El norte de Burgos se comunica con Cantabria a través de cinco pasos de montaña con un encanto especial debido a que pasamos desde la meseta burgalesa a la montaña cántabra. Habré subido a Espinosa de los Monteros más de mil veces durante los primeros años de mi vida. Sin embargo, no ha sido hasta hace unos pocos años que realmente he empezado a descubrir y disfrutar de sus alrededores.
Como suele suceder, cuando un lugar forma parte de tu rutina, se acaba convirtiendo en normalidad y tiendes a ir a los mismos lugares sin cuestionarte qué es lo que les rodea. Por fortuna, durante una de las etapas de ciclismo de la Vuelta a Burgos descubrí dos de los puertos que hoy quiero compartir con todos vosotros para que la magia de estos puertos llegue un poquito más lejos.
3 Puertos de montaña saliendo desde Espinosa de Los Monteros
Los pasos de montaña que unen la comarca burgalesa de Las Merindades – Espinosa de los Monteros – y la cántabra de los Valles Pasiegos – Vega de Pas son una de las zonas más impresionantes, de naturaleza salvaje y todavía intacta para disfrutar de una jornada sobre ruedas. Cabe destacar que es un recorrido con varios nacederos de ríos, las típicas cabañas pasiegas de piedra propias para la ganadería y sus ganaderos y un aroma a monte mezclado con el salitre de la costa, no muy lejos de estos hermosos parajes.
Para completar los puertos disponemos de una jornada, sin embargo, podemos hacerlos por separado en días diferentes o unir todos los pasos haciendo varios cruces de frontera entre una comunidad y otra y disfrutar así de ambas vertientes.
1. Puerto Estacas de Trueba en bicicleta
Visitas obligadas:
- Cascada Guarguero
- Nacimiento río Trueba
- Cabañas pasiegas
Partiendo desde la localidad de Espinosa de los Monteros y después de un consistente desayuno llegamos poco a poco a Bárcenas, donde atravesamos el río Trueba, por una carretera asfaltada, pero sin coches. Lo que sí encontrarás son algunos rebaños de vacas que, supongo, se dirigen a las cuadras debido a la llegada próxima del invierno.


Las primeras cuestas son sencillas, de alrededor del 4% dejando el desvío hacia Lunada –anteriormente pedaleado a primeros de año desde el lado de Cantabria- a mano derecha. El otoño nos recibe de lleno con ese contraste de los montes de Valnera propios de los valles pasiegos.
A medida que vamos avanzando, entre el kilómetro 5 y 9, el puerto es bastante agradecido. Aprovecho la ocasión parando a sacar varias fotos del paisaje otoñal, de las cabañas y hablar con un hombre que estaba dando de comer a sus yeguas. Las personas de este lugar no son conocidas por su cercanía; y es de entender, debido al clima y lo remoto del lugar pese a todo. El ir sola implica eso, el contacto con la gente y el parar cuando a una le apetece.


Así es como proseguí hasta llegar a los últimos tres kilómetros, que tienen algo más de pendiente –entre el 4 y 5%- hasta coronar cima a 1154 m. Desde este lugar podemos observar el eterno problema en estas tierras y gentes que la habitan: el lobo. Este animal –ahora especie en protección en España- es un clásico habitante de estos valles pasiegos. Desde hace mucho tiempo atrás ha existido debate entre los que se sitúan a favor y los que no. “Lobo soltao, monte tostao” nos recuerda que seguirá siendo todavía una herida abierta de la que poco pinta podamos llegar a un consenso pronto.
Enseguida mi mente cambia la perspectiva para mirar el Castro Valnera, donde hacía sólo tres semanas que acampamos disfrutando de un increíble amanecer también desde su vertiente sur. A pesar de que la vertiente norte de este puerto de Estacas de Trueba, es impresionante a nivel paisaje, esta vez quise quedarme solamente con la magia de la cara sur y dejar el otro lado para otro día con mejor clima. En definitiva, este es un puerto muy agradecido que elegí que fuera el primero de la jornada para que me sirviera de calentamiento para los dos próximos.


2. Puerto Portillo de La Sía
A nuestro segundo puerto veníamos con ganas. Habiendo bajado de Estacas de Trueba para coronar el de Portillo de la Sía por su vertiente burgalesa. Era de nuevo todo un reto y algo nuevo para mí, pues no conocía todavía esta zona en concreto.
Después de Las Machorras, me encuentro con la indicación a la izquierda en un cruce después de haber pasado Bárcenas. Nuevamente, en esta ocasión no me topo más que con otro rebaño de vacas y dos hombres que las acompañan. Sin embargo, pronto me olvido de ellas porque nada más al desviarme en el cruce, la pendiente comienza a aumentar en un casi 7%, con dos curvas de herradura. Esta carretera es más estrecha que la del puerto anterior, pero podría afirmar que esto le da un toque especial. Los árboles nos abrazan en todo momento, dejando de vez en cuando un hueco para que veamos las cabañas todavía hasta hoy habitadas.

Como es habitual, a medida que vamos cogiendo altura –pasados los primeros 3 km- el monte comienza a abrirse y el bosque va perdiendo terreno, dejándonos ver de nuevo la clásica escena de estas tierras: abundantes zonas de pasto para el ganado, que observamos pacer sin ningún tipo de problema ante La Pasiega (niebla).
En general la subida no es demasiado dura, hasta un punto en el que las rampas comienzan a superar el 11% de pendiente casi al final. Vacas, helechos con colores de otoño y humo saliendo de todas las chimeneas. “El invierno está muy cerca”, pienso casi llegando a la cima.


Al llegar al punto más elevado nos da la bienvenida la densa niebla que no nos deja más que imaginar las aspas de molino que, de vez en cuando, se asoman tímidos entre las tinieblas. Al llegar aquí es momento de disfrutar de unas galletas italianas de la Dolce Vita –compradas en el pueblo de Espinosa-, abrigarse bien y comenzar un bonito descenso con más ganado a sus orillas y mucho misticismo. ¡Mis manos no estaban tan contentas como yo!


3. Puerto de Picón Blanco
Visitas obligadas: las cabañas que nos encontremos por el camino y la base militar abandonada en lo más alto del paso.
La cara sur del Picón Blanco la empezamos a encarar desde Espinosa, pasada la Plaza Mayor y tomando un giro a la izquierda en la casa n.º 13 donde rellenamos agua. Este puerto es conocido a nivel estatal, ya que forma parte de la conocida prueba de ciclismo ‘Vuelta a Burgos’. Sin embargo, sólo en este sentido para nuestra generación. A lo largo de la historia este puerto ha sido un enclave militar relevante que hoy encontramos abandonado al final de la subida.

Cuando los soldados se fueron, las vacas, caballos, bicis y amantes de la montaña les suplantaron. En su punto más alto, a 1529 m, rara vez el clima es favorable. Suele ser una zona donde la niebla aparece creando un misticismo propio de película de miedo. A partir de medio puerto cubrió mi camino dándole un toque más añejo al paisaje otoñal, silueteando al ganado y agravando el paraje abandonado.
El Picón Blanco no es un puerto sencillo y no sólo precisamente por su característico clima sino por sus empinadas subidas. Nada más y nada menos que 8 kilómetros al 9,2% de desnivel medio teniendo cuestas del 13%, 10%, 17%… Miento si digo que las piernas no picaban cuando subía. Pese a que el suelo está en buenas condiciones –lleno de boñiga de vaca y caballo- nos encontramos con alguna piedra suelta en la parte más alta después de no habernos cruzado más que con un coche de un ganadero y un chico en una bicicleta de montaña.


Como es normal a puertas del invierno y con las hojas del otoño cayendo a ritmos acelerados, el clima se tornaba un poco hostil a medida que iba cogiendo altura. Tanto que tuve que parar a añadir una capa más de ropa justo después de haber superado el tramo que alcanza el 17%, lo que me ayudó a seguir superando las dos curvas de herradura siguientes que, pedalada a pedalada, hacen que consiga llegar arriba con la lengua fuera.
Es una verdadera faena que la niebla no me haya dado tregua ni un segundo teniendo que bajar cinco minutos después de haber llegado; ¡me estaba helando! Sin embargo, en días despejados, las vistas al valle de Soba y Collados del Asón deben de ser increíbles.

Se rumorea que en las próximas ediciones de la Vuelta a España este puerto puede formar parte de la prueba. Sólo os queda rodarlo y poder tacharlo de la lista antes de que se popularice a mayor escala.
Lo que debes saber antes de hacer estas rutas
Aunque soy una persona que rara vez encontrarás por asfalto, este enclave fronterizo guarda tantos bonitos rincones y secretos que es fácil olvidarse del gravel o de senderos más propios de btt. Tres puertos para disfrutar de un paisaje más propio de Escocia –por ejemplo, y sentirse en una perfecta armonía con la naturaleza que en todo momento nos rodea, sin apenas más tráfico que el ganadero. Existe la opción de alargar las rutas y dar pedales hacia la entrada al paraíso cántabro en la vertiente norte. Desde aquí podemos seguir estas carreteras en el lado de Burgos hasta desembocar en el mar Cantábrico.
Estos tres puertos, con sus diferentes dificultades, están pensados para pedalear y disfrutarlos con un nivel físico medio-alto, y más enfocados al verano. No dudo que todo aquel que los complete acabará cansado, pero con una sonrisa en la boca que le hará volver y volver a estas zonas que tanto atrapan.
Importante: En verano puede ser un paraíso, sin embargo, cuidado si elegimos el final del otoño o primeros de invierno. Mirad bien la predicción de nieve porque es fácil y común que caigan copiosas nevadas. Normalmente, la temporada comienza en noviembre llegando a poder caer los últimos copos –cada vez más frecuente- hasta junio. El paisaje se transforma completamente y los puertos se cierran hasta que pasa la máquina.
La bicicleta ideal para estas rutas

La bicicleta más adecuada para estos puertos sería una bicicleta de carretera o una bicicleta gravel, en caso de que se quiera completar la vuelta a Picón Blanco donde encontraremos algo de grava más apta para una bicicleta gravel o, incluso de montaña si da la casualidad de que queremos rodar fuera de la época estival.
Así mismo, hay que tener en cuenta que se tratan de tres puertos que, depende de nuestra capacidad física, se pueden hacer seguidos durante una mañana o una jornada sin necesidad de llevar demasiado peso. En mi caso pedaleé estos puertos en una bicicleta de gravel con cubiertas de 2.2” de ancho. Una bicicleta en la que me siento cómoda y se adaptó a la perfección tanto a los trozos de pista como al asfalto. Además, debido al clima que anunciaban, llevé algo más de ropa de abrigo en la bolsa bikepacking del sillín.
Clima
El clima en Espinosa de los Monteros es por lo general seco. Sin embargo, como propio de la meseta española, los inviernos son largos, bastante fríos y nublados. Son muy comunes las fuertes nevadas en el invierno que dejan completamente cerrados los pasos que proponemos en este artículo. Hay que tener en cuenta que la temperatura puede bajar de los 0 °C en invierno y no subir más de los 28 °C en verano.
Ropa
La ropa siempre es una gran aliada en cualquier ruta y esta no es la excepción debido a lo cambiante que puede llegar a ser el clima. Es muy común encontrar niebla húmeda una vez superamos los 600 metros por lo que un chubasquero de ciclismo y una camiseta de recambio no vendría nada mal, además de una chaqueta fina de plumas para las bajadas. ¡No olvides los guantes! Por muy finos que sean, seguro serán de gran utilidad, incluso en verano.
Comida

Como ya he señalado anteriormente, debido a que son puertos que se pueden hacer seguidos en una jornada, llevaremos comida suficiente para abastecer al cuerpo en las largas subidas. Para ello recomiendo como parada obligatoria la pastelería La Dolce Vita en el pueblo de Espinosa de los Monteros, donde cualquier cosa que podamos comprar allí –especialmente las galletas italianas, el sobao y la quesada pasiega- podrían ser grandes aliados de la jornada.
Agua
La hidratación en el deporte es esencial. En cualquiera de los tres puertos necesitaremos de ella de vez en cuando debido a la dureza de los mismos. Yo siempre cargo con 3 litros distribuidos en diferentes botellines teniendo en cuenta la posibilidad de poder recargarlos de nuevo a medida que vayamos avanzando. Para ello y dependiendo de la localización podremos coger de los ríos cercanos o pedir a los vecinos de las cabañas que quedan a los lados de la carretera.
Alojamiento
En Espinosa de los Monteros pueblo y alrededores hay varias casas rurales donde poder alojarnos en caso de que queramos hacer noche y no queramos acampar. La opción más asequible es el Albergue Juvenil Espinosa de Los Monteros en donde hay que reservar con antelación y avisar de que llevamos bicicleta.
Seguridad en la bicicleta
Esta zona no es muy frecuentada por coches, incluso me atrevería a decir que encontraremos más ciclistas que conductores. Sin embargo, siempre debemos respetar las normas de seguridad, ser conscientes de los cambios de clima –sobre todo en invierno- e ir con material de repuesto suficiente en caso de que tenga que ser necesario.
Fotografía Ana Zamorano
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