Catalunya suele ser conocida por la ciudad de Barcelona y su riqueza arquitectónica, pero como catalana os puedo asegurar que es mucho más. Las zonas rurales y de montaña pueden ser consideradas auténticas joyas, si a uno le apasiona la naturaleza y la solitud. Esconde tesoros donde perderse; paisajes que cambian en cada estación del año, que pasan del blanco intenso de la nieve, al verde de los pastos y bosques, sin olvidarnos de los marrones anaranjados tan típicos de las estampas otoñales. Paisajes que descubriremos a través de nuestras rutas.
Tres rutas, tres días, tres cimas en bicicleta
En komoot, podéis encontrar estas tres maravillosas rutas que hicimos con mi compañero, y también fotógrafo, Ricard, desplazándonos en coche a los puntos de inicio desde donde vivimos, el Berguedà. Ambos nacimos y crecimos aquí, un territorio poco conocido pero privilegiado por su entorno natural.
Se trata de tres cimas, emblemáticas y preciosas, ubicadas en el Prepirineo y en el Pirineo, por encima de los 2.000 metros. Tres cimas que esconden una historia detrás, a veces personal, a veces leyenda: el Comabona, el Taga y el Puigmal.
Subiendo a la cima del Comabona en bicicleta (2.548 m)
Una montaña de nuestra comarca, la cual hemos subido una cuantas veces: a pie, corriendo, en esquí de travesía… pero nunca antes en bicicleta. Supongo que nuestro cuerpo, después de un confinamiento, nos ha ido pidiendo un cierto grado de aventura.
El Comabona es una montaña de vacas, es decir, una montaña donde durante el verano las vacas campan a sus anchas casi llegando a la cumbre, una montaña con piedra pero también con pasto. La cima del Comabona está situada a 2.548 metros de altitud y se encuentra en el Prepirineo, concretamente en la Serralada del Cadí-Moixeró. Puede ser una excursión de medio día, si se deja el coche por ejemplo en el aparcamiento del Refugio Lluís Estasen, o una salida más larga si se empieza desde la localidad de Saldes, de Bagà, o bien de Guardiola de Berguedà, aún más abajo, como hicimos nosotros.
La ruta hacia el Comabona
- Distancia: 73 km
- Ascenso: 2.230 m
- Descenso: 2.310 m
- Duración: 8-9 h
La primera parte sigue el Camí del Nicolau, una antigua vía ferroviaria, construida entre los años 1914 y 1916, con el objetivo de transportar madera desde Gisclareny hasta Guardiola de Berguedà, nuestro punto de inicio y de donde es originario Ricard. Su promotor fue Tomàs Nicolau, de aquí el nombre del camino. En el año 2009 esta vía fue restaurada. Un puente colgante de 35 metros es el gran atractivo de este camino.
Después de este bonito inicio para calentar, se sigue una pista en bastante buen estado. Todo de subida, con apenas algún descanso. Cuando la pista se transforma en sendero, en el Coll de Jovell, es en buena parte, con un poco de habilidad y destreza, ciclable. Solo en algunas secciones, debido a la piedra suelta, si uno no es muy habilidoso, tiene que empujar.
Aún así, las vistas hacen que valga la pena. Desde la cumbre, se puede disfrutar de una vista de 360 grados hacia distintos valles. No hay momento para la queja, ya que el paisaje es verdaderamente asombroso. Las vistas hacia la cima del Pedraforca, otra montaña emblemática, son impresionantes y momento, si uno quiere, para tomar aire y descansar.
La bajada es un poco menos técnica desde el Coll de Jovell. Las vistas continúan siendo excepcionales. Una vez llegamos al río Saldes la pista va descendiendo con alguno que otro corto repecho.
Se pasa por el pueblecito de Saldes, donde se ubicaban unas de las grandes minas de carbón de la comarca. Puede ser un buen sitio para avituallarse, ya que durante todo el año siempre suele haber algún bar abierto.
¿Por qué no me había atrevido a subir antes el Comabona en bicicleta? Quizás necesitaba buscar esta dosis de aventura más lejos. Sin embargo, ahora sé que la aventura desde la puerta de nuestra casa también existe. Fue una ciclocima que de seguro guardaré en la cajita de los buenos recuerdos.
Escalando hasta la cima del Taga en bicicleta (2.040 m)
Al cabo de pocos días de subir al Comabona, con la adrenalina aún recorriendo las venas, fue mi cumpleaños. Ricard es motivación en mayúsculas y de hecho fue él quien me propuso un cumpleaños especial: subir a la cima del Taga, otra montaña emblemática del Prepirineo catalán.
Con 2.040 m el Taga es la cima más baja de esta trilogía de ciclocimas pirinaicas. Se encuentra en la Serra de Conivella y es la más alta de esta sierra. Por eso y por su avanzada posición sobre los valles del Ter y del Freser hacen que se divise un extenso territorio de valles, pero sobre todo una magnífica panorámica sobre las cimas más altas del Pirineo oriental, desde el Puigmal hasta al Canigó. En el norte, se divisan el Moixeró, el Cadí, el Pedraforca, etc. Un mirador del Pirineo catalán y francés.
La ruta hacia el Taga
- Distancia: 28 km
- Ascenso: 1.000 m
- Descenso: 1.030 m
- Duración: 2-3 h
Dejamos el coche en el pueblo de Ribes de Freser, de ahí una subida, primero en asfalto y después por una pista nos va acercando al sendero. El Taga también es una montaña de vacas.
Después de salir del bosque, empiezan a aparecer grandes vistas. ¡Qué gran día! Vamos siguiendo el sendero. Diría que casi todo, sino el 100 %, es ciclable con un poco de habilidad.
Llegamos a la cima, donde una gran cruz blanca, colocada en 1959, es visible en días claros de bien lejos. Comemos y nos hacemos las fotos de rigor. No todos los días se cumplen 42 años en la cima del Taga. Como dirían los ingleses, I’m a happy girl today.
Siempre nos gustan las rutas circulares. Por esta razón, bajamos por donde podemos hasta el Coll de Jou donde empieza el asfalto. Un descenso también precioso dentro del bosque por carretera que nos conducirá otra vez a Ribes de Freser. Momento de celebrar mi cumpleaños, comiendo. Buscamos un restaurante con menú y disfrutamos de productos locales y de proximidad.
Conquistando la cima del Puigmal en bicicleta (2.913 m)
No voy a exagerar, subir al Puigmal en bicicleta no es imposible, pero es una gran expedición. Es una cima totalmente pirinaica, a 2.913 metros de altitud. Con todo lo que conlleva: cambio de tiempo a veces inesperado, nieve durante buena parte del año, piedra suelta, etc. Esta cima, a diferencia de las anteriores, sí requiere empujar la bicicleta en el tramo final de la ascensión.
La leyenda del Puigmal
Dice la leyenda que Puigmal era un gigante de la montaña que nunca profanaba los valles. Tampoco le gustaba la presencia humana en la cima. Otra leyenda más reciente, cristiana, nos cuenta que San Gil, originario de la Provenza francesa, llegó al valle hacia el año 700 para hacer vida de ermitaño y se alojó en una cueva para poder dedicarse a la oración.
San Gil convivía con los pastores y compartía la comida: un poco de legumbre en una olla de cobre. Cuando tenía la comida lista hacía sonar una campana para avisarles. Un día tuvo que escapar y dejó todo escondido, hasta que siglos más tarde otro pastor encontró los utensilios. De aquí, viene la presencia de la cruz, la campana y la olla de hierro forjado que se encuentran en la cima del Puigmal.
La ruta hacia el Puigmal
- Distancia: 48 km
- Ascenso: 1.920 m
- Descenso: 1.970 m
- Duración: 6-7 h
Se trata de una jornada larga. Nosotros empezamos desde el pueblo de Fornells. La primera parte es en asfalto hasta que se convierte en pista. Se pasa por el pueblecito de casas de piedra de Dòrria, uno de los pueblos más altos de Catalunya y que hoy día cuenta con solo 17 habitantes.
Es todo ciclable hasta donde llanea y empieza el sendero de piedra. Antes, se llega a la Pleta de Meians, una pradera donde abundan flores de alta montaña, un espectáculo para la vista en pleno verano.
Aprovechamos las buenas vistas y hacemos parada para comer un poco. Unos caballos que pasturan se nos acercan con mucha curiosidad por saber lo que comemos y de paso prestan a ser invitados.
Más adelante, ya se encuentra la tartera empinada donde los más ágiles, a la vuelta, serán capaces de descender encima de la bicicleta. Empujamos la bicicleta un ratito y ya divisamos la famosa cruz donde cuelgan la campana y la olla.
Volvemos a avituallarnos y enseguida nos abrigamos y empezamos a perder metros, ya que la niebla parece que quiere ser la protagonista de la jornada.
Después de la tartera, en el Pas dels Lladres, cogemos un sendero que nos conduce hasta el Coll de Barraques. De ahí, otra pista asfaltada nos llevará al coche. Para mí, subir al Puigmal era un sueño. Ahora es un sueño hecho realidad.
La bicicleta ideal y preparativos
La bicicleta ideal es una bicicleta de montaña, por el tipo de terreno, en algunas partes con piedra.
Como se trata de excursiones de un día en montaña, se tiene que llevar comida y agua. Se puede encontrar agua por el camino, pero debido a la presencia de animales que pasturan, es aconsejable tratarla. No hay ningún tipo de refugio o albergue en el camino.
Se pasa por algún pueblo, pero vale la pena no fiarse mucho de la comida, ya que si no es en pleno verano, los bares y restaurantes pueden estar cerrados. Son rutas de media y alta montaña y la meteorología puede ser siempre cambiante, aunque se realicen estas rutas durante el verano. Por eso, se recomienda ropa de abrigo, como guantes, gorro y plumón, así como una manta térmica y el teléfono, ya que suele haber cobertura en bastantes puntos de la ruta.
Los tiempos de realización de las rutas son totalmente orientativos. En nuestro caso, no se acumulan los tiempos de descanso. Pueden cambiar mucho según el estado de las pistas y senderos que año tras año van evolucionando, sobre todo según las nevadas del invierno anterior.
*En catalán, coll significa collado y pas significa paso.
Fotografía Ricard Calmet
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