Ruta de estambul a capadoccia

Una mágica ruta de Estambul a Capadocia en bicicleta

La Capadocia es uno de esos lugares emblemáticos que todos quieren visitar. Es mundialmente conocida por sus formaciones rocosas, sus iglesias horadadas en la piedra y por sus ciudades subterráneas.

Capadocia en bici

También existe la otra cara de la moneda, aquellos aventureros que perciben este lugar como una atracción turística preparada para el flujo de personas que buscan sobrevolar en globo la belleza del lugar y que están dispuestos a pagar cantidades que pueden triplicar el precio de las comidas típicas turcas.

Capadoccia

Después de unas semanas escuchando opiniones de todo tipo, decidimos que solo había una manera de crear nuestra propia opinión del sitio, ¡hay que ir a verlo!

Como en situaciones anteriores, algunos lugares o posiblemente todos, el simple hecho de llegar a ellos por tus propios medios y con algo de esfuerzo hace que la experiencia del lugar sea totalmente distinta y mucho más enriquecedora.

Una vez decididos, ya solo tocaba saber cómo llegar hasta allí saliendo desde Estambul, una ciudad más poblada que 131 países como Bélgica (11.6 millones), Grecia (11 millones) o Austria (9 millones). Salir de allí a pedal no iba a ser fácil, ¿o sí..?

La ruta a Capadocia

Para diseñar la ruta teníamos un punto de salida y punto de llegada, pero nada más.

Estambul en bicicleta

Turquía es un cuello de botella para muchos de los cicloviajeros que deciden cruzar a Asia desde Europa, especialmente este año debido al conflicto entre Rusia y Ucrania. Así que preguntando, nos dimos cuenta de que principalmente hay tres rutas para recorrer Turquía; la norte, que bordea el Mar Negro, la central, la más directa a la Capadocia y la sur, que recorre la costa mediterránea.

Nuestra decisión estaba condicionada a qué solo disponíamos de 2 semanas y, además, queríamos depender del transporte motorizado lo menos posible. A priori, la ruta central parecía la menos escénica, pero la más rápida y menos turística. Con un poco de investigación y ayuda de amigos cicloviajeros, encontramos dos puntos en esta ruta que llamaron nuestra atención y que hicieron decantar definitivamente la decisión hacia la ruta central, el Santuario de aves de Nallihan y Tuz Gölü, el lago de sal.

Con la ayuda de Komoot y con los sitios por donde queríamos pasar, diseñamos la siguiente ruta:

Días de bici

Llega el día de empezar la aventura y lo hacemos sin prisas, ya que queremos aprovechar el desayuno del hostal, sobre todo, y porque el ferry que nos saca de la ciudad a través del mar de Mármara, evitándonos tragar humo y ponernos en peligro, sale a las 11:30 am.

Cogemos la embarcación que nos dejará en Yalova, una pequeña ciudad costera sin ningún interés turístico a priori, ¡y eso es lo que más nos gusta!

Es aquí donde empieza realmente la ruta y donde decidimos probar nuestro primer Dürüm kebab. Desde ese momento y durante toda la ruta fuimos creando un ranking de los mejores Kebabs. Podemos afirmar que durante muchos días, el kebab de Yalova se mantuvo en la primera posición.

Ese primer día descubrimos rápidamente los dos desafíos que nos íbamos a encontrar desde ese momento y durante todo el transcurso de la travesía. Los pinchazos y los perros pastor de Anatolia, también conocidos como Kangal turco.

Muchas historias se oyen entre viajeros sobre ataques y persecuciones de estos perros ‘asesinos’, y la verdad que al ver los primeros ejemplares durmiendo en medio de la carretera nos pusimos en alerta. A primera vista, es cierto que impresionan por su tamaño pero, como en otros viajes, aprendimos a mantener la calma cuando uno de ellos se ponía agresivo, reducíamos la velocidad y evitábamos darles la espalda.

Pronto nos dimos cuenta de que el país estaba plagado de una planta llamada Abrojo o Tribulus terrestris que en esta época del año suelta sus semillas recubiertas por unas espinas rígidas que atravesaban nuestras cubiertas como mantequilla.

Poco pudimos hacer más allá de reparar los pinchazos y aprender a gestionar la frustración que genera pinchar CADA DÍA.

En una ocasión que acampamos en un prado, nos despertamos con una de las bicis agujereada por 5 lugares. A partir de ese día, salir del asfalto era toda una hazaña. Temíamos encontrarnos con una situación parecida, ya que el remedio a cada pinchazo eran 15-20 minutos de pelea con los parches. Si hubiésemos hecho esa ruta en otra época del año, probablemente no nos hubiéramos encontrado con este problema. Por si las moscas, para la próxima visita vamos a ir preparados con un buen sistema antipinchazos.

El Santuario de aves de Nallihan

El Santuario de aves de Nallihan se encuentra a 270 kilómetros de Yalova, que recorrimos en 3 días. El primer día se notaba que aún estábamos cerca de la capital e íbamos cruzando pueblos de manera más o menos constante. En uno de ellos nos encontramos con un mercado local dónde pudimos hacer buen acopio de dátiles y frutos secos.

Durante esos primeros días tuvimos algo de lluvia, con lo que la tercera noche decidimos pasarla bajo techo. Llegamos a Göynük, un pueblo en el que parecía que podríamos encontrar cobijo y allí nos recibieron con la hospitalidad que caracteriza a Asia occidental. En el primer sitio en el que paramos a preguntar nos invitaron a tomar un té. Nos llevaron hasta la salita trasera del mecánico del pueblo, donde había una estufa alimentada por aceite de motor, donde pudimos calentarnos y secar un poco la ropa.

Adentrándonos a la estepa turca

A partir de ese momento de la ruta, el escenario empezó a cambiar dejando atrás los bosques mediterráneos para adentrarnos en la estepa que caracteriza el centro de Turquía. Aquí nos encontramos con un clima más árido y continental, donde convivimos con las drásticas bajadas de temperatura nocturnas.

La distancia entre zonas pobladas aumentó considerablemente y en los pequeños pueblos que cruzábamos no había mucha opción para reabastecerse. Aun así, nunca nos faltó avena, crema de cacahuete y frutos secos para nuestra sagrada ración de gachas matutinas.

Durante esos días disfrutamos de los mejores sitios para acampar y gozamos de una gran hospitalidad local. Éramos invitados regularmente a tomar el té, nos daban comida de todo tipo y hasta nos ofrecieron en varias ocasiones un sitio donde pasar la noche.

Kulu fue la ciudad más grande que nos encontramos en esa región y, por ello, decidimos buscar una cama, una buena ducha y seguir con el ranking del mejor Kebap de Turquía.

Para llegar allí, recorrimos más de 90 kilómetros. Llegamos cansados y pensamos que sería fácil encontrar alojamiento en una ciudad de ese tamaño. Resultó que solo había un hotel y este estaba lleno. Sin energía para volver a la bicicleta y sin tiempo para salir de la ciudad en busca de un sitio donde acampar, pusimos nuestra mejor cara de pena y conseguimos ser invitados a una residencia para profesores de universidad que había allí mismo. Resultó ser uno de los mejores sitios donde dormimos en nuestra aventura por Turquía.

Kulu aún nos tenía reservada una sorpresa final, y es que en esa misma ciudad fue donde encontramos el que acabaría siendo EL MEJOR KEBAB de Turquía.

Después de unos días recorriendo ese territorio con carreteras que parecían infinitas, nos acercamos a uno de los puntos clave del viaje, Tuz Gölü que en turco significa Lago de Sal. En la época del año que lo cruzamos, el agua del lago se había evaporado y había una capa de 30 cm de sal en toda su superficie.

El paisaje que nos encontramos fue único; nunca habíamos visto algo así y pudimos hacernos una idea del aspecto que debe tener el Salar de Uyuni en Bolivia, el más grande del mundo. 

Capadocia

¡Después de 11 días sobre la bici y más de 700 kilómetros, finalmente llegamos a la Capadocia! Vivimos momentos emocionantes al empezar a ver las formaciones rocosas características de esa zona de la Anatolia Central. 

La excitación inicial se diluyó a medida que nos acercamos a Göreme. Nos vimos rodeados por autobuses llenos de turistas de todas las nacionalidades posibles, que abarrotaban un pueblo ya cargado de restaurantes, cafeterías y tiendas de souvenirs. Sabíamos que nos encontraríamos algo así, nos habían advertido, pero aun así no nos dejó de sorprender. Llevábamos días siendo los únicos viajeros allí por donde pasábamos y el contraste fue importante.

Capadocia cicloturismo

Al día siguiente decidimos ser uno más de la población turística de Göreme, así que fuimos a ver la salida del sol desde el mirador situado justo encima de nuestro hostal.

Nada más salir a la calle quedamos impresionados por la belleza del lugar, con las primeras luces del día iluminando suavemente los globos aerostáticos tan típicos de la Capadocia. Llegamos al mirador y el espectáculo de globos quedó eclipsado por el espectáculo de la gente allí reunida.

Nos encontramos a gente arreglada como si fuera la noche de fin de año, vestidos largos de gala, mucho maquillaje y hasta Tik-Tokers haciendo sus bailes aprovechando el escenario que ofrece el lugar. Y es que una buena foto para Instagram en la Capadocia es la razón por la que todos estamos ahí.

Volvemos a nuestra zona de confort encima de los pedales y dejamos atrás Göreme y su freak show para recorrer los valles de esa región incluida por la Unesco en la lista de Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Nos encanta recuperar la libertad que ofrece la bicicleta y poder explorar libremente la zona, pudiendo llegar a rincones y zonas menos transitadas.

Capadocia en la mañana cicloturismo

Cae la tarde y localizamos una zona que pensamos que podría ser un buen sitio para acampar y tener buenas vistas de los valles para la puesta y la salida del sol. Llegamos al lugar justo en el momento para disfrutar de la mejor puesta de sol de todo el viaje. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que ese era EL Spot para pasar la noche ¡Qué sitio! Sí vale la pena visitar la Capadocia. Eso es lo que pensamos al abrir los ojos y ver a través de la malla de la tienda los primeros globos sobrevolando las formaciones rojizas delante nuestro. ¡Qué espectáculo! ¡Qué belleza! y todo eso sin salir de la cama.

Como dijo una vez un cicloviajero, habíamos encontrado el hotel de las mil estrellas. El desayuno de esa mañana no se va a olvidar fácilmente para ninguno de los dos.