Bicicleta de gravel en Bilbao

3 rutas en bicicleta de un día por Bilbao, Bizkaia

Si algo se puede decir de Bilbao es lo cambiado que está. Esta villa del norte, situada en el País Vasco, tiene mucho que ofrecer, no sólo por su centro sino por sus alrededores, cambiando el asfalto por el gravel, algo de barro y zonas rurales a pocos kilómetros del centro.

Para muchas personas es difícil imaginarse el Bilbao actual habiendo conocido el viejo Bilbao –gris, contaminado por su industria y golpeado por su olor y suciedad–. A esta ciudad le lavaron la cara hace ya unos años y se viene transformando, poco a poco, en una ciudad bike-friendly –pese a que aún queda mucho por luchar. Muchos hablan del ‘Efecto Bilbao’ no sólo por su actividad cultural y calidad de vida, sino por su comodidad y práctica a la hora de moverse. Sus habitantes, como buenos vascos, son aficionados a la bicicleta, así que no es para menos ofrecer tres rutas diferentes a las clásicas hacia el interior de Bizkaia para disfrutar en cualquier época del año.

Todos los que hemos vivido los encierros de estos dos últimos años sabemos lo preciadas que pueden llegar a ser unas rutas alternativas y aire nuevo sin salirse del núcleo urbano, disfrutando a pocos kilómetros del centro, de bosques, zonas verdes, algo de historia del pasado, rebaños de ovejas y vistas panorámicas al “Botxo” –agujero en euskera- y como se denomina a esta ciudad dividida por su ría y encajonada entre verdes colinas.

3 Rutas para descubrir los alrededores de Bilbao hacia el interior

1. Ruta del Pagasarri – Bilbao

  • Duración: Media jornada.
  • Visitas obligadas: Pagasarri, vistas del Ganeko desde la pista de Alonsotegui, mirador de Bilbao desde Pagasarri.
  • Lugares para comer y dormir: Podemos comer y beber algo en el refugio del Pagasarri, así como en cualquier bar de Alonsotegui o Bilbao, como Arvo Bilbao.

Digamos que el monte Pagasarri, perteneciente al macizo de Ganekogorta, es el monte por excelencia más accesible desde la ciudad de Bilbao. Situado al sur de la villa y con una altura de tan sólo 671 m, es una cumbre fácil de alcanzar después del trabajo o, para dar un paseo y quitar el antojo de respirar un poco de aire puro. Sin embargo, la idea de solamente hacer el Pagasarri, una ruta tan tradicional para todos los bilbaínos, no cuajaba mucho dentro de mis planes. Así que se me ocurrió preguntar a Ibai, un amigo de esos que te garantiza que la ruta que ha diseñado va a ser divertida. Así es cómo, durante los diferentes confinamientos perimetrales creó esta ruta alternativa a la clásica, con un poco de todo; pistas alternativas, algo de asfalto, bosques y bonitas vistas.

Sin embargo, esta es bastante más bike-friendly que las hechas hasta ahora, pese a que hubo alguna cuesta donde tuve que echar pie a tierra. Pero no hay aventura real sin verdadero pushing así que mientras empujaba, recordaba las palabras de Miguel de Unamuno subiendo una de las laderas con más pendientes desde un barrio del pueblo de Alonsotegui, colindante con Bilbao.

Ceñudo Pagasarri, viejo amigo

de la tristeza de mis mocedades,

tu soledad amparó mis soledades

con su rasa verdura como abrigo.

Las cuestas se hacen una constante desde este pueblo que vamos dejando a nuestras espaldas, sin embargo, son cuestas agradecidas que podemos ir subiendo poco a poco. En un comienzo, y una vez dejas la carretera, son de puro concreto y, después pista gravel entre pinares, un paisaje muy típico en nuestros montes. En todo momento vamos en paralelo a la cima que, poco más tarde, nos toca coronar y, es increíble, porque lo positivo de esta ruta es que, pese a que era un domingo con un tiempo excepcional, no me topé con nadie durante la misma.

No fue hasta que terminé la bajada para llegar al cruce y comenzar a hacer la vuelta circular hacia la cima del Pagasarri cuando me topé con marabuntas de gente que, por la hora, bajaban a casa a comer después de una mañana de monte. Algo increíble y que demuestra que esas pistas previas al Pagasarri que se dibujan entre pinares no son nada o poco conocidas entre los locales.

El descenso de vuelta hacia Bilbao por Bentabarri no fue tan placentero como me hubiera gustado pues entre tanta gente, una no podía parar de frenar cada poco rato e ir con cuidado para no atropellar a nadie. Sin duda, una gran lección: ¡no ir al Pagasarri en fin de semana! Aunque, todo se curó cuando una vez de vuelta al centro visité Arvo Bilbao, de Nuria (Madrid) y Matyas (Hungría). Una gran casualidad que esta pareja, que se conoció en Australia, se haya afincado en Bilbao después de haber compartido una jornada con Nuria en Perú hace tres años ¡Qué pequeño y mágico es el mundo! Ellos han traído pedacitos del mismo en una cafetería muy cool donde pude disfrutar un poco más del sol y recargar energías antes de emprender camino de vuelta a casa. Larga vida a este clima y a estas rutitas que te devuelven la libertad sobre ruedas.

2. Ruta de cinturón de hierro – Bilbao 

  • Duración: Media jornada.
  • Visitas obligadas: Las trincheras que encontraremos de camino con sus carteles informativos, el mirador de Artxanda, el funicular de Artxanda, monte Avril, el vivero y los dólmenes de Hirumugarrieta.
  • Lugares para comer: En Artxanda hay varios bares y restaurantes como el Restaurante Artxanda, Txakoli Simon o Restaurante Txakoli. También disponen de ricos pintxos, una opción más rápida y, también sabrosa.

Hay muchas veces que no conocemos los caminos, pero sí su historia. Durante toda esta ruta, en otro día soleado de diciembre, fui preguntándome por qué no había surcado estos caminos antes. Durante estos 32 kilómetros empapados de relatos y alguna que otra cima menos conocida que el Pagasarri, me quedé boquiabierta unas cuantas veces. Construcciones e historias de un pasado que, a veces, no son recordadas lo suficiente en el presente.

El famoso cinturón de hierro que rodea al ‘botxo’ fue construido en el 1936, durante la guerra civil española cuando las tropas rebeldes avanzaban rápidamente hacia Bizkaia. Fue aquí cuando el Gobierno Vasco decidió crear la infraestructura más grande que hasta la fecha se había construido en la comunidad vasca: una línea de defensa en forma de herradura –de unos 80 km- formada por trincheras, asentamientos de ametralladoras y refugios. El objetivo era proteger no sólo la ciudad y sus habitantes, sino sus principales infraestructuras como el pantano de Zollo, que abastecía a Bilbao de agua, y la central de electricidad de Burceña. De esta forma garantizarían algunos de los bienes básicos a la población.

Saliendo desde el barrio de Deusto, y dirigiéndome hasta Artxanda –una carretera con tráfico-, pude sufrir las primeras cuestas de subida hasta el mirador por excelencia de la ciudad, plagado durante estos días festivos por algunos grupos de extranjeros en busca de la panorámica perfecta. Para aquellos que quieran evitar esta subida, pueden gozar de un bonito trayecto- experiencial tomando el famoso funicular de Artxanda (inaugurado en 1915) en la Plaza del Funicular cerca del Ayuntamiento de Bilbao. Y así es cómo, tras un momento de contemplación de la urbe, arranqué dirección al monte Avril por pistas gravel en las que cada vez me iba encontrando con menos gente y adentrándome así en zonas más alejadas del meollo.

Durante el camino me topé con trincheras, miradores con señalizaciones varias e incluso dólmenes con dataciones en los inicios del IV milenio antes de Cristo: el de Hirumugarrieta e Hirumugarrieta II. En la actualidad se encuentran en muy mal estado de conservación por haber servido como cantera de material constructivo para usos particulares.

Sin embargo, durante este trayecto conocí también a Juan, un hombre que paseaba a su nieto (perro) Pantxo con el que mutuamente compartimos historias sobre ruedas, el nuevo concepto de “bicicleta gravel” que en su época “no existían” y, cómo su hija se mueve con el peludo sobre dos ruedas por toda la urbe. La bicicleta de nuevo nos acercó a lugares cerca de casa como el vivero, monte Avril, nuevas pistas en las que jugar a subir y bajar cuando no tenemos demasiado tiempo para hacer una escapada más larga y, como no, de nuevo el factor humano que tanto me engancha. Que viva Bilbao, ¡y sus bilbaínos y bilbaínas!

3. Ruta del asfalto al mundo rural – Bilbao

  • Duración: media jornada, o jornada completa –dependiendo del factor físico.
  • Visitas obligadas: Balmaseda y su puente medieval, las vistas a Galdames pueblo y las faldas del monte Eretza, el puente de Portugalete y, Getxo y su costa.
  • Lugares para comer: durante el camino encontraremos diferentes pueblos donde poder parar a degustar un pintxo con bebida. Balmaseda y Zalla, así como Portugalete o Getxo tendrán las mejores opciones para ello.

Una de las cosas que más me gusta de Bilbao es que al ser una ciudad pequeña y rodeada de pequeños montes, su acceso hacia valles colindantes es muy próximo. De esta forma es como decidí crear esta ruta que te saca del asfalto por un tranquilo carril bici hasta la costa recorriendo los antiguos astilleros que mantuvieron Bilbao a flote –económicamente hablando- durante toda la revolución industrial y épocas posteriores, además de dejar una urbe gris y contaminada. La llegada a Getxo es algo totalmente opuesto pues esta zona formó parte de la clase alta y es hoy todavía una de las partes más bonitas de Bizkaia. Sin duda, una ruta de contrastes en los primeros veinte kilómetros.

Todo lo que va a suceder a partir del Valle de Trápaga y Zierbena será un poco caótico pues dejamos atrás zonas bastante pobladas para adentrarnos en un silencio profundo que, a medida que avanzamos, se hace cada vez más placentero. Los sube y bajas por terreno asfaltado y carreteras donde estuve sola en todo momento, se hacen muy llevaderos. En días soleados como el que tuve oportunidad de gozar, el verde resalta en todo su esplendor por una Bizkaia desconocida para muchos.

La llegada a Sopuerta entre sombras de pinares y algunos zig zags más empinados que otros es increíble. Asimismo podemos atajar o descubrir esta zona entrando por Mercadillo y Carral a través de carreteras muy similares a las de la ruta propuesta. De esta forma y, sin apenas darnos cuenta, llegamos a Otxaran, un barrio del municipio de Zalla famoso por sus fiestas a mediados de verano. A partir de aquí, rodeados de rebaños de ovejas, comenzamos a entrever que nos volvemos a acercar a poblaciones más grandes pues el tráfico es mayor, aunque no excesivo.

En el tramo que difiere entre Otxaran y el pueblo de Zalla podemos divisar viñedos de diferentes bodegas de txakoli de este valle. Un recorrido que continúa por carreteras tranquilas hasta nuestro destino final: la primera villa de la región, Balmaseda, con su puente medieval y sus diferentes bares y pastelerías en el casco antiguo del mismo, donde podemos degustar algo antes de emprender rumbo de vuelta a la urbe. Pese a que esta ruta está diseñada sólo de ida, se puede hacer perfectamente una bonita circular de regreso desde Balmaseda hasta Bilbao por Güeñes y Alonsotegi siguiendo la vía verde del Cadagua de regreso a nuestro punto de inicio. Si no dispones de tiempo suficiente, siempre se podría tomar el tren Balmaseda-Bilbao, en una dirección u otra dependiendo del punto de partida.

Conclusión

Se dice que el “bilbaíno nace donde quiere” y que todo alrededor a Bilbao “centro del Mundo”, “son barrios adyacentes a la urbe”. Por esta regla de tres, ¡estas tres rutas serían las más próximas al centro del globo! Sin embargo y, más allá de los tópicos, mediante estas tres rutas he querido explorar un poco desde Bilbao hacia el interior de Bizkaia teniendo en cuenta diferentes factores paisajísticos, de terreno y también culturales.

Una propuesta variada para gente que se quiera iniciar en el mundo gravel así como para aquellos que ya estén en él y no tengan tanto tiempo para disfrutar sobre ruedas durante una jornada más larga. Tres propuestas de asfalto, tierra, barro y, ¡espero que de un poco de sol para que podáis disfrutar tanto como yo cuando tuve oportunidad de hacerlas!

La bicicleta adecuada

Bilbao y sus alrededores –y País Vaco en general- cuentan con intensos desniveles, y tipos de terrenos para todos los gustos. Sin embargo, en estas tres rutas os propongo un mix de todo: desde paisajes hasta terrenos y pueblos autóctonos por los que quizás no pasarías si no fuera sobre ruedas hasta tranquilas carreteras con rebaños de ovejas a cada costado.

El tipo de bicicleta más recomendable para llevar a cabo las tres es una gravel pues se adapta a la variedad de terrenos de las tres rutas. Así mismo, si somos de los que tenemos varias bicicletas y queremos llevar la correcta, recomendaría usar una bicicleta de montaña en la propuesta “una ruta diferente al Pagasarri” así como en “el cinturón de hierro” frente a una de carretera para “del asfalto al mundo rural”.

Yo he usado la gravel Tout Terrain Vasco 27,5, 650bx 47 mm en las tres rutas disfrutando mucho de los paisajes, desniveles y diferentes terrenos. 

Preparativos

Clima

Es sabido que en Bilbao llueve mucho, sin embargo, no tanto como antes. Hoy en día es difícil garantizar si una estación va a ser más lluviosa que otra y así sucesivamente. El cambio climático está alterando todo. Tanto que, cuando me dispuse a hacer estas tres rutas, a finales de diciembre un anticiclón azotaba toda Europa dejando temperaturas entre 17 y 25 grados con fuerte viento sur.

Aunque lo más normal es encontrarse con inviernos largos, fríos, húmedos y ventosos con temperaturas que oscilan entre los 5 y 14 grados y, que rara vez, baja menos de 1 grado. Mientras, en época estival, las temperaturas pueden ascender hasta los 30, teniendo en cuenta que la humedad hace que la sensación térmica sea superior.

Diría que los mejores meses para andar en bicicleta por Bilbao y País Vasco en general son junio y septiembre, teniendo temperaturas agradables y tiempo más estable que el resto del año.

Ropa adecuada 

Teniendo en cuenta el punto anterior y, dependiendo de la estación en la que vayamos a rodar desde Bilbao hacia sus alrededores elegiremos una ropa u otra. Lo que sí que no me olvidaría sería un chubasquero –aunque sea fino- pues hasta en los días más calurosos, nos puede caer un buen chaparrón de lluvia. Y, es que, nunca estamos exentos de este fenómeno cuando se trata de rodar por estos lares.

Si somos de los que necesitamos algo más de abrigo de lo normal, no dudaría en llevar un plumas fino o un cortavientos de ciclismo para las bajadas o posibles cambios de clima. Como siempre, ¡tened en cuenta que la app de Komoot os indica la predicción por día/horas!

Alimentación 

Recorrer y disfrutar de estas tres rutas no requiere de demasiado planeamiento previo en cuanto a comidas se trata. Son rutas accesibles desde el centro, o cualquier otra zona de Bilbao, las cuales podemos hacer durante una jornada y con la posibilidad de parar en cualquiera de los restaurantes o bares por los que pasaremos. De hecho, hay una serie de recomendaciones en cada definición de ruta, para disfrutar no sólo de la bicicleta sino de la gastronomía vasca y contemporánea del ‘nuevo Bilbao’. 

Sin embargo, nunca está de más llevarse algún fruto seco –como siempre hago- o cualquier barrita o snack en caso de urgencia. Pesan poco y pueden salvarnos de alguna que otra.

Hidratación 

El agua no es problema en ninguna de las rutas propuestas. Encontraremos fuentes municipales de agua potable desde Bilbao hasta en las zonas más rurales. En el peor de los casos, siempre habrá una casa donde pedir. Además de ello, contad que siempre debemos de cargar los bidones antes de emprender la ruta. En este caso a mí me valió con 1.5 litros.

Acampada

Al tratarse de rutas de día, no siento que sea necesario acampar. Sin embargo, si queremos hacer todas las rutas y conectarlas entre sí durante un fin de semana, por ejemplo, podemos acampar en zonas alejadas al núcleo urbano. Por supuesto, y como siempre, teniendo en cuenta que el lugar donde fijemos la tienda, hay que dejarlo igual o mejor de lo que lo hemos encontrado el día anterior.

Seguridad en la bicicleta 

Bilbao es una ciudad muy tranquila, aunque sí es cierto que todavía está en proceso de adaptación para ser una ciudad bike-friendly al 100%. Aunque cortos, habrá tramos en los que tengamos que salir a rodar por carretera. Normalmente la afición al ciclismo es tan grande en el País Vasco que los coches están acostumbrados a circular con ellas. Pese a ello, nunca nos confiemos. La subida a Artxanda, por ejemplo, podemos elegir entre hacerlo por asfalto –por una carretera concurrida- o, por el contrario, por una pista en paralelo. Las demás rutas son mucho más tranquilas en cuanto al tráfico se refiere.

Recordad siempre el casco, ¡y las normas de seguridad básicas!

Fotografía Ana Zamorano

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