tierras lejanas en un lugar también algo mágico y único, pero que nos hizo ver de nuevo lo pequeño que es el mundo.
Así seguimos la ruta hacia el bonito pueblo de Villamartín de Sotoscueva por una carretera muy poco transitada con vistas hacia Bizkaia. Un pueblo digno de visitar pues conserva sus casas increíblemente bien. Los soportales, corrales, piedra castellana y fuentes hacen de este pequeño pueblo algo mágico que no se ve ni aprecia en los pueblos de alrededor. Mientras aprovechamos a rellenar los botellines, paramos a que el sol nos caliente un poco y a quitarnos una capa de ropa pues ya nos vamos acercando hacia mediodía y, se nota. De nuevo cambiamos el asfalto por la pista y, poco a poco, tras unas cuestas donde alternamos el pushing y el pedaleo, llegamos al Ventanón.
La llegada es algo increíble porque hasta que no estás frente a esta ventana natural, esta no se abre. Un enclave perfecto para volver a parar y cocinarnos algo aprovechando el hambre y, de nuevo, el solete. Nada mejor que un plan así para después disfrutar de un poquito más de pisteo antes de volver a casa.
2. Ruta Engaña y Cotero – Las Merindades
- Visitas obligadas: panadería Luci (rica hogaza y dulces) en Pedrosa de Valdeporres, pueblo de la Engaña, Cotero, río Nela.
- Lugares para comer y dormir: ¡acampar es la mejor opción! Con cuidado porque son zonas con ganado y hay muchas cabañas y terrenos privados. Para comer, podemos hacerlo en el único bar que hay en Pedrosa. Asimismo tienen un pequeño supermercado donde podremos comprar alimentos básicos.
Después de otro rico desayuno, salimos de Pedrosa de Valdeporres en otra jornada heladora. La escarcha de la carretera y de la vegetación que nos rodeaba nos hacía ver de nuevo que el invierno estaba a la vuelta de la esquina. Lo bueno es que, con las primeras subidas empezamos a entrar en calor. Tanto que tuvimos que quitarnos la capa más gruesa al poco de empezar casi pasando San Martín de Porres, otro pueblito con mucho encanto en el que conservan las casas muy bien.
Esta vez dejamos los lugares para visitar en bajada pues el sol ya pegaría por esta zona si todo iba según lo previsto. Así es cómo continuamos pedaleando por pista gravel hasta la cuesta Casias, en paralelo al río Nela, un río muy limpio que baja de los montes con un sabor muy rico. Momento perfecto para rellenar nuestros botellines en caso de necesidad. Subiendo continuamos por un zigzag bastante cómodo mientras me van viniendo recuerdos de la infancia por estos lares donde mis abuelos guardaban sus potros, vacas y caballos durante ciertas épocas en la cabaña que teníamos y que atravesamos en bicicleta. Cabañas como las de la Vega de Pas donde los locales pasaban los duros inviernos en la segunda planta mientras cuidaban de su ganado en la cuadra, situada en la planta baja.
Llegamos tan devastadas que nos olvidamos de sacar una foto cumbre, pero pudimos apreciar esta cumbre de los Montes de Samo, en la divisoria de aguas que hace de frontera entre Cantabria y Burgos separando de la misma forma el valle de Pas, el norte y, Sotoscueva y Valdeporres, al sur. Habíamos llegado al máximo punto de esta sierra, más conocido como Coteru la Brena, a 1500 m. Recuerdo que mi abuelo intuía el pronóstico generalizado del invierno o verano según la nieve o los neveros que quedaban por esta zona. Desde hace unos pocos años, la nieve no se mantiene igual que antiguamente, así que supongo que esto es un claro indicio de la época que estamos viviendo.
¡Hora de iniciar el esperado descenso antes de quedarnos frías! Podemos ver en el mapa de Komoot que nuestra ruta pasará muy cerca del famoso túnel de La Engaña –de unos 7 km y cerrado al tránsito hoy en día- que Franco mandó construir y que nunca se utilizó. Mientras entre nosotras hablamos sobre este pueblo y demás pueblos que se construyeron durante la época de la guerra civil, llegamos al mismo para enlazar el camino Natural Santander- Mediterráneo de vuelta a Pedrosa y poder así completar la ruta. Ver el estado del pueblo de la Engaña no es algo muy placentero, pero sí interesante.
Desde hace ya muchos años abandonado, este lugar fue utilizado por obreros civiles e ingenieros durante la construcción del túnel de “La Engaña”, que pudiera haber facilitado el comercio en una vía férrea directa que hubiera ido entre Santander y Valencia (el Santander- Mediterráneo). Con un poco de mezcla de sentimientos en el cuerpo, salimos cuesta abajo de nuevo al pueblo de Pedrosa donde el bar a pie de carretera nos llama para un rico chocolate caliente. ¡Qué sería del bikepacking sin estos pequeños grandes momentos!
3. Ruta GR85 hasta Mena – Las Merindades
- Visitas obligadas: Villasana de Mena.
- Lugares para comer y dormir: Castrobarto, Torre de los Velasco, en Villasana hay bastante ambiente y oferta gastronómica, así como para dormir. Durante la ruta escasean ambas opciones, así que mejor la autogestión: tienda de campaña y comida para cocinar.
El GR-85 –más conocida como “Ruta de los Sentidos” transcurre por el este de Las Merindades siendo así un sendero semicircular diseñado especialmente para senderistas con nueve etapas que cruzan los valles de Mena, Losa, Tobalina, Valdivielso, Zamanzas y Valdeporres, entre otros. Esta es una ruta con mucha variedad de terrenos, desde pista, carretera hasta caminos antiguos y senderos poco transitados que, depende de la época del año, pueden llegar a estar intransitables. De los 165 km que dispone esa ruta, nosotras elegimos hacer solamente unos pocos, alternando un poco la ruta en ciertos tramos, debido al poco tiempo que nos quedaba y también al cansancio acumulado de los días anteriores y el viaje en sí.
Si hay algo que podemos destacar de estas etapas es la naturaleza además de los pueblitos pequeños que cruzamos. Estos guardan un patrimonio incalculable de valor histórico como Castrobarto, Espinosa o el propio Villasana, en la etapa que nosotras elegimos. Iniciamos con unos senderos que nos llevaron por el cañón de la Hoz donde tuvimos que echar nuestras gravel al hombro. Este no sería el único punto del camino donde lo tuvimos que hacer; también en el tramo después de Espinosa donde hay una explotación maderera y mucha maleza. El resto de la ruta es rodadora sobre pistas bastante agradecidas y disfrutonas pese a que nosotras ya notábamos mucho el cansancio.
Finalizando en el cantábrico Valle de Mena, superando los montes de la Peña Angulo –muy digno de disfrutar en bicicleta- por el puerto de la Magdalena ascendemos al Valle de Losa, conocido por sus patatas y desde donde vuelto a tener recuerdos de años pasados. Un pueblo con mucho ambiente –sobre todo en verano de junio a finales de agosto- y con un toque menos castellano en cuanto a la gastronomía, tradiciones y costumbres. Un final de ruta con buen gusto y apresuradas a bajar de la meseta castellana para evitar el anunciado temporal de nieve. ¡Allá vamos!
Un tesoro por descubrir
La zona este de las Merindades es sin duda un tesoro por descubrir en bicicleta. En su extensión confluyen la meseta castellana, el valle del Ebro y la Cordillera Cantábrica, lo que le hace un lugar peculiar que, depende de dónde te encuentres, puedas observar un paisaje u otro. Esta zona tan peculiar fue un espacio de transición por lo que guarda muchos secretos, historias, hábitats y arquitectura además de un clima peculiar tan cerca del mar Cantábrico.
Nosotras tres disfrutamos de un reencuentro esperado después de haber pedaleado juntas la ruta del corazón en Suiza, donde no sólo disfrutamos, sino que forjamos una bonita amistad. El sitio que me vio crecer de pequeña se convirtió en nuestro escenario para rodar y seguir descubriendo lugares que, pese a haber pasado mucho tiempo en la zona, ni sabía que existían. Una zona con patrimonio histórico, paisajístico y una cultura rural en unos pueblos donde cada año su población va descendiendo poco a poco y deja paso a los misterios de un futuro algo incierto.
La ‘España vacía’ tiene mucho que enseñarnos y parece que todavía no descubrimos el qué, hasta que recorres aquello en bicicleta. No dudes en descargarte las rutas en tu perfil de Komoot y seguir aquellas maravillosas pistas que te llevan a descubrir algunos de los territorios poco explorados por el este de Las Merindades de Burgos. ¡A disfrutar!
La bicicleta adecuada para estas rutas
Teniendo en cuenta los tipos terrenos de la zona y las rutas escogidas estaría, de nuevo, entre una bicicleta gravel –para las dos primeras rutas- y una de montaña para la tercera, pese a que también se podría hacer con una gravel. Lo bueno de esta zona es que gozamos de buenas pistas, caminos limpios –básicamente en época estival- y bien señalizados además de alternar zonas un poco menos transitadas.
Una vez más seguí siendo fiel a mi bicicleta ToutTerrain Outback 27.5 con el sistema Pinion Gear que, como bien dice su nombre, es una todo terreno y se adapta a todo tipo de caminos. Esta vez hubiera elegido la gravel ToutTerrain Vasco 27.5 pero la disfrutó Tamu, que venía de Asturias con ganas. La opción de bicicleta gravel diría yo que esta vez tendría que ir calzando cubiertas de al menos 2.3” para disfrutar sin problemas del terreno. De Igual manera para la última ruta siguiendo el GR-85.
Preparativos
Clima
Las Merindades cuentan con un clima de transición entre clima mediterráneo y atlántico, predominando en un mayor nivel este segundo. Para todas las personas que venimos de País Vasco u otras regiones colindantes más próximas al mar, llegar a las Merindades es algo así como “llegar a la meseta castellana” y todo lo que esto conlleva en cuanto al clima. Fríos inviernos con nevadas copiosas y veranos suaves. Sus precipitaciones en forma de lluvia no son tan altas como en País Vasco o Cantabria, pero sí más frías pese a que es algo más templado que en el resto de la región de Burgos.
Ropa adecuada para la estación
Siempre es importante chequear el clima en esta zona. Sobre todo, si vamos a pedalear en los meses que oscilan entre octubre y junio. Las nevadas, heladas y los cambios bruscos de tiempo son más suaves que antiguamente, pero se siguen dando. De aquí que siempre llevemos con nosotros unos guantes –aunque sean finos-, un cortaviento impermeable y unas buenas lentes para el viento.
Comida
Nos encontramos pedaleando en una zona donde podemos encontrar pueblitos con un bar donde podemos parar a reponer algo de fuerza mientras descansamos. Encontraremos mayor oferta entre junio y septiembre que el resto del año, aunque todavía hay algunos bares abiertos durante el otoño y el duro invierno. Esta es una zona rural donde se hace matanza del cerdo así que en muchos locales se pueden pedir torreznos típicos de la zona. Aun así ¡nunca está de más llevar barritas, frutos secos o cualquier snack que nos apetezca!
Agua
Importante este punto. Nosotras a penas bebimos agua porque, aunque salió el sol, hacía bastante frío y no nos invitaba a beber (error por nuestra parte). De todas formas, hay que tener en cuenta que estamos en una zona donde cruzamos pueblitos y donde hay ríos muy sanos y limpios en los que podemos rellenar los botellines. ¡En Komoot verás algún highlight en forma de fuente y río!
Acampada
Ya sabemos que la libre acampada está prohibida en todo el país. Sin embargo, si uno se esconde bien, deja todo limpio, no hace fuego y preserva todo al cual lo ha encontrado, no habrá ningún problema. Especial cuidado con los terrenos privados o terrenos donde hay ganado –caballos, yeguas, vacas- además de –aunque poco común- pueda haber lobo en tierras más altas como en Cotero.
Seguridad en la bicicleta
¡Siempre, siempre lleva casco y asegúrate de llevar la presión recomendada en las ruedas! Asimismo, chequear los frenos antes de salir.
Fotografía Ana Zamorano
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