Camino gravel Los Ojos de Tehuacán Norte

Ruta de bikepacking por Los Ojos de Tehuacán Norte

El Valle de Tehuacán-Cuicatlán, decretado Reserva de la Biosfera en 1998, se localiza a 150 kilómetros al sureste de la Ciudad de México y a 25 kilómetros de la ciudad de Tehuacán en el estado de Puebla. Esta área natural protegida se caracteriza por albergar poblaciones de cactáceas únicas como el tetetzo (Neobuxbaumia tetetzo), el cardón (Cephalocereus columna-trajani), el candelabro (Pachycereus weberi) y la biznaga (Echinocactus platyacanthus), así como más de 30 especies de agave. 

Atardecer en San Juan Raya

La reserva contiene importantes zonas arqueológicas con huellas y fósiles que prueban la presencia de Pterosaurios (reptiles con alas) y fósiles de invertebrados que habitaron la región hace millones de años. Además, la región posee diversos registros de la tecnificación de la agricultura en Mesoamérica y domesticación de especies como el maíz, el amaranto y la pimienta.

En la reserva convergen ocho grupos étnicos (Nahuas, Popolocas, Cuicatecos, Mixtecos, Ixcatecos, Mazatecos, Chocholtecos y Chinantecos) con una larga historia habitando la región. Estos colaboran con el desarrollo de actividades encaminadas a la conservación y acciones de manejo basadas en el aprovechamiento de los recursos naturales y en el impulso al ecoturismo. 

Rutas en el Valle Tehuacán-Cuicatlán

Actualmente existen dos rutas circulares de bikepacking que recorren el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, una al norte, del lado del estado de Puebla, y otra al sur, del lado del estado de Oaxaca. A las rutas en conjunto se les conoce como “Los Ojos de Tehuacán”, ambas difundidas y creadas por Cass Gilbert con la intención de impulsar el turismo comunitario en la región. 

La ruta norte atraviesa los poblados de Zapotitlán de Salinas, Santa Ana Teloxcoc y San Juan Raya, en donde predominan museos comunitarios con visitas guiadas por la reserva y establecimientos para degustar comida tradicional de la región. Elegí esta ruta porque está pensada para las personas que van iniciando en el bikepacking, nos presenta la oportunidad de conocer un poco de la riqueza histórica y biológica de la reserva de una forma tranquila y segura.  

Realicé esta ruta en compañía de algunas amigas del Clitoral Mass MX, colectiva feminista que crea grupos seguros para rodar distancias largas y hacer bikepacking. Si bien cada una de nosotras ha tenido algunas experiencias viajando en bicicleta, para todas es la primera vez que hacemos un viaje tan extenso por terracería.

Día 1: de Zapotitlán de Salinas a San Juan Raya

Lugares de interés:

  • Jardín Botánico Comunitario Helia Bravo Hollis Se localiza en el centro de Zapotitlán de Salinas y es gestionado por la comunidad local con el objetivo de promover la conservación y desarrollo de la flora y fauna del Valle Tehuacán-Cuicatlán. El Jardín tiene senderos interpretativos en el que se pueden observar 53 especies de cactáceas endémicas y en peligro de extinción. Además, se ofrecen visitas guiadas al Cerro Cuthá o Cerro de la Máscara, de alto valor biocultural y en donde se puede apreciar la diversidad vegetal del Valle Tehuacán-Cuicatlán a una altura 1,700 msnm. Actualmente se encuentra cerrado indefinidamente, pero justo a un lado de la entrada, detrás del letrero de Zapotitlán se puede apreciar una vista panorámica del jardín. 
  • Antojitos y desayunos en San Antonio Texcala – Deliciosos desayunos con pan de nata, café de olla y “embarazadas” (tortilla rellena de huevo con frijol y queso). También venden quesadillas y memelas. 
  • Vista panorámica “El Encinal”- Es un pequeño ascenso después del poblado “El Encinal” que termina con un arco decorado. Un perfecto mirador.
  • Antojitos mexicanos en Santa Ana Teloxtoc – Venden deliciosos huaraches de frijol con hoja santa. Se pueden acompañar de pollo, carne roja o verduras. 
  • Villa Ecoturistica “El Cardenal”- Cabañas y campamento seguro que brinda servicios de ecoturismo en la localidad de San Juan Raya. Tiene un comedor con comida tradicional. Muy cerca de “El Cardenal” está el Museo Comunitario de San Juan Raya en donde se pueden tomar tours en bicicleta y caminatas por las huellas de dinosaurio, desafortunadamente se encuentra cerrado indefinidamente. 

Llegamos la noche anterior al hotel “El Calvario” y fuimos recibidas por la señora Josefina, señora muy amable que tenía toda la disposición de ayudarnos en nuestro viaje. Nos hizo recomendaciones de guías y actividades alternativas que podríamos realizar en la reserva, ya que los museos comunitarios están cerrados indefinidamente por la pandemia.

Hotel el Calvario

Salimos antes del amanecer de Zapotitlán de Salinas con dirección a San Antonio Texcala. Hacía un poco de frío y viento. Pedaleamos hacia el Jardín Botánico Helia Bravo Hollis porque nos interesaba tomar una visita guiada para aprender más sobre las especies endémicas de la región. Desafortunadamente, al igual que los museos comunitarios, el jardín se encuentra cerrado. Solo tomamos una fotografía muy cerca de la entrada del jardín junto a unas letras con el nombre del poblado, desde donde se pueden apreciar las bonitas cactáceas columnares del jardín. 

Rodamos por la carretera Tehuacán-Huajuapan de León por 11 kilómetros. La carretera no tiene acotamiento, pero está en buen estado, además, los conductores no pasan muy cerca. Al llegar a San Antonio Texcala encontramos un local junto a la carretera que vendía antojitos mexicanos. Nos atendieron una señora y una joven muy agradables que nos ofrecieron café de olla y delicioso pan dulce de nata. También nos recomendaron comer una “embarazada”, platillo de tortilla de maíz rellena de huevo, servida con frijoles, queso y salsa. Fue el desayuno ciclista perfecto. Nos quedamos platicando y tomando café hasta que salió completamente el sol y comenzó a hacer calor. 

Para continuar con la ruta tuvimos que cruzar la carretera y entrar al poblado por un corto ascenso con una inclinación irreal, parecía una pared, hasta me bajé de la bicicleta. Después cruzamos todo el poblado hasta que llegamos a un solitario camino de terracería. El camino se dividió en varios senderos, era fácil perderse. Después de avanzar unos pocos kilómetros, el camino se puso demasiado arenoso y complicado, tanto que tuvimos que empujar las bicicletas un largo rato bajo el intenso sol. En esta zona no teníamos señal, así que si el grupo se dispersaba, teníamos que pedalear hasta Santa Ana Teloxtoc y ahí reagruparnos. 

Buscamos un lugar para comer en cuanto llegamos a Santa Ana Teloxtoc, a primera vista no se veía nada abierto, así que le preguntamos a las primeras personas que nos encontramos afuera del museo comunitario. Nos recomendaron un lugar de huaraches muy cerca de la iglesia del poblado. Llegamos a un pequeño local donde nos atendieron dos señoras. Una señora preparaba huaraches rellenos de frijol con hoja santa y la otra estaba preparando un mole especial para elaborar un platillo tradicional de cuaresma: tortitas de camarón con mole y aceitunas. Se veían muchos colores en la mesa del mole, hasta había galletas de animalitos tostadas. Olía bastante bien, a dulce con picante. 

Ingredientes del mole

Las señoras nos dejaron esperar a nuestras amigas faltantes en el local de huaraches tomando café y cerveza. No sabíamos si llegarían al lugar o si se habían seguido, o si les había ocurrido algo. Supusimos que llegarían porque era el único lugar para comprar algo de comer y el camino para llegar a Santa Ana Teloxtoc era muy exigente y tendrían que parar a comer. Se hacía tarde y no llegaban, nos preocupamos más. Cuando estábamos a punto de salir a buscarlas en el camino, como por arte de magia nuestras amigas llegaron al local de huaraches.

Ellas comieron huaraches y nos contaron el porqué se habían tardado. Resulta que después del primer ascenso en San Antonio Texcala, se rompió la cadena de nuestra amiga Génesis, afortunadamente pudo arreglarla porque traía herramienta. Luego, siguieron adelante y en un punto se ponchó la llanta de Sofía, así que tuvieron que detenerse un rato para cambiar la cámara de la llanta. Por último, nos enteramos de la triste historia de María, no llevaba el mapa descargado y como nos perdió de vista, se fue por un sendero que no era parte de la ruta, no pasó mucho tiempo para que se diera cuenta de que no era el camino y regresó. Preguntó a gente que veía en los poblados si nos había visto y le indicaron por dónde nos fuimos. 

No cabe duda que viajamos con mujeres extremadamente fuertes, nos quedamos sorprendidas por todo lo que les había pasado en tan poco tiempo y por cómo se enfrentaron a las adversidades. Descansamos juntas un rato más y continuamos la ruta con dirección a San Juan Raya. 

Ascendimos un poco y nos encontramos con una hermosa vista panorámica del valle. Paramos cerca de una pequeña barda de rocas para recargar las bicicletas y tomamos fotografías. A la distancia vimos una señora que estaba recolectando flores de los cactus columnares con un palo de madera. Nos acercamos para preguntar y nos enseñó cómo se bajaban las flores de los tetetzos, los cactus columnares. Probamos las flores y conversamos un rato más con la señora.

El camino de San Lucas Teteletitlán a San Juan Raya es muy bello, está rodeado de cactus gigantes. Es casi irreal, es inevitable querer detenerse a tomar fotografías cada kilómetro. El atardecer se vio hermoso, el cielo se puso en tonalidades rosadas que resaltaba el verde de los cactus. Se escuchaban muchos pájaros cantando. Era un espectáculo para los sentidos. Daba demasiada paz pedalear por esa sección a esa hora. 

Llegamos al centro ecoturístico “El Cardenal” en San Juan Raya, tiene espacios a precios accesibles para acampar y también tiene servicio de restaurante de comida tradicional. Nos recibió el señor Juan Reyes y nos enseñó los espacios para acampar, éramos las únicas personas en el centro ecoturístico. Pusimos las casas de campaña y nos fuimos a cenar. En el pequeño restaurante prepararon unas quesadillas de queso con tetechos, las flores de los cactus columnares, y bebimos mucho té de itamorreal, planta medicinal que crece en el valle. 

Empezó a hacer mucho frío y viento durante la noche, así que prendimos una fogata un rato para calentarnos un poco. No todas llevamos chamarras porque pensábamos que no haría tanto frío una vez se metiera el sol, pero sí hizo, y el viento no paró en toda la noche, parecía que se llevaría nuestras casas de campaña. Fue una noche complicada. 

Día 2: de San Juan Raya a Caltepec

Lugares de interés:

  • Antojitos mexicanos en Caltepec – Venta de memelas y quesadillas con salsa verde y roja. También tienen café de olla. 
  • Vista panorámica después de cruzar la carretera – Después cruzar la carretera y comenzar un ascenso muy complicado por un sendero de tierra, tendrás como recompensa una vista panorámica del valle. Justo hay un pequeño espacio que se ve ideal para tomar fotos o hasta para hacer acampada libre
  • Pequeñas tiendas y renta de Wi-Fi – En los poblados como San Juan Raya y Caltepec es fácil encontrar una tienda pero en los poblados intermedios, que son más pequeños, es más difícil, dejé señalado en el camino algunas tiendas y lugares donde se puede rentar el Wi-Fi en caso de necesitarlo. 

Despertamos en el campamento y nos alistamos para seguir la ruta a las 7 de la mañana. En el restaurante nos esperaba un desayuno delicioso, un omelet de tetechos con frijoles negros y café de olla. También tenían pan dulce de nata. Nos permitieron cargar la batería de nuestros celulares. Preparamos nuestras cosas y estiramos antes de irnos. 

Tomamos un corto tramo de carretera asfaltada hasta que tuvimos que dar un giro a la izquierda de una curva de la carretera por un camino extremadamente inclinado y con rocas sueltas. Empujamos las bicicletas un largo rato. En un punto notamos que una de nosotras se había ponchado porque había espinas en el camino. Esperamos un rato en el sol y nos fuimos una vez que quedó parchada la llanta.  

Camino a Caltepec

Nos comenzamos a elevar mucho por un camino de arena blanca con rocas sueltas. La vista era hermosa y se podía apreciar la diversidad de colores del Valle. Estaba disfrutando mucho esa parte hasta que me caí descendiendo por el camino de arena blanca, supongo fue por mi falta de experiencia sobre caminos de tierra y porque mi seatbag chocaba con mi llanta trasera, lo que me generó inestabilidad. No fue nada grave, me caí a muy baja velocidad, pero se inflamó mi dedo medio de la mano derecha y me raspé la cadera. Me quedé un rato tirada. En fin, descansé un poco y continué.  

Ascenso a Caltepec

A pesar de que no hacía mucho calor por el viento, el sol era muy intenso y nos cansaba mucho. Paramos a descansar y a conseguir un poco de agua en San José Dixiñado, un poblado. Entramos a una pequeña tienda con una puerta verde, con lo necesario para comer un bocadillo y tomar agua. Compramos papas y galletas, agua y cerveza. Nos sentamos afuera de la puerta verde para esperar a las chicas que se habían quedado atrás.

Una vez que llegaron, la señora de la tienda nos dio un plato con tortitas de camarón con mole y aceitunas, el platillo tradicional de semana santa, con tortillas calientes. Todas nos hicimos un taco con mucha felicidad. Justo era el tipo de mole que vimos que estaban preparando en Santa Ana Teloxtoc. Después de comer, agradecimos a la señora de la tienda y seguimos nuestro camino. 

Poco tiempo después nos tocó ascender, no fue imposible como otros ascensos, pero nos costó trabajo porque el cielo se nubló y nos caían gotitas de lluvia. Después de un rato de pedalear llegamos otra vez a la carretera de asfalto y nos encontramos con el arco del poblado de Caltepec. 

Llegada a Caltepec

Descendimos bastante para llegar al centro de Caltepec, buscamos algún lugar para comer y para refugiarnos de la lluvia. No encontrábamos nada que pareciera abierto. Solamente había un restaurante en la entrada del pueblo y un pequeño local de antojitos frente al kiosco del centro. Decidimos comer en el local del centro, nos atendieron dos señoras y una niña pequeña. Ordenamos unas quesadillas y memelas en salsa verde. Como éramos muchas y el lugar era pequeño, nos sentamos en el piso afuera del local en la plaza del centro. Las señoras tenían un encargo pendiente y nos dijeron que tardarían un poco. No nos importó esperar, descansamos un rato en el piso porque la elevación de la mañana, las ponchadas y mi caída, nos habían cansado bastante. El clima seguía bastante extraño. Llovía intermitentemente. 

Después de comer quesadillas y memelitas nos sentimos cansadas y notamos que empezó a oscurecer y el cielo seguía amenazando con posibles lluvias. No sabíamos qué hacer. Una de las señoras nos ofreció café de olla y aceptamos. Su hija más pequeña nos hizo preguntas sobre nuestro viaje y nos llevó a la panadería del pueblo. Tuvimos suerte y agarramos pan dulce recién hecho para acompañar con nuestro café de olla. 

Algunas votamos por seguir, pero ya era tarde y teníamos que hacer un largo ascenso para encontrar un lugar para acampar, el cansancio nos ganó. Una de las chicas propuso acampar en las canchas de basquetbol del pueblo. Tenían baños y se veía muy tranquilo por ahí. La señora de los antojitos nos escuchó y sugirió preguntar a la policía para no meternos en problemas.

Total que fui con Laura a pedirle permiso para acampar a la policía que estaba a unos pasos del kiosco del pueblo. Un policía nos escuchó y primero pensó que bromeábamos. Ya que le explicamos detenidamente la situación, nos comentó que tenía que pedir permiso a su superior y que quizás no sería posible porque tendrían un evento importante al día siguiente. 

Le dijimos que nos iríamos al amanecer y que no haríamos ruido. Dijo que pediría permiso y nos buscaría para avisarnos más tarde. Pasó poco más de una hora y comenzó a anochecer. Estábamos muy cansadas así que fuimos a preguntar si podíamos quedarnos o qué podríamos hacer. Una mujer policía nos dijo que podíamos acampar, pero que Laura y yo seríamos responsables de las chicas, de mantener limpio y tranquilo nuestro campamento. Reiteró que nos debíamos ir muy temprano. Aceptamos y nos fuimos a poner nuestras casas de campaña a las canchas de basquetbol.

Camping en las canchas

Ya en las canchas armamos el campamento, platicamos un rato y como a eso de las 9 de la noche, nos metimos a dormir. Desde que llegamos al poblado todo parecía muy tranquilo, pensé que dormiría con menos frío y que no habría ningún ruido. Pensé mal. Fue como a las 10 de la noche que escuchamos mucho ruido combinado: gritos, autos, una construcción, música, perros y más. Al parecer la gente en Caltepec sale a pasear después de las 10 de la noche. Por un momento me estresé porque no podía dormir, pero preferí guardar la calma, después de todo, era un viernes por la noche en vacaciones de semana santa. Era lógico que la gente saliera. Creo que el ruido se acabó como a eso de la 1 de la mañana, ni sé a qué hora me dormí, pero sé que fue tarde.

Día 3: de Caltepec a Zapotitlán

Lugares de interés:

  • Explanada de la iglesia de San Luis Atolotitlán – Los fines de semana se pone un mercado de alimentos de la región como barbacoa, carnitas, quesadillas, cemitas, tamales de frijol con mole. Alrededor hay diferentes tiendas para abastecerse de agua y alimentos. A la vuelta de la explanada están los hornos de mezcal.
  • Piñas coladas y micheladas en San Francisco Xochiltepec – A la entrada del poblado se pone un puesto de piñas coladas y micheladas afuera de una casa. Te pueden llevar a que veas el proceso de elaboración de mezcal si llegas temprano y preguntas. 

El claxon de un camión a la distancia nos despertó a mí y a Osa, mi roommate de casa de campaña. Notamos que el ruido también había despertado a las otras chicas. Todavía no amanecía, pero comenzamos a levantar todas nuestras cosas. Desayunamos unas manzanas y granola que compramos la noche anterior en la entrada del poblado. 

Ya casi levantábamos todo y llegó un policía a preguntar si necesitábamos algo. Le dijimos que no necesitábamos nada que ya casi nos íbamos. Nos lavamos los dientes, levantamos la basura que vimos en la cancha y nos fuimos. 

Vista de Caltepec

La salida de Caltepec era un camino de terracería con una inclinación un poco dura y extrañamente con muchos automóviles que viajaban a una velocidad considerable para no ser asfalto. Avanzamos lo más rápido que pudimos.

Llegamos al centro de San Luis Atolotitlán en donde había un pequeño mercado de alimentos alrededor de su iglesia. Había tacos de barbacoa, de carnitas, quesadillas, cemitas y tamales de frijol. Yo comí tamales de frijol con mole. Creo que son los tamales de frijol más ricos que he probado. Nos separamos un rato para probar las diferentes opciones. En un momento nos reunimos de nuevo porque vimos a una oveja bebé que seguía a un perrito. Le tomamos fotos y se nos acercó su dueña a platicar.  

Salida de Caltepec

Así fue como conocimos a la señora Malena, la dueña de la oveja Galleta. Nos quedamos platicando con ella, ella y su familia residen en la Ciudad de México, pero vinieron a visitar a su familia de Puebla. Nos ofreció café de olla con piloncillo. Quedamos muy agradecidas con la señora y nos despedimos después de un rato. 

Nos separamos un rato porque unas chicas buscaban agua, eran Osa, Jené y Pao. Tardaron mucho así que fui a buscarlas a la tienda. Cuando llegué no vi a nadie en la tienda, me quedé afuera buscándolas. Pasó un minuto y unos chicos me gritaron “están aquí”. Fui a ver y las chicas estaban en los hornos donde se elabora el mezcal. De broma, Pao me dijo que probara el “agua”, inocentemente le di un gran trago pensando que era pulque y me quemé la garganta con el mezcal. Estaba bueno, aunque bastante fuerte. Me dejaron tomarle fotos al procedimiento de elaboración de mezcal y nos comentaron que si regresábamos nos podrían dar un tour de mezcal. Nos despedimos y continuamos con la ruta. 

Seguimos avanzando lentamente por el camino de terracería hasta que llegamos a un puesto de piñas coladas afuera de una casa en el poblado de San Francisco Xochiltepec. Fue como encontrar un oasis en medio del desierto. Dudamos en quedarnos, pero después de pensarlo mucho, recargamos las bicis a un lado de la carretera y ordenamos unas piñas coladas. El dueño de la casa nos pasó la contraseña de su Wi-Fi y nos permitió cargar un rato nuestros celulares. También dijo que podíamos volver cuando quisiéramos y que la próxima vez que pasemos nos llevaría por un tour de mezcal. En un momento salió la esposa del señor y nos compartió el famoso platillo de cuaresma: tortitas de camarón con mole. También nos dieron un plato con arroz y tortillas calientes. Les agradecimos y nos despedimos al terminar nuestras piñas coladas de 1 litro.

Seguimos avanzando y notamos que de nuevo, perdimos a la mitad del grupo. Decidimos esperarlas en el poblado de Los Reyes Metzontla, lugar famoso por su trabajo con el barro. Nos quedamos afuera de una tienda esperando a las demás chicas, quedó marcado el punto en el mapa. Pero esperamos casi 2 horas y no llegaban. Eli, Osa y yo decidimos regresar para buscarlas. Avanzamos unos kilómetros en el calor y de ascenso y no las veíamos, estábamos preocupadas. Seguimos y seguimos hasta que las vimos. Resultó que hubo dos ponchadas. 

Camino a los Reyes

Regresamos a Los Reyes y buscamos algo de comer. Encontramos un puesto de elotes y compramos elotes para todas. Notamos que Pao se veía pálida y se notaba que tenía frío. Era raro lo del frío porque ese día era el más caluroso que nos había tocado. Nos preocupamos. Ella solo quería dormir. Decía que le dolía la cabeza. Imaginamos que quizás tenía insolación. Lo malo era que ya casi anochecía y nos faltaba bajar por la carretera y posteriormente rodar por un estrecho sendero para llegar a Zapotitlán. 

Apenas logramos llegar al sendero cuando se puso el sol. Nos faltaban 11 kilómetros para llegar a Zapotitlán. Pao ya estaba muy fastidiada del camino, únicamente quería descansar, así que propuse acampar en lo que parecía un terreno abandonado junto al camino de terracería. Lo dejé marcado en el mapa. Aprovechamos la poca luz que quedaba para poner las casas de campaña en un espacio libre de rocas. Pao se durmió. Nos quedamos preocupadas, pero confiamos en que se sentiría mejor si descansaba. 

Bicicleta en los Reyes

Estuvimos un rato despiertas platicando, hasta preparamos un poco de café, cuando de repente notamos que la carretera principal no estaba muy lejos y pasó un auto gritando y tocando el claxon. Nos asustamos. Pensamos que nos había visto y que quizás nos estaba advirtiendo sobre algo o que era el dueño del terreno y nos estaba corriendo. Estuvimos un rato nerviosas. Pero después de varios minutos no pasó nada. Escuchamos fuegos artificiales a la distancia y después de un rato todo fue silencio. Supusimos que la gente en Zapotitlán estaba celebrando el Sábado de Gloria y nos relajamos. Nos fuimos a dormir poco después. 

Día 4: regreso a Zapotitlán

Lugares favoritos:

  • Restaurante Itandehui Flor del Cielo – Restaurante famoso por fusionar sus platillos con elementos de la región. Puedes probar guisos con cacayas (flores de agave), palmitos (botones de las flores del izote) y tetechos (flores del cactus Neobuxbaumia tetetzo). También tienen diversos platillos tradicionales con insectos como los gusanos de Cuchamá, los gusanos de maguey y el cocopache.   

Desperté de la que considero fue la mejor noche de descanso durante el viaje. Salí a ver el amanecer, aunque jamás vi salir al sol, se vieron colores rosados y anaranjados que resaltaban el verde del bosque de cactus. Ya que salió el sol levantamos el campamento y nos propusimos disfrutar los últimos 11 kilómetros de la ruta. Vaya que fueron muy impresionantes. Nos tocó rodar por senderos muy estrechos con extraordinarias vistas al valle. Se veía a lo lejos un acantilado y formaciones rocosas. Creo que fue de mis partes favoritas. Dejé el segmento marcado en el mapa. 

Campamento en Zapotitlán

Seguimos rodando hasta que llegamos a un arroyo seco, por la temporada, y de ahí salimos a una calle pavimentada y luego a la carretera que nos llevaría al centro de Zapotitlán. Antes de cerrar la ruta, nos dimos cuenta de que se había quedado atrás la mitad del grupo, así que las esperamos en el restaurante de comida tradicional “Flor de Itandehui”. Hicimos lo de toda la ruta: tomamos mucho café de olla y comimos pan dulce de nata. 

Después de un rato llegó el grupo, nos contaron que nuevamente se habían ponchado, 3 veces esta vez. Casi en los últimos 5 kilómetros del recorrido. Afortunadamente, llegaron al restaurante y pudimos comer juntas. Todas ordenamos platillos con flores y botones de cactus (tetechas, palmitos y cacallas), lo acompañamos con pulque y aguas frescas. Así terminamos un viaje increíble con muchas ponchaduras y comida deliciosa.

No sabía qué esperar de la ruta, pero acabé llevándome recuerdos muy gratos, no solo de los paisajes, también de las personas. Lo que parecía ser un encuentro con la naturaleza y nada más, resultó ser también un tour gastronómico en el que tuvimos la oportunidad de conocer a gente muy linda. Terminé muy agradecida y maravillada con lo que pude ver. Eso sí, el recorrido no fue nada fácil, pero sí muy entretenido.

Lo que necesitas saber antes de realizar el recorrido

El recorrido es corto y con pocos ascensos complicados, es ideal para personas que se están iniciando en el bikepacking. Casi el 80% del recorrido es en terracería, se recomienda utilizar una bicicleta de montaña o una bicicleta con llantas anchas (preferentemente más anchas de 28 cm) con algún tipo de taqueado, o dibujo profundo. Se debe tener presente que en muchos de los senderos de la ruta hay espinas, las llantas tubeless son una buena opción para evitar ponchaduras. 

Sendero de regreso a Zapotitlán

La ruta idealmente se puede hacer en 2 o 3 días, por lo que es posible viajar ligero. Puedes llevar bolsas estilo bikepacking o alforjas. El equipo básico que debes de llevar es una casa de campaña, bolsa de dormir y un aislante térmico, las noches pueden ser bastante frías y con mucho viento. Se recomienda llevar linterna y como mínimo una batería de respaldo, ya que no hay muchos lugares para recargar la batería de tu celular o GPS. 

La temperatura media de la región es de 25°C, con un calor intenso en el verano y pocas lluvias en todo el año, por lo que se recomienda llevar manga larga, alguna gorra para cubrirse la cara y ropa de colores claros. 

No es necesario llevar mucha comida o agua. Lo ideal es llevar de 2 a 3 litros de agua y alguna botana energética o fruta para el camino. Hay muchas oportunidades de reabastecerse de alimentos y agua, se pueden encontrar pequeñas tiendas y pequeños restaurantes con precios muy accesibles a lo largo de la ruta. Es importante llevar dinero en efectivo, no hay cajeros automáticos en toda la ruta y en ningún establecimiento se acepta pago con tarjeta. 

Personalmente, tenía dudas con respecto al tema de la seguridad así que me di a la tarea de entrevistar ciclistas que tenían experiencia con la ruta. Todos me aseguraron que la ruta era segura y pude corroborar que el trayecto es tranquilo y seguro. Se puede acampar libremente junto a los senderos que están fuera de la zona núcleo (sin dejar rastro) y también hay opciones de campamentos seguros en las localidades de Zapotitlán de Salinas y San Juan Raya. 

Nosotras iniciamos la ruta en Zapotitlán de Salinas, pero me parece conveniente iniciar la ruta en San Antonio Texcala si es que llegas en autobús a Tehuacán. A tan solo 13 kilómetros de distancia, es el poblado más cercano a la ciudad de Tehuacán.

Fotografía Paola Jocelyn Berber Díaz

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