Realmente no veo el conflicto entre, si es el 19 de abril o si es el 3 de junio, la fecha en la que celebramos el Día Mundial de la Bicicleta. Para mí, y estoy seguro que para ti también, el Día Mundial de la Bicicleta es todos los días.
Y es todos los días -o al menos los días en que la usamos-, porque tanto dentro de la ciudad, como en entornos rurales, el uso de la bicicleta como medio de transporte es un catalizador para una vida más saludable en una sociedad responsable.
En cada traslado que hacemos en bicicleta: silencioso, práctico y sustentable como es, la enarbolamos como un símbolo del progreso y avance humano. Una herramienta con la que buscamos la tolerancia en las calles, la comprensión y el respeto mutuo entre todos los habitantes de nuestras ciudades y, que además, facilita la inclusión social y crea una cultura de paz en torno a la movilidad.
Con cada viaje que realizamos en bicicleta redibujamos la ciudad, la rediseñamos a una escala humana: pacificándola, brindándole beneficios para la salud y la economía de todos sus habitantes. Eso lo sabes tú, y lo sé yo, pero necesitamos que más gente lo sepa.
¿Para qué sirven los Días Internacionales?
Realmente me parece importante que el objetivo de contar con un día en el que el mundo celebre a la bicicleta, es porque la celebración de un Día Internacional o Mundial nos da la oportunidad de sensibilizar a los gobiernos y al público en general, en que existen problemas en la movilidad, deficiencias en el transporte en las ciudades y deterioro en la salud de sus habitantes, que la bicicleta puede resolver.
Así como, la oportunidad de llamar la atención de los medios de comunicación para que adviertan a la opinión pública cerca de fomentar el uso de la bicicleta como un medio de transporte sustentable y llamar la atención sobre los derechos de los ciclistas, sobre todo en entornos urbanos.
¿Por qué se instituyó un día y por qué luego éste cambió de fecha?
Vayamos por partes. Originalmente el 19 de abril fue la fecha que creó en el año de 1985, Thomas Roberts, un profesor universitario. Sin embargo, desde su inicio hubo discrepancias en el qué y por qué celebramos esa fecha.
Por un lado, para algunos, fue una fecha que celebramos con el objetivo de fomentar el uso de la bicicleta como un medio de transporte, principalmente para las ciudades así como fomentar los derechos de los ciclistas urbanos.
Y por el otro, lo que realmente buscaba conmemorar el profesor Roberts con esa celebración fue: la primera experiencia de Albert Hofmann, químico que sintetizó en 1938 el Ácido Lisérgico (LSD), ingiriéndolo accidentalmente en 1943 –aunque en lo personal no estoy muy seguro de que haya sido accidental- y experimentar los efectos psicoactivos de esta droga mientras volvía a casa a bordo de su bicicleta.
Sin embargo, creo que a pesar de cualquier discrepancia entre los motivos de la celebración, la bicicleta en sí, se ha ganado por derecho propio el que nos inventemos un día al año para celebrarla, ya sea porque es considerada uno de los mejores inventos de la humanidad, por ser un precursor de cambios sociales o, porque la historia del ácido lisérgico siempre es más llamativa. Ustedes escojan cual les viene mejor.
La fecha de las Naciones Unidas
Y supongo que a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), no le gustó el vínculo con las drogas, o vayan a saber ustedes por qué decidió cambiar o más propiamente dicho: instituir el 3 de julio como el Día Mundial de la Bicicleta a partir del año 2018.
Pero el hecho es ese, a partir del año 2018 y por iniciativa de Organización de las Naciones Unidas, se instauró -o se reconoció oficialmente- el 3 de julio como el Día Mundial de la Bicicleta.
Las razones de esta fecha se alejan completamente del viaje psicodélico de Hofman y los psicotrópicos, y se centra en la necesidad de animar a los gobiernos a que presten una atención especial a la bicicleta en las estrategias de desarrollo intersectoriales y a que la incluyan en las políticas y los programas de desarrollo para mejorar la seguridad vial, además de integrarla en la planificación y el diseño de infraestructuras sostenibles de movilidad y transporte en todas las ciudades de los países miembros de la ONU.
Dos siglos de la bicicleta
Pero hagamos una pausa por un momento en todo ese tema de políticas públicas y fomento a la bicicleta como medio de transporte y catalizador de la igualdad e inclusión de las ciudades. Pues la bicicleta en sí misma es un gran invento si no es que, “el mejor de los inventos”.
Y ya que estamos hablando de uno de los mejores inventos de la humanidad y sus orígenes del porqué celebramos a la bicicleta, hablemos un poco más de ella como objeto de avance tecnológico y de diseño.
Para encontrar un punto de partida en su diseño y desarrollo, es obligatorio citar al francés Comte Mede de Sivrac, que en 1790, inventó el celerífero: una máquina para correr, consistente en dos ruedas alineadas, conectadas por una barra, sobre la cual se montaba el proto-ciclista a horcajadas, impulsándose con los pies, pero que carecía de dirección.
En lo anterior, hay un ligero desacuerdo entre los historiadores, pues hay los que aseguran que esto es una historia inventada, y hay los que aseguran que es verdad, sin embargo, aún hoy en día, es considerada por la generalidad como parte real de la historia de la bicicleta.
También soy consciente que para mucho de ustedes, los orígenes de la bicicleta se remontan muchos años antes del celerífero, a la época del renacimiento, y en particular, a la autoría de Leonardo da Vinci.
Para llegar a dicha conjetura se basaron en un apartado de la obra de 1119 páginas llamado el Codex Atlanticus de la autoría de da Vinci (que data entre el año 1478 al 1519), en donde aparecía un dibujo de una bicicleta.
Sin embargo, la veracidad de este dato que dábamos como un hecho real, ya ha sido desmentido por estudiosos de la vida y documentos que el genio del renacimiento dejó para la posteridad. Los expertos analizaron el citado documento y constataron que el boceto de la bicicleta ahí plasmado, sólo se trata de una alteración posterior al Codex.
El volcán que dio origen a la bicicleta
Lo que nos lleva a 300 años después, cuando en 1815, el volcán Tambora hizo erupción trayendo consigo la devastación y lo que fue conocido como el año sin verano, o invierno volcánico.
Debido a la devastación producida por esta erupción, se vivió una inestabilidad en el clima a nivel global, pero que afectó sobre todo a los europeos que perdieron cosechas y, tuvieron que echar mano de los caballos para utilizarlos como alimento. Por lo que la mayoría, si no es que la totalidad de los corceles domésticos, fueron sacrificados para servir de alimento en Europa.
Esto dificultó la movilidad de los humanos en distancias inadecuadas para caminar. Y es en estos casos, cuando la necesidad aprieta, que la humanidad echa mano de su ingenio, tal y como lo dijo Platón: “la necesidad es la madre de la inventiva”.
Pues al carecer de formas prácticas para recorrer largas distancias, el celerífero que había servido como un mero vehículo recreativo, servía para retomar la idea, pero ahora, para dar movilidad a las personas que carecían de caballos.
Y así, casi un año después de la peor hambruna del siglo XIX en Europa y sacrificados los caballos para poder alimentar a los humanos, en 1817 el barón alemán Karl von Drais, creó la Draisina, el prototipo que daría origen a la bicicleta tal y como la conocemos hoy.
Drais mejoraría el invento del celerífero añadiéndole dirección a su vehículo en la rueda delantera, lo que permitió mantener el equilibrio sobre esta máquina y, esto a su vez, permitía tener mayor control del vehículo permitiéndoles llegar más lejos, rápido y de manera más sencilla de un punto a otro.
El primer viaje
El primer viaje documentado que realizó el propio Drais en su Laufmaschine “Máquina andante”, fue el 12 de junio de 1817, desde Mannheim – su ciudad- a un pueblo vecino. El trayecto, de ida y regreso, era de alrededor de 14 kilómetros y Drais lo recorrió en menos de una hora, promediando unos 15 km/h., con lo que mejoró los tiempos registrados por los coches jalados por caballos del correo, que eran el referente de velocidad de la época.
Sin duda la bicicleta ha cambiado la manera en que nos transportamos, así como de igual forma cambió la tecnología, pero mucho más allá de eso, la bicicleta ha cambiado nuestra sociedad. ¿Crees que haga falta más razones para celebrarla todos los días?