En plena Cordillera visitamos las ruinas de lo que fue el gran “Hotel Termas El Sosneado”. El Hotel se inauguró en 1938, se encuentra ubicado en medio de la cordillera de Los Andes a 64 km al noroeste de la localidad El Sosneado. El misterio sobre su abandono hace increíble que tan majestuosa obra se vea reducida a un bosquejo de lo que alguna vez fue. Sin perder su encanto y belleza, la energía fluye de sus aguas termales que también fueron testigo de sus épocas de esplendor.
Ruta en bicicleta al Hotel Termas de Sosneado
Mi compañero en este viaje es mi gran amigo Juan, como yo, mendocino con muchas ganas de conocer tan remoto y emblemático lugar. Nuestro plan, explorar en profundidad las bellezas ubicadas en la cordillera, muchas de ellas de difícil acceso y nuestro destino esta vez hace excepción, es una parada que cualquier aventurero debe hacer. Salimos con la intención de realizar el trayecto en un tirón y pernoctar en los alrededores del hotel.
Siempre es un orgullo mencionar nuestra cordillera de los Andes, pero más nos enorgullece que el Aconcagua sea parte de nuestra geografía, esta es la montaña más alta de América 6.962 msnm, una belleza que solo unos pocos logran coronar.
Mendoza también es reconocida por su producción vitivinícola, cuenta con la mayor extensión de viñedos del país con 160.000 hectáreas cultivadas, estos extensos viñedos y sus bodegas son atractivos para turistas de todo el mundo que tienen como obligación degustar sus exquisitos Malbec.
Día 1 – Saliendo del pueblo El Sosneado
Nosotros nos encontramos en El Sosneado, un pequeño pueblo ubicado en San Rafael en la provincia de Mendoza. La Estación de servicio (gasolinera) ubicada sobre la ruta 40 será nuestro punto de inicio. Para llegar aquí, desde la ciudad de Mendoza, tenemos unos 270 km por la mística ruta 40, ruta que cruza el país en toda su extensión de norte a sur (5.194 km).
En este pueblo compramos nuestros últimos víveres, nos aseguraron que durante el trayecto no encontraremos ningún punto de abastecimiento. Desde aquí en adelante no habrá posibilidad alguna de encontrar lugar donde conseguir alimento, tampoco dispondremos de señal, así que aprovechamos y hacemos nuestras últimas llamadas.
En caso de ser necesario, podríamos contar con la ayuda de los puesteros, ellos siempre suelen ser muy amables, son personas nobles, sociables y agradecidos de recibir la visita de un transeúnte que les brinde un poco de compañía. Por lo general son personas que se encuentran solas cuidando sus puestos, ya que la ganadería es la fuente de su subsistencia.
Los mejores meses para recorrer este maravilloso lugar son diciembre, enero y febrero. Pese a que la altitud no es tanta, en las noches las bajas temperaturas se hacen notar. Si tienes la suerte de estar por aquí en diciembre puedes presenciar La Fiesta Nacional del Chivo. Se trata de una de las celebraciones populares más tradicionales del departamento de Malargüe y de la Argentina, podrán disfrutar de danzas y cantos tradicionales así como probar la gastronomía de la zona. ¡Ten en cuenta que esto puede ser motivo de mayor circulación de rodados!
Hay puesteros durante todo el trayecto, nos alejamos poco a poco de la última arboleda. ¡Últimas sombras! Sentimos el fuerte golpe del sol justo en nuestras espaldas, todavía no está sobre nuestras cabezas, pero ya lo podemos imaginar. La amplitud térmica entre la noche y el día es bastante importante cerca de 20 °C, así como el calor nos pesa en el día, el frío se hace notar en la noche.
De aquí en adelante será muy raro encontrarnos con algo que nos cubra del fuerte sol. Ayer preguntamos por el clima, algo que siempre debemos hacer cuando nos metemos de lleno en las montañas, tal como nos habían dicho, el cielo estará despejado, solo unas pocas nubes nos acompañarán los próximos dos días. El buen tiempo está de nuestro lado.
Nos espera un desnivel positivo de 600 m, no mucho, pero sí lo suficiente para empezar a notarlo. El camino está bastante marcado, nos adelantan algunos turistas en camionetas. De frente la maravillosa cordillera nos abre sus puertas, el Valle el Sosneado, extenso e imponente nos invita a seguir adelante.
Qué sería de estas montañas sin sus vientos. La resistencia que ellos nos imponen es algo del que no podemos escapar. Los fuertes vientos rumbo al oeste es lo que más hace imposible salvaguardarnos de la esencia de los Andes. Llevar una crema solar y algo de manteca de cacao nos ayuda a cuidarnos de las inclemencias de la montaña.
En nuestros primeros kilómetros pedaleando, nos encontramos con nuestro primer obstáculo, un par de kilómetros de arena ralentizan nuestro paso, pero nada de lo que preocuparse, seguimos adelante, el ripio es nuestro terreno principal.
A 7 km de nuestra salida un par de campings nos ofrece las comodidades de un baño, sombra y churrasqueras, pero nuestro plan es seguir. El día recién comienza y estamos expectantes ante tanta belleza. Luego de atravesar este punto la acampada libre es nuestra única opción.
Prácticamente en todo el recorrido nos encontramos con cursos de agua naturales, frescas, de deshielo, que cruzan delante de nosotros. Estos desembocan en el Río Atuel, que baja por nuestra izquierda, al ser un río de aguas turbias hicimos uso del filtro que cargamos y bebimos de ella sin problemas.
Luego de 45 km tendremos que atravesar unas curvas zigzagueantes, uno de los puntos con más pendiente. Dependiendo como nos encontremos tal vez tendremos que empujar la bici, a no desesperarse que son solo unos pocos metros y con un gran premio.
Laguna El Sosneado
Estamos llegando a la Laguna El Sosneado, una parada obligada, para disfrutar de su belleza. Lugar idóneo para nuestro primer descanso bajo la sombra de un árbol, sus aguas transparentes de deshielo son el sitio perfecto para sumergir y descansar nuestros pies y por supuesto como hicimos, disfrutar de algo que nos hace argentinos, tomar unos ricos mate y untar dulce de leche con algo de pan. ¡Pura energía!
Aunque no estaba en nuestros planes aquí se nos hace muy tentador tomar un buen descanso, decidimos quedarnos, montamos la tienda, buscamos algo de madera para hacer una pequeña fogata, cosa que nos demoró un poco encontrar. Preparamos un rico arroz y por último antes de dormir nos aseguramos de apagar bien el fuego, es muy importante tomar ese recaudo, en zonas áridas como esta los incendios se dan con más facilidad.
A primeras horas de la mañana empezamos a sentir el abrigo del sol, la naturaleza empieza a despertar y nosotros con ella. Un buen café a orillas del lago es el ritual infaltable para terminar de cargar energías y con toda la emoción de estar próximos a destino emprendemos la retirada con algo de nostalgia de dejar un lugar tan bello. Nos faltaban solo 15 km, cada vez la altura es mayor y las cumbres de las montañas empiezan a reflejar su blanco inmaculado, la ansiedad nos hace más pesada las últimas horas.
Día 2 – Llegamos al hotel abandonado
Una última curva y finalmente a lo lejos divisamos ese gran hotel. Un bloque de tres pisos formado de piedras en el medio de la cordillera, imponentes e impactantes, imposible pasarlo por alto.
Dentro de las paredes del enorme hotel se conservan vestigios de elegancia, una enorme chimenea a leña está encendida, hoy sirven de resguardo. A su alrededor reposeras, mesas y carpas reúnen a viajeros que se protegen del crudo frío de las montañas. Sin duda es el refugio que muchas personas eligen para pasar unos días bajo este increíble anochecer estrellado.
¡No olviden llevar el bañador para un descanso merecido! Otro atractivo indiscutido, las tres piscinas, a cielo abierto, siendo la principal la más fría. Las otras dos, una de cada lado, tibia y caliente. Son aguas sulfurosas que descendían del volcán Overo, esto hace que su olor esté presente constantemente. Luego de disfrutar de las distintas piletas y aunque el agua es sumamente beneficiosa, debimos bañarnos en el río que se encuentra a 100 metros por su nauseabundo olor.
Varios puesteros nos comentaron que las aguas, con el paso del tiempo, han ido perdiendo calor, al parecer ha sido por el constante movimiento de placas que existe en el suelo.
Al llegar el atardecer y luego de haber disfrutado de un pequeño trekking por los alrededores del hotel nos dispusimos a montar la tienda fuera de las paredes del mismo, aprovechando que la noche sería estrellada. Preparamos nuestra cena sentados sobre unas piedras, a solo unos metros de las termas. Como era de esperar los últimos rayos de sol y el cielo despejado anunciaban una noche fría.
Por la mañana dejábamos secar nuestra tienda, preparé nuestro clásico café y cortamos unas rebanadas de pan de campo mientras Juan organizaba nuestras pertenencias para la retirada. Sabíamos que la vuelta era mucho más liviana, nos esperaba un camino de desnivel negativo en casi todo el trayecto. Como disponíamos de más tiempo pude aprovechar para sacar algunas fotografías disfrutando el paisaje desde otra perspectiva.
Historia del Hotel Termas del Sosneado
El hotel fue construido en 1938 por la Compañía de Hoteles Sud Sudamericanos Ltda. e inaugurado en diciembre del mismo año con grandes campañas publicitarias y personalidades de distintas partes del mundo. Según cuentan las historias, Frank Romero Day (años más tarde Director de Turismo de Mendoza) se encontraba paseando en auto junto con su esposa quien observaba encantada el paisaje de la laguna El Sosneado, cuando su esposo le entregó el título de propiedad de tierra como regalo de cumpleaños.
A los pocos días comenzaron el proyecto y en diez meses la obra estaba terminada. El Hotel era un éxito, su restaurante sorprendía con los más exquisitos platos, el servicio e instalaciones eran de lujo, pero no se sabe por qué la gente dejó de ir.
En un momento la ocupación fue tan baja que el personal pasó a cumplir la función de “sereno”. Finalmente a fines del año 1953 el hotel cierra sus puertas. Algunas teorías dicen que con la llegada de Perón al poder y los cambios sociales y laborales, los trabajadores decidieron sindicalizarse y comenzaron a exigir sueldo los 12 meses del año, y aguinaldo, demandas que se tornaron imposibles de cumplir.
Dato curioso de esta ruta en bicicleta
Desde el mismo hotel a unos 20 km se encuentran los restos del avión de los uruguayos, una trágica historia sucedida en 1972, del cual se publicó un libro y se filmó una película “Viven”. El lugar se puede visitar haciendo un trekking o en alguna cabalgata.
Recomendación:
Les aconsejo disfrutar de esta ruta que todavía no ha sido intervenida por el hombre. Sin embargo, está en vías de construcción el Paso Las Leñas, serán 73 km que unirá la provincia de Mendoza con la Región de O’Higgins en la República de Chile. Se calcula que incrementará la llegada de turistas listos para disfrutar de los atractivos naturales, que muchas veces se ven modificados con la explotación turística.
Preparativos para esta aventura
Hace poco más de un año he incursionado en el maravilloso mundo del bikepacking, aunque recomendaría hacerlo de ese modo, es un trayecto que, a pesar de tener alguna dificultad en cuanto al terreno, pedregoso y en momentos arenoso, se podría realizar cargando con las tradicionales alforjas. Como se dice el refrán aquí “no importa la flecha sino el indio”.
La bicicleta para esta ruta
Una mountain bike o una bicicleta gravel serían las mejores opciones. Recomendaría unas cubiertas en lo posible, superiores a 2,20, tubelizadas. Pero si no es así no se olviden de llevar por lo menos una cámara de repuesto con un kit con de reparación. ¡Y un inflador!
El polvo también hará estragos en nuestra transmisión, así que si desean prolongar la vida de la misma lo mejor es lubricar la bici antes de salir y al regresar. Un buen lubricante de cera, también llamado lubricante en seco, sería lo más adecuado.
La vestimenta adecuada
Como les he contado en un principio los mejores meses para realizar la aventura son diciembre, enero y febrero. Durante esos meses las precipitaciones son escasas y los días suelen ser calurosos.
Tendremos que cuidar nuestro cuerpo de un golpe de calor e insolación, para ello recomiendo vestir ropa larga. Además, se recomienda usar gorra, protector solar, gafas de sol y tomar abundante agua sobre todo cuando estemos pedaleando. Por la noche las temperaturas pueden llegar a descender los cero grados, por lo que una camiseta y un pantalón térmicos y transpirable como primera capa sería lo indicado. Luego una segunda capa que podría ser un polar y por último una campera (chaqueta) de pluma o sintética, gorro, guantes y cuello (buff).
Equipo de camping
Una tienda de dormir que nos proteja de las inclemencias del clima sería lo correcto, recuerden que los vientos pueden ser muy fuertes, aunque también es posible aprovechar y refugiarte dentro del hotel. Un saco de dormir que al menos soporte -5º sería una excelente opción y un aislante (esterilla) que nos ayude a descansar correctamente de las bajas temperaturas, estas pueden hacer una gran diferencia en esta aventura.
Comida y bebida
Al ser una salida de una o dos noches y al no haber ningún lugar donde comprar alimentos la única opción es cargar con ellos. Puedes optar por llevar algo cocinado o prepararlo en el camino, que sería la mejor opción, ya que así podrás ingerir algún alimento caliente que te ayude a recuperar energías más rápidamente. En nuestro caso cargamos con carbohidratos como arroz, fideos, barras de cereales, pan, dulce de leche, frutos secos, nueces, almendras, maní y fruta que compramos en los alrededores del pueblo.
Necesitarás de un hornillo para cocinar, aunque no sería esencial, podrías prescindir de ello haciendo fuego en los lugares correctos, estando muy atentos a ello y cuidando de apagarlo bien.
El agua no será un problema, encontrarás numerosos arroyos de agua de deshielos que te facilitarán la búsqueda. Recomendaría llevar un filtro de agua, pero si no es así cargar al menos con dos litros, seguro en el camino encontrarás distintas vertientes para ir reponiendo.
Por último, no olvides cuidar todos juntos de estos lugares, lamentablemente el municipio no se encarga de su mantenimiento, no olvidemos volver con todo lo que nos pertenece.
Fotografía Gonzalo Zamorano
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