Oaxaca es el estado con mayor diversidad socio-cultural y riqueza biológica de México. Por sus características geográficas, cerca del océano Pacífico y rodeada por montañas, posee ecosistemas muy variados, desde matorrales hasta bosques y humedales. Políticamente, se subdivide en 8 regiones en donde se hablan 16 lenguas indígenas, en efecto, Oaxaca es la entidad con mayor concentración de población indígena.
Esta mezcla de tradiciones y condiciones naturales hacen único al estado y despierta el interés de todo tipo de viajeros. Personalmente, es de mis lugares favoritos para hacer todo tipo de cosas: comer, senderear, caminar, rodar y descansar.
En esta ocasión les traigo el relato de una ruta corta mapeada por Cass Gilbert que atraviesa la región de los Valles Centrales y la región de la Sierra Norte. Recorre el ecosistema del bosque mesófilo de montaña, mejor conocido como bosque de niebla, caracterizado por la presencia frecuente de nubes a nivel de la vegetación. En él abundan especies como los encinos, helechos, pinos y el oyamel.
Esta ruta es un circuito pequeño de 113 kilómetros con un desnivel positivo de 3,505 metros. El recorrido tarda de 2 a 3 días, depende la condición que tengas y cuántas paradas hagas. Yo fui en febrero cuando el semáforo epidemiológico acababa de pasar a verde, por lo que me tocó ver aún cerrados todos los centros ecoturísticos de la ruta; de cualquier forma los dejo marcados en el mapa. Afortunadamente, ya están abiertos al público, después de haber cerrado por 2 años.
Es importante tener en cuenta que esta ruta atraviesa tierras zapotecas y mixtecas, vas a pasar por algunas plumas y casetas de vigilancia, por lo que debes de mencionarles a los pobladores a dónde vas y respetar si te dejan pasar o si te piden alguna cuota de recuperación. La conservación de estos bosques depende de la organización de las comunidades indígenas, contribuyamos a que se siga preservando.
Día 1: De Oaxaca Centro a Villa de Etla (37.7 km)
Lugares de interés
- Centro de Oaxaca de Juárez – Capital del estado de Oaxaca. Es el punto de partida de la ruta y es un buen punto para abastecerse de comida y agua. Llegan autobuses cada hora desde la Ciudad de México.
- Cafébre – Cafetería cerca de la plaza de Santo Domingo en el centro de Oaxaca.
- Vista panorámica de la región de los Valles Centrales – Mirador junto a camino de tierra donde se puede apreciar el paisaje de la región de los Valles Centrales.
- Restaurante de Tlayudas en San Agustín Etla – Es de los últimos poblados con restaurantes de comida tradicional que encontrarás antes de un gran ascenso. Te recomiendo parar a recargar energías.
- Café Restaurante Amuleto – Café y restaurante en San Agustín Etla. Tiene comida tradicional de la región con opciones vegetarianas y veganas.
- Templo de San Agustín Etla -Templo de arquitectura neogótica del siglo XIX localizado en un cerro con vista panorámica del poblado de San Agustín Etla.
Travesía por la región de los Valles Centrales
Esta aventura comienza en febrero, al final del invierno. Es una temporada muy seca en Oaxaca, los tramos sin árboles, como toda la región de los Valles Centrales, son extremadamente calientes. En esta ocasión me acompañaron mis grandes amigas aventureras: Bane y Dani.
El viaje fue bastante improvisado, nos decidimos a hacer la ruta casi un día antes de partir. El motivo era celebrar mi cumpleaños 30. Empacamos de último minuto lo que creímos necesario y nos fuimos en un camión de bajo costo saliendo de la Ciudad de México a media noche y llegamos a las 6 de la mañana a la ciudad de Oaxaca. Acomodamos nuestro equipaje en la bici y nos fuimos a la plaza de Santo Domingo a esperar que saliera el sol. Pasamos a la cafetería ‘Cafébre’ a desayunar rápidamente.
Salimos del centro de Oaxaca y pedaleamos poco tiempo por una carretera que terminaba en una escuela, rodeándola por un camino de terracería. Ahí empezamos a ver unas pendientes con inclinación imposible, al menos eran cortas y en el camino de repente veíamos casas y ciclistas de montaña que nos saludaban.
Finalmente, llegamos a un sendero en el cerro con mucha piedra suelta. A mediodía el sol se puso muy intenso. Escalamos un rato y de repente pasamos por una cisterna, nos detuvimos para descansar y tomar agua. Luego continuamos hasta encontrar asfalto en un poblado inmediato.
Seguimos hasta llegar a una carretera que desaparecía y por momentos nos llevaba por un singletrack, fue muy curioso, se trata del Libramiento Norte. En ese camino encontrábamos burros y personas caminando, recolectando ramas. Justo cuando buscábamos un lugar para comer, no vimos nada y tuvimos que seguir un rato bajo el sol.
Conociendo el distrito de Etla: lugar donde abunda el frijol
A media tarde, el sol estaba muy intenso. Pasó un carro vendiendo paletas y paramos a comprarle, nos refugiamos un rato bajo la sombra para comer nuestras paletas. Seguimos otro largo rato cruzando muchos poblados con apellido “Etla”, lo cual tiene mucho sentido, ya que ‘Etla’ en náhuatl significa “donde abunda el frijol”.
Llegamos a San Agustín Etla y paramos en un puesto de tlayudas donde nos quedamos un par de horas en lo que bajaba el sol. Las señoras que nos atendieron fueron muy amables, nos dejaron pasar a su baño, cargar nuestros celulares y platicamos un poco con ellas sobre la ruta que estábamos haciendo.
Después de una amena charla, retomamos camino, justo después de las tlayudas enfrentamos una rampa casi imposible. No nos quedó de otra más que empujar las bicis para llegar a la cima. Hay un café hasta arriba y un templo. Paramos un rato en el templo porque la vista era muy hermosa desde ahí.
Seguimos avanzando por más poblados “Etla», el terreno de este tramo de la ruta es mixto: a veces pasamos por singletracks otras por estrechas carreteras de asfalto. En un momento pasamos por un balneario y estuvimos a punto de pasar la noche ahí, pero eran tan pocos kilómetros que nos aferramos a avanzar mucho más.
Ese día fue el más cansado, el camino era mucho de subir y bajar bajo el intenso sol. También había muchos perros que nos atacaban. Era muy estresante eso.
En invierno los días son más cortos, nos tocó que comenzó a anochecer a eso de las 6 pm, apenas íbamos en Villa de Etla y tuvimos que subir por una rampa pesada. Íbamos muy lento, así que tuvimos que tomar decisiones como equipo. Si seguíamos por la angosta carretera de terracería, no se veía que hubiera ningún espacio para poner nuestro campamento.
Pensamos en preguntarle a la gente de las casas alrededor, pero solo nos acercamos a una casa de la cual se asomó una persona por su ventana con una cara nada amigable. Así que mejor, decidimos no preguntarle nada. Optamos por subir las bicicletas a una pequeña loma junto a una carretera de terracería a la salida de Villa de Etla. Nos costó trabajo elegir el lugar, ya que todo estaba lleno de matorrales con espinas y había mucha inclinación, lo cual dificulta encontrar un piso plano para dormir a gusto.
Pusimos el campamento bajo un árbol, el terreno tenía algo de inclinación, pero fue lo mejor que pudimos encontrar en ese momento. Finalmente, cayó la noche, preparamos algo de cenar mientras intercambiamos nuestra opinión respecto a la ruta. Pensamos que quizás era muy ambicioso de nuestra parte pensar que la acabaríamos en dos días. Bromeamos mucho sobre el tema.
Nos fuimos a dormir, pero fue toda una hazaña. Llevábamos una casa de campaña individual y las tres dormimos ahí. Por la pendiente en la que estábamos, nos íbamos encima de Bane, yo estaba en medio y me sentía muy apretada. Casi no dormí, casi nadie durmió.
Día 2: De Villa de Etla a Nuevo Zoquiápam (29.5 km)
Lugares de interés
- Vista panorámica al Distrito de Etla – Vista panorámica desde el ascenso de Villa de Etla a Nuevo Zoquiápam.
- Ecoturismo ‘Arroyo Guacamaya’ – Centro Ecoturístico que tiene cabañas y espacio para acampar, también tiene un arroyo y un restaurante.
- Comedor Familiar ‘El Laurel’ – Es el último restaurante en medio de la sierra, es un buen punto de reabastecimiento, ya que no verás ninguna tienda hasta el final de la ruta.
- Centro Ecoturístico ‘La Cieneguilla’ – Centro ecoturístico con espacio para acampar.
- Vista panorámica a la Sierra Norte cerca de Nuevo Zoquiápam – Justo a un lado de lo que parece ser una cisterna junto a una bajada en un camino de terracería por el bosque, encontramos el lugar ideal para apreciar el paisaje.
Entrando a la Sierra Norte
Despertamos de nuestro lugar de campamento y comenzamos a guardar las cosas. El amanecer pintó el cielo de un naranja-rosado intenso, se veía muy bello desde nuestro campamento. Dani hizo café y Bane preparó avena para todas. Mientras yo guardé la casa de campaña. Desayunamos muy rico, pero nos acabamos nuestras reservas de agua. No sabíamos si encontraríamos algún lugar cerca para reabastecernos.
La opción más razonable que teníamos era regresar y bajar al poblado de Villa de Etla a una tienda, pero tan solo pensar en lo horrible de la subida de ayer, nos hizo considerar seguir y esperar encontrar agua o alguna tienda más adelante.
Iniciamos el ascenso por una carretera amplia de terracería, no había ni un árbol cerca para protegerse del sol. A veces pasaban carros que nos aplaudían por intentar subir a la sierra en bici y también nos echaban arena.
La vista era muy linda desde esa carretera, aunque no la disfrutamos tanto porque moríamos de sed. Rodamos un rato más sin agua y sin esperanzas de encontrar algo. No se veía que hubiera nada de agua a la distancia. De la desesperación por querer beber agua, paré un carro y le pregunté a una familia si me podían vender agua. Me dijeron que no tenían, me sentí muy frustrada. Seguimos ascendiendo sin agua y con incertidumbre.
Por suerte, al poco rato encontramos un arroyo (el cual dejé mapeado). Y pensé, nos salvamos de morir de deshidratación. Aprovechamos para rellenar botellas y enjuagar nuestros utensilios de cocina. El arroyo es parte del Centro Ecoturístico ‘La Cieneguilla’, desafortunadamente estaba cerrado. Ya con el problema del agua resuelto, continuamos con el ascenso. El paisaje comenzó a cambiar: de matorrales secos a árboles altos y verdes.
Después de estar horas subiendo, nos dio mucha hambre, pasamos por el centro ecoturístico ‘Arroyo Guacamaya’ pero también estaba cerrado. Afortunadamente, más adelante encontramos un local de tlayudas y paramos, otra vez, a descansar un largo rato. Nos trataron muy lindo y hasta nos dejaron rellenar nuestros botes de agua.
Ya era tarde y en un par de horas iba a anochecer, fue otro día con poco kilometraje, la preocupación de ver si lograríamos terminar el circuito en tres días, era cada vez mayor.
Pasamos por unas cascadas que dejé señaladas en el mapa de la ruta, pero que decidimos no visitar porque teníamos que bajar y no queríamos volver a subir todo lo que habíamos ascendido. Lástima, nos dijeron que las cascadas son muy bellas.
Travesía por el bosque de niebla
Seguimos ascendiendo en lo que ya era un bosque con pinos muy altos. La inclinación era moderada, un segmento ideal. Después del ascenso vino un largo descenso que terminaba en una unión de caminos. Nuestra ruta pasaba por una pluma que separaba la comunidad de Nuevo Zoquiápam de la de San Agustín. Unos señores en una estación de vigilancia nos preguntaron a dónde íbamos, les comentamos que íbamos rumbo a Santa Catarina Ixtepeji, que planeábamos no parar para llegar. No pasó mucho tiempo para que nos dejaran pasar.
Comenzamos a descender por un sendero muy lindo. La tierra era rojiza y los árboles eran de un tronco muy ancho, veíamos principalmente pinos y algunos matorrales con flores coloridas. Avanzamos unos kilómetros por lo que parecía un camino principal en donde todavía podían pasar camionetas. Después la ruta nos mandó a descender por un sendero que bautizamos como “La Narnia” porque parecía como un lugar secreto y místico en el bosque. No parábamos de sonreír y de tomar fotos. De verdad se sentía como un lugar mágico y secreto. Fue un descenso agradable.
En un punto llegamos a un hermoso mirador junto a una cisterna, a lo lejos se veía el poblado de Nuevo Zoquiápam. Nuestro plan inicial era desviarnos de la ruta para llegar al poblado y preguntar si podíamos acampar en algún lugar seguro. El plan falló porque el poblado se veía muy lejos y ya empezaba a anochecer, y lamentablemente Dani se ponchó y ya estábamos muy cansadas como para cambiar la cámara en ese momento y rodar hasta el poblado. Así que decidimos acampar en ese pequeño mirador.
Había dos opciones: acampar junto a la cisterna, y no ser visibles, o acampar junto al camino a un lado de la vista hermosa. Decidimos la vista hermosa, pero nos daba un poco de miedo estar tan visibles. Pensamos que no pasaría nadie por la noche, así que pusimos nuestra casa de campaña y cenamos unas ricas tortillas con frijoles que compramos en el último local de tlayudas y un puré de papa que yo traía desde la Ciudad de México. Se veían muchas estrellas desde nuestro campamento, inclusive logramos ver algunas estrellas fugaces. Terminamos de cenar e intentamos dormir.
Día 3: De Nuevo Zoquiápam al centro de Oaxaca (55.9km)
Lugares de interés
- Parque Ecoturístico ’La Cumbre Ixtepeji’ – Centro ecoturístico con cabañas, senderos, miradores y trails de enduro.
- San Andrés Huayapam – Localidad cerca de Oaxaca de Juárez, de ahí es la bebida llamada Tejate, preparada a base de maíz y cacao. Buen punto para reabastecerse y probar la comida tradicional. Ojo: al bajar del bosque a San Andrés Huayapam, lo ideal es que pases a su palacio municipal a pagar una pequeña cuota por cruzar el bosque. No abren los domingos.
Una mañana en la Sierra Norte
Despertamos a las 4 am porque escuchamos algo que sonaba como un camión bajando a velocidad alta, sentimos que nos iba a atropellar, parecía que ni traía luces. Afortunadamente, no lo hizo. También sentimos mucha vulnerabilidad al estar tan ahí, sin escondernos. Nos dio miedo. Muchas cosas pasaron por nuestra cabeza. Nos reprochamos no haber acampado atrás de la cisterna, pero bueno, ya no lo podíamos cambiar.
Pasaron unos minutos de incertidumbre, nos daba miedo que alguien nos dijera que no podíamos estar ahí o que nos atropellara. Era muy extraño que hubiera una camioneta sin luces bajando por la sierra en plena madrugada. Después de unos minutos se asomó Dani y no vio a nadie. Nos tranquilizamos y nos quedamos como dos horas diciendo tonterías. Oh, sí, fue otra noche de dormir mal. Bane fue la que despertó peor, con cólicos y con el periodo. Me preguntó si teníamos un plan B, pero por desgracia no lo había.
Estábamos preocupadas de no lograr terminar la ruta. Nos faltaba más de la mitad. Para llegar a alguna autopista o poblado, teníamos que cruzar la sierra, así que daba igual. Sí o sí teníamos que cruzar la sierra, a menos que alguien nos mandara un helicóptero o algo así, era imposible un plan B.
Como a eso de las 7 de la mañana nos activamos. Calentamos agua con el poco gas que nos quedaba y la poca agua que teníamos. Hicimos café y avena. No podíamos irnos sin nuestro ritual del café. Descendimos por un camino lleno de rocas, las chicas como tenían llantas más delgadas, decidieron caminar. Yo casi salgo de un barranco y en un momento me aventé para que no me jalara el peso de la bici. Estuvo extremo este tramo de la ruta.
La vista de la sierra era hermosa y al terminar el descenso llegamos a un arroyo, donde aprovechamos para rellenar las botellas de agua y seguir nuestro camino. Empezó un segmento de subidas y bajadas con rampas imposibles de más del 15% de inclinación.
Como decía, la vista era lo único que motivaba de ese tramo. Todo lo demás era duro y cansado. En un momento salió un señor con un cachorrito, jugamos con el cachorro y el señor nos preguntó a dónde íbamos. Le dijimos para Oaxaca. Nos deseó suerte y seguimos nuestro camino.
La Cumbre Ixtepeji
En otro tramo, pasamos por cultivos y pasaban camionetas cerca de nosotros, nos veían de forma fea los hombres que iban en ellas. No me daban nada de confianza, pero quizás era mi percepción. En un punto paramos y empezamos a ascender, pero unos señores nos gritaron que por ahí no era, no hicimos caso por un momento, pero luego revisé el mapa y tenían razón, era por otro camino. Supongo que es común que vean ciclistas y por eso saben hacia dónde vamos. También nos advirtieron que no nos adentremos demasiado, ya que en esa región abundan los pumas. ¡Más cosas de qué preocuparnos!
De repente el camino de terracería se volvía de piedra por ratos, por lo menos la inclinación ya no era problemática, ya no hacía tanto calor y estábamos protegidas entre los pinos. De repente noté que solo íbamos Dani y yo, perdimos a Bane, la esperamos unos minutos pero no llegaba, por lo que decidimos regresar a buscarle. Grité y me contestó, no estaba lejos y afortunadamente solamente se había ponchado.
Después de que reparó su cámara, continuamos con el ascenso, vimos pasar algunas camionetas con racks y bicicletas de montaña y finalmente llegamos a un lugar lleno de ciclistas. Aquí tuvimos la oportunidad de ver a una niña de 12 años descender a toda velocidad en su bicicleta, quien nos inspiró. También vimos otros niños pequeños haciendo maniobras con sus bicis que nosotras jamás haremos. Significaba que habíamos llegado a Santa Catarina Ixtepeji, paraíso para las bicis de montaña, ya faltaba muy poco para terminar la ruta.
Descansamos junto a una conexión de trails, después continuamos con la ruta y comenzamos a ascender por un camino de piedras de río. Fue horrible. Como nadie tenía suspensión, el ascenso tuvo bastante vibración y fue un tanto desagradable. Después de un rato ya estábamos hartas. Cada una agarró su ritmo y decidimos vernos en la cima. Dani aceleró hasta que apenas la podía ver y Bane se fue un poco más lento, puesto que seguía en dolor menstrual. Le dije que si le ayudaba con algo y me dijo que no. Mejor le di su espacio y seguí sufriendo el ascenso de piedras.
Algunas personas subían en camioneta y me daban ganas de pedirles que nos llevaran, pero me aguantaba porque eso a mi parecer era hacer trampa y de todas formas no cabíamos en las camionetas. Solo pasaban y nos aplaudían para animarnos a subir.
Llegué a una antena y vi a Dani a la distancia, después de un día entero sin señal de teléfono, nos empezaron a llegar muchos mensajes, tanto que mi celular casi colapsa. Esperamos a Bane y le aplaudimos al llegar, se veía muy mal. Le quisimos preparar un té, pero dijo que no, que prefería seguir, ya era tarde y todavía nos faltaba medio camino para llegar a Oaxaca. Lo que más me preocupaba era que al día siguiente tenía que trabajar y mi computadora seguía en la Ciudad de México. Solté ese pensamiento y mejor empezamos a descender.
Una vez que llegamos a Corral de Piedra, comenzó un descenso por un singletrack de enduro. Nosotras lo recorrimos muy lentamente por miedo a salir disparadas del sendero y rompernos algo. Era cortito, de menos de un kilómetro. Sobrevivimos al singletrack endurero y nos llevó a un camino de tierra. Por un momento estaba cerrado con una cadena pero vimos a otros ciclistas rodear la cadena, así que lo hicimos también.
Eterno descenso
Nos tocó ascender otro poco, nada intenso comparado a lo que ya habíamos hecho y ahí empezó mi parte favorita: ¡Más de 20 kilómetros de bajada! Pero era una bajada complicada, con mucha pendiente y tierra. Daba miedo de momentos en las curvas porque si las tomabas mal, te ibas al acantilado. Lo bueno fue que las vistas desde aquí son preciosas y se veía Huayapam a lo lejos. Frenamos tanto que hasta nos dolían las manos.
Ya casi llegábamos a Huayapam cuando a Bane, que traía frenos tipo v-brake, debido al calor generado por la enorme fricción, le explotó su cámara y se le achicharró la corbata de su rin. Yo la vi cuando se paró, pero como iba descendiendo jamás pensé que eso le había pasado. La esperamos en una calle del poblado de Huayapam, pero como no volvía, ascendimos otra vez para buscarla. La encontramos rápido, pero sí nos costó trabajo ascender de nuevo con el cansancio acumulado que traíamos. Desde ese lugar donde se ponchó, la vista panorámica era muy bella. Estaba cerca de llover y se veía el cielo muy nublado y con una luz tenue. Esperamos a que Bane cambiará su cámara y seguimos.
Ya en Huayapam pensamos en pasar a comer o tomar el famoso Tejate, pero como no sabíamos qué nos esperaba al final de la ruta, preferimos continuar. Pasamos por caminos de tierra y calles asfaltadas. Ya estábamos pensando qué comer y celebrando que íbamos a llegar al camión que nos llevaría de vuelta a la Ciudad de México cuando vimos que Dani se ponchó, otra vez.
Las tres no dijimos nada, solo nos orillamos y recargamos las bicicletas afuera de una casa. Dani ya ni pidió ayuda, se puso a parchar su cámara en silencio. Yo fui a una tienda por un jugo, mi cuerpo pedía azúcar desesperadamente. Nos anocheció pero Dani arregló su llanta.
Avanzamos con mucha flojera y hambre los últimos 10 kilómetros a Oaxaca, que por cierto, no estuvieron nada planos. Llegamos todas llenas de tierra y sudor de tres días en bicicleta y pedimos una mesa en Bourenc, un restaurante bastante bueno, pero que definitivamente no estábamos vestidas para la ocasión. Nos dieron mesa y nos dejaron pasar con las bicis.
Pedimos algo de tomar para brindar por todo lo que habíamos vivido en tres días por Oaxaca, cuatro si cuentan las siete horas en camión y las otras siete que nos esperaban de vuelta a casa. Comimos como si no hubiera un mañana. Quedé muy feliz de iniciar así mis 30 años, con nuevas aventuras, rodeada de amigas que me quieren y que son bien valientes. Creo que así quiero pasar todos mis cumpleaños, haciendo lo que más me gusta con gente que me inspira.
Lo que necesitas saber antes de realizar esta ruta
La bicicleta ideal para esta ruta: Creo que lo ideal es llevar o una bicicleta de montaña hardtail, o también es realizable con una bicicleta de gravel (rígida sin suspensión) pero con llantas de más de 40 mm de ancho. Se debe tener presente que en muchos de los senderos de la ruta hay espinas y rocas filosas, así que las llantas tubeless son una buena opción para evitar ponchaduras.
Equipo: La ruta idealmente se puede hacer en dos o tres días, por lo que es posible viajar ligero. Puedes llevar bolsas estilo bikepacking o alforjas. El equipo básico que debes de llevar es una casa de campaña, bolsa de dormir y un aislante térmico, las noches pueden ser bastante frías y con mucho viento. Se recomienda llevar linterna y como mínimo una batería de respaldo, ya que no hay muchos lugares para recargar la batería de tu celular o GPS.
Ropa: La región de los Valles Centrales es muy caliente, pero en la Sierra Norte hace bastante frío por la noche y por las tardes. Lleva capas para cubrirte. También lleva un impermeable ligero, hay altas probabilidades de lluvias todo el año.
Comida: El primer día no pasarás hambre, la ruta atraviesa diferentes poblados, así que es fácil encontrar sitios para reabastecerse. El día dos solo hay un puesto de tlayudas que ya señalé en el mapa, recomiendo llevar reservas de comida por si haces dos o tres días.
Agua: Será fácil de encontrar a lo largo de la ruta, ya sea en una tienda o en algún arroyo. No es necesario llevar más de 2.5 o 3 litros contigo. Te sugiero llevar un filtro pero no es obligatorio, solo es por precaución.
Dinero: Oaxaca de Juárez es el único lugar de la ruta donde puedes sacar efectivo de un cajero automático, toma tus precauciones.
Clima: En Sierra Norte la temperatura media anual va de los 12° a los 23°C, en invierno las temperaturas pueden bajar a los 0°C, con muy altas probabilidades de lluvias durante todo el año.
Fotografía por Bane Castillo y Paola Berber
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