Durante los últimos años tanto Brad como yo, hemos estado explorando diferentes rincones del mundo por separado. Un día, un amigo en común nos presentó cuando ambos vivíamos en el norte de Inglaterra y, nuestro primer plan los tres juntos fue una micro aventura en el Parque Nacional Yorkshire Dales bajo un agosto lluvioso.
Desde entonces, Brad ha vivido en China, Australia y recorrido muchos rincones del continente asiático con una mochila a la espalda esperando ansioso el momento de saltar a la bicicleta. Por mi parte, después de dejarlo todo en Inglaterra, comencé mi andadura en India, Nepal y después cabalgué mi bicicleta por todo Latinoamérica, Irán y el Cáucaso con idea de continuar camino hacia el resto de Asia.
Sin embargo, pasé el invierno en casa –País Vasco- para dejar que la nieve hiciera su función y retomar viaje a comienzos de primavera en Uzbekistán cuando el Covid-19 llegó para quedarse.
Y, es que, si no hubiera sido por esto, no hubiera descubierto algunas de las regiones vecinas que componen el resto del norte de España, como el increíble Principado de Asturias, tierra de contrastes.
La aventura en bicicleta
Tardé poco en darme cuenta de que la bicicleta es el mejor medio de transporte para viajar. Su ritmo, la percepción de los cambios de clima, paisaje, olores, los cambios en el acento, el cómo te recibe la gente… es algo que solamente uno puede describir cuando ya lo ha experimentado. Son tantas las emociones que se viven que, en muchas ocasiones, es difícil describir con palabras.
La bicicleta te da la opción de surcar parajes remotos incluso en regiones donde el turismo rural está cada día más en auge. Te sigue dando la oportunidad de conocer la cultura, su gente, idioma y gastronomía de una forma única, a través de tu propio esfuerzo; lo que lo hace aún más satisfactorio.
Qué mejor que hacerlo en Asturias, la región que combina y guarda rincones insólitos desde su costa Cantábrica en Gijón hasta la alta montaña en el macizo central de los Picos de Europa. Las bicicletas gravel y de montaña son nuestras mejores aliadas en estas tierras a las que los ciclistas de la zona denominan como “rutas rompe-piernas”. Nada más lejos de esta definición, Asturias te pone a prueba en todo momento.
Desde que abandonas la ciudad de Gijón, el verde, el barro y las piedras se vuelven un combo perfecto de bienvenida. Es por esto por lo que unas ruedas gruesas, un cuadro resistente y las rutas cargadas en Komoot serán nuestros mejores aliados para estos tracks que nos llevarán también a descubrir parajes compuestos por single tracks, caminos gravel y, algo de asfalto.
Y es que, el gravel y el bikepacking han llegado, también, para quedarse.
Hacia el interior
Mucha gente se preguntará si no hay buenas rutas a través de la costa de Asturias. Y nada más lejos de eso, el motivo por adentrarnos en el interior es evitar la gran afluencia de turistas y locales en busca de rayos de sol. Por eso reservaremos la costa para el resto de estaciones mientras disfrutamos del verano pedaleando en cotas más altas.
Principado de Asturias, España
Asturias me recuerda a mi infancia. El sonido de los campanos del ganado, las vacas rumiando sus verdes prados, el olor a ahumado y una gente sana, de campo, es la imagen idílica que, años después sigue intacta tras el paso del tiempo. Porque si de algo es famosa esta región del norte de España es por sus quesos, vacas, sidra, fabada y campanos.
Mi abuelo, que era tratante, solía decir que los vascos y los asturianos tenemos muchas cosas en común. Algo de ello podría ser el buen comer; porque aquí uno no se queda nunca con hambre y, de esto, los ciclistas tenemos mucho.
En todas las diferentes rutas que hemos diseñado en Komoot existen poblaciones donde parar a reponer fuerzas degustando ricos ‘menú del día’, que oscilan entre los 10 y 18 euros, de tres platos y bebida incluida. Y si uno no desea almorzar tanto, siempre existe la opción de ‘bocata’, un poco de queso entre pan y pan. El gamoneu o cabrales son dos de las variedades que más destacan en la región pese a que Asturias está considerada el área con más diversidad quesera de Europa con más de cuarenta tipos.
Es recomendable llevar a cabo estas rutas a partir del mes de abril hasta septiembre. Y, pese a que los inviernos se han suavizado mucho en los últimos años, la nieve, la lluvia y el frío pueden ser los protagonistas inesperados de una jornada de ciclismo en el interior del país. Nosotros optamos por hacer las rutas en el mes de julio donde las lluvias en forma de tormentas pueden sorprenderte a final del día después de que el sol y una temperatura agradable (20-25º C) hayan sido los protagonistas de la jornada.
Y ¡no se preocupen por la seguridad! En “Asturias, Patria Querida”, que dice su himno, no existe ningún peligro. Solo disfruten del camino.
Del mar a la alta montaña: 4 increíbles rutas
1. Gijón- Cangas de Onís “El Camino del Garrapiellu”
- Distancia: 71.44 km
- Elevación ganada: 1,907 m
- Elevación perdida: 1,727 m
- Duración: 2 días
- Tipo de terreno: off-road –barro-, gravel, asfalto.
- Puntos de interés: Puente Romano y Ermita de la Santa Cruz
- Dónde comer: Sidrería La Regatina
- Dónde dormir: posibilidad de pernoctar en la iglesia
Nunca me gustó salir en bicicleta de una ciudad hasta que lo hice de Gijón. Normalmente los coches, camiones y las periferias de las urbes siempre habían dejado alguna mala experiencia o momento de tensión. Por suerte, en Gijón no es así.
Antes de abandonar la ciudad nos dirigimos al centro y observamos dos de sus tres playas en un día de verano nublado muy propio del norte de España. Hace viento y somos los únicos turistas tomándose una foto en las letras rojas que recuerdan el nombre de la ciudad con el ayuntamiento de fondo. El chico que nos toma la foto es Héctor, la persona que a través de Warmshowers nos ha alojado la noche anterior y que nos da la buena noticia de que la salida de la ciudad va a ser, al completo, por carril bici hasta un bosque que queda en dirección este. Aunque la ruta está señalizada de diferentes formas, como GR-108, también siguen en pie las marcas originales de madera de los pioneros que crearon “el Camino del Garrapiellu” o “Camino de Covadonga” en el año 1991.
A medida que vamos dejando la pequeña ciudad de Gijón a nuestras espaldas, la tranquila vida de campo y los primeros hórreos –casa típica- empiezan a aparecer ante nuestros ojos. La ruta la dividimos en dos días y, en este primero alternamos trozos de carretera general con caminos de tierra bastante castigados por la fuerte bajada de agua durante el invierno. En algunos de estos tramos toca empujar las bicicletas e ir recargando energía con los frutos secos que compramos el día anterior pues la mayoría del camino discurre entre naturaleza. A veces las cuestas se hacen duras, pero me aferro a la filosofía de “todo lo que sube, baja” y gozo de las bajadas felizmente.
Después de unos 19 kilómetros decidimos acabar la jornada recuperando energías a nuestra llegada a la Sidrería la Regatina poco después de La Parra, donde decidimos acampar en el pórtico de su iglesia San Xuan d’Amandi no sin antes darnos una fría ducha en el río de la Ría, ¡qué placer!
Al día siguiente, el sol brilla, pero el pronóstico dice que tendremos algo de lluvia por la tarde. También Komoot nos alerta de que el desnivel de hoy se agrava respecto al de ayer y nos damos cuenta de ello cuando, después de desayunar, tenemos que empujar nuestras bicis sobre un camino abandonado y pedregoso que me recuerda a los de diseño inca. En esta segunda etapa, de vegetación más cerrada, la llovizna es normal, pero nada que a una no le pueda detener el ritmo. Tanto que no nos dimos ni cuenta de que hemos dejado el bosque atrás y encontrado con nuestras primeras montañas; nos avisan de que estamos cerca de Cangas de Onís, la puerta a los Picos de Europa. Una gran bajada y el icónico pueblo que guarda un puente romano aparece ante nosotros.
2. Subida a Lagos de Covadonga
- Distancia: 21 km
- Elevación ganada: 1,100 m
- Elevación perdida: 222 m
- Duración: 1 día
- Tipo de terreno: asfalto
- Visitas obligadas: Lago Enol y Lago Ercina
- Lugar donde pasar la noche: Refugio Vega de Enol
La subida a los Lagos de Covadonga es todavía, a día de hoy, una de las famosas ascensiones del mundo del ciclismo. Algo que, sin duda, ¡era lo que más nos motivaba! Para todo aquel que haya visto la Vuelta Ciclista a España le sonará este puerto que asciende poco más de 1,000 m en casi 28 km. El ambiente ciclista se respira en cada pedalada. No somos los únicos que suben sobre dos ruedas, pero sí los que lo hacemos cargados con alforjas y bicicletas que no son de carretera.
Todo discurre sobre asfalto y, hay tramos en la subida en los que las cuestas alcanzan un 13% (Pradería de Covadonga) y 15% (Valle Güesera). Lo más importante es mantenerse firme ante la idea de que el tiempo no es nuestra meta sino el goce que nos dan las vistas de la misma y el paisaje de ensueño que nos espera cuando finalicemos como mejor recompensa al esfuerzo.
Parar en los miradores o puntos de observación de aves necrófagas para picar algo y divisar algún que otro águila o buitre, sirven también de pequeños descansos en unas cuestas que, en ocasiones, parecen no terminar nunca. En el tramo Porru la Cabañona divisamos a los primeros pastores en las cabañas donde curan los famosos quesos; les grito, pero con el berreo de un buen rebaño de ovejas, no me oyen y desisto.
Me encantaría poder bajar ladera abajo y charlar, pero un ciclista nos avisa de que estamos muy cerca del primer lago, el Enol, y que nos espera sin niebla, ¡increíble! Y, por si no era poco, el de Ercina también está despejado, con los Picos nevados de fondo que asoman entre nubes mientras las vacas pacen y los campanos suenan. Es hora de descansar mientras comemos un merecido bocata de queso y esperamos al atardecer. ¡Parece que estuviéramos en Suiza!
3. Picos de Europa (Sotres- Espinama)
- Distancia: 15 km
- Elevación ganada: 600 m
- Elevación perdida: 727 m
- Duración: 1 día
- Tipo de terreno: gravel
- Visitas obligadas: vistas Picu Urriellu, Invernales de Igüedri, Espinama
- Dormir en: Posada SobreVilla
- Comer en: Restaurante Vicente Campo
Muy cerca de la frontera con Cantabria y después de un paso de montaña en forma de cañón igual de duro que bonito, el pueblo de Sotres aparece enclavado en lo alto del paso, como si de un mirador a los Picos se tratara. Hacía unos pocos días, mientras caminábamos por el Parque Nacional, me topé con un viejo amigo escalador que me recomendó hacer el Peña Castil, de 2,444 m. Y así fue como dejamos las bicis escondidas entre rocas cerca de un río. Subimos y bajamos el mismo día.
Esto nos permitió descubrir esta ruta que podéis seguir en Komoot y la cual me trasladó a países como Chile, Perú y Armenia sucesivamente en diferentes sectores. Como la acampada libre está prohibida en España, decidimos fijar nuestra tienda en el mismo lugar donde escondimos las bicicletas y desmontarla con la salida del sol a las 6 am –dejando todo tal cual lo encontramos. Recargamos agua en la Fuente de Moyeyeres frente a las Invernales del Texu y comenzamos a rodar sobre una pista gravel de ensueño. A primera hora de la mañana y en sombra, el fresco predomina entre las altas montañas que aparecen a cada lado de la misma por lo que comenzamos a rodar con las chaquetas puestas hasta que la propia pendiente hizo que empezáramos a sudar durante los primeros 10 kilómetros.
Para cuando llegamos al fin del paso es recomendable seguir el desvío hacia la izquierda que indica “pista de Áliva” donde un single track nada técnico en bajada frente a una iglesia desemboca en una explanada llena de caballos salvajes que me llevaron mentalmente de vuelta al Cáucaso. Los Picos de Europa asoman tímidos hacia el norte, y el verde combinado con los sonidos de los campanos y caballos galopando podrían ser propios de Kirguizistán. A partir de este momento, uno empieza a pedalear en un paraje de ensueño que transmite una paz y felicidad difícil expresar. Uno solo tiene que seguir sonriendo y dejarse llevar por la cuesta abajo que, alterna grava con asfalto y, que comienza poco después de un mirado. Solo ¡estate seguro de tener los frenos en condiciones y de hacer hambre para una buenísima parada culinaria en el Restaurante Vicente Campo.
4. Cangas de Onís- Cabrales
- Distancia: 32,2 km
- Elevación ganada: 630 m
- Elevación perdida: 660 m
- Duración: 1 día
- Tipo de terreno: asfalto, camino natural
- Visitas obligadas: Benia de Onís, Avín, puerto de Ortiguero de Cabrales y sus miradores y Arenas de Cabrales.
- Dónde dormir: camping Naranjo de Bulnes, Arenas de Cabrales
- Dónde comer: Sidrería Calluenga o cualquier lugar con queso típico de la zona (Cabrales o gamoneu)
Cangas de Onís sirve de buena base para hacer escapadas en bicicleta a distintos puntos del interior. Esta vez nos volvemos a sumergir en asfalto con unas vistas que quitan el hipo a cualquiera y que vuelven a trasladarnos a países como Suiza.
Un desayuno con amigos nos hizo salir más tarde de la cuenta de Cangas, pero lo hicimos con ganas. De la ruta hasta Arenas de Cabrales no esperábamos nada más exótico de lo que ya habíamos visto hasta el momento y, en estos días que una no espera nada, todo te asombra fácilmente. Pese a ser una ruta de pocos kilómetros y, en su mayoría sobre asfalto, lo pintoresco de los pueblitos que atravesamos hacen que nos demoremos algo más de lo normal.
El primero de ellos es Corao que me devuelve a mi infancia en un abrir y cerrar de ojos. Se me eriza la piel con la primera señal y le grito a mi amigo Brad “mira, ¡a estos prados venía yo de pequeña a comprar vacas con mi abuelo!” “Increíble poder volver después de tantos años y que sea en bicicleta”, pienso por unos instantes. Y la carretera sigue sin mucha complicación, con pocos coches. Los pueblos se van sucediendo a cada lado: Benia de Onís, Avín o Poo de Cabrales son algunas de las paradas. En esta ocasión las subidas no son tan fuertes, sino que vamos alternando subidas con bajadas para finalizar disfrutando de un gran desnivel (kilómetro 20) propia de un cañón: el puerto de Ortiguero de Cabrales, con paradas en algunos de sus miradores a los Picos de Europa.
Descubre Asturias en bicicleta
Unos la definen como “Asturias, paraíso natural”, otros la cantan “Asturias patria querida”. Y es que, esta región del norte de España, tiene una atmósfera y lugares todavía a día de hoy, idílicos para recorrer en bicicleta. Desde la playa hasta la alta montaña pasando por frondosos bosques, la combinación es perfecta. Y, pese a que veces exigente y rara vez llana, siempre bonita.
¡No olvides añadir las rutas a tu perfil en Komoot y, disfruta!
Preparativos para tu aventura
- Ten en cuenta la presión de los neumáticos con base al terreno donde vayamos a hacer la ruta. Los pinchazos pueden jugar también una mala pasada así que lleva parches, una cámara extra y una bomba para inflar.
- El agua. Pregúntate siempre si eres de los que bebes mucha agua. Recuerda que mantenerse hidratado es muy importante. Yo siempre llevo 3 litros mientras pedaleo. Es aconsejable chequear la ruta en Komoot de forma previa para ver si hay ríos o fuentes donde poder recargar nuestros bidones. Según las previsiones, cargaremos más o menos litros.
- Y, ¿comida? En España hay poblaciones cada pocos kilómetros. A veces, en algunos encontraremos pequeñas tiendas, supermercados o bares/ comedores donde picar algo. Sin embargo, nosotros siempre cargamos snacks como frutos secos, granola o manzanas como único combustible para llegar a nuestra meta diaria.
- Mirar la previsión del clima. Aconsejable organizar las alforjas con base a esto. Por ejemplo, si va a llover, pondremos la chaqueta impermeable nada más abrir nuestras alforjas. Y, por el contrario, si hace sol, pondremos la crema solar
- No olvidarse nunca de ponerse el casco.
- Recuerda vigilar la ruta en Komoot para no perder el track. Una batería externa pequeña puede ser de gran ayuda en caso de quedarnos sin batería en el celular.
Fotografía: Ana Zamorano
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